Carlos José Belmonte López / Germán Fuertes Otero
No te engañes: el paté en lata no es ninguna delicatessen. Es un engaño, un clásico disfrazado de comodidad y sabor que, si lo miras de cerca, da más miedo que hambre. Lo que antes era sinónimo de cena rápida o bocadillo de recreo, hoy es una bomba de relojería nutricional, cargada de grasas saturadas, sal, aditivos y dudosas procedencias. La ciencia ha hablado. Y no lo hace con buenas noticias.