Juan Carlos de Borbón tenía ganas de sincerarse y lo ha hecho en unas memorias que continúan dando de qué hablar varios días después de su publicación. Si leemos entre líneas en estas más de 500 páginas de egolatría máxima, nos encontramos con varias perlas contra su hijo Felipe. En algunas partes, disimula su enfado hacia él, mientras que, en muchas otras, dispara con firmeza sin ningún tipo de pudor.
Uno de los ejemplos más claros lo encontramos en las primeras páginas, cuando critica abiertamente que decidiera retirarle la asignación: “Me retiró la pensión anual de un jefe de Estado jubilado y escrituró ante notario la renuncia de mi herencia en favor suyo y de sus dos hijas. ¿Es esto jurídicamente válido? Todavía me lo pregunto”. “Poco importa. Soy el único español que no cobra pensión después de casi cuarenta años de servicio y al que se le impide, en vida, dejar un legado a su hijo y descendientes”, ha añadido.
Muy enfadado con él, lanza otro golpe escondido bajo una fina ironía: «Supongo que es otro privilegio real añadido. Supongo también que él se enfrentaba a presiones del gobierno y que actuaba, ante todo, como yo siempre le inculqué para proteger los intereses de la corona«. Juan Carlos era consciente de que había cometido «errores» en su ámbito personal, así que veía «comprensible» ser excluido públicamente por el rey. Ahora bien, considera que fue un «impacto doloroso» para el padre que también es y que le hizo sentirse «solo» ante los ataques de los medios de comunicación «y el diluvio de noticias falsas».

Felipe, un hijo «insensible» según las memorias de Juan Carlos de Borbón
«Felipe es un hombre de su tiempo que sabe cómo responder a los deseos de ejemplaridad de su generación. Comprendo que, en tanto que rey, debe marcar distancia respecto a mí. Pero he sufrido como padre. En estos momentos difíciles, sentía la necesidad de afecto y apoyo familiar», afirma. El emérito dice que «comprendía» que Felipe adoptara como rey una postura pública firme, pero insiste en que «sufrió» que se mostrara «tan insensible» «como hijo».
Más adelante, encontramos otra historia que refleja perfectamente el mal ambiente que se ha instaurado entre padre e hijo. Juan Carlos de Borbón hace referencia a una discusión que mantuvieron, durante más de una hora y con sonoros gritos, durante el primer viaje del emérito a España tras la marcha a Abu Dhabi. Él ansiaba poder regresar después de tanto tiempo lejos de casa y celebró haberlo hecho con una llegada en grande, con avión privado, un partido de balonmano del nieto y un montón de expectación mediática en las regatas de Sanxenxo. No fue discreto, como le habían pedido, sino todo lo contrario.
Ante esto, Felipe le hizo llamar a su despacho. Si en un principio, estaba previsto fotografiar el reencuentro entre padre e hijo, tras el espectáculo de Juan Carlos esta foto se eliminó de la agenda oficial del monarca: «El avión privado y la atención mediática que involuntariamente había provocado los había predispuesto en mi contra. Llegué con el corazón encogido al encuentro con mi hijo. Felipe y yo mantuvimos una discusión muy franca a puerta cerrada en su despacho«, resume.

Comprendió la presión a la que le sometía el gobierno y su «miedo» a cometer errores, dice. Ahora bien, la lista de reproches que le hizo fue larga: «Me recriminó que hubiera llegado en un avión privado, que aterrizara de tal manera que los fotógrafos pudieran acercarse, como si yo le hubiera pedido así al piloto, y que convocara a la prensa, como si yo les hubiera pedido que vinieran». Juan Carlos intentó justificarse y dejar clara su lealtad a la corona.
Pero eso no arregló nada: «Entonces, con tono frío, declaró El gobierno español me ha pedido que te diga que no vuelvas en junio para el mundial de vela de Sanxenxo. Era un evento que me apasionaba y al que soñaba asistir. Le pregunté qué pensaba él y me dijo que lo mismo. No quería ser una carga para él, así que le dije que no iría. Y así terminó nuestra discusión de más de una hora«.
No contento con esto, lanza aún más críticas hacia su hijo: «Me pregunté a dónde habían ido a parar su ternura y su compasión. Ya no era el joven amable y sonriente de antes. El peso de la corona lo había cambiado«. Una serie de severos reproches que demuestran que su relación es, a día de hoy, bastante insalvable.

