El secretario general de la UGT en Cataluña, Camil Ros, ha pedido en el Gobierno de Salvador Illa que emprenda «políticas de izquierdas» y dé «continuidad» a la negociación de los presupuestos con los agentes económicos y sociales. Ros ha exigido en el Gobierno «valentía para revertir los recortes» y hacerlo «no solo en números, también en personas e infraestructuras». Además, ha pedido que el nuevo sistema de financiación de Cataluña sirva para «construir un estado del bienestar catalán potente, equiparable a los estándares europeos». En paralelo, el líder del sindicato a escala estatal, Pepe Álvarez, ha reivindicado la «nueva etapa» que se abre en Cataluña y el «papel importante» de las fuerzas políticas catalanas en el Congreso, que tendrán que decidir entre «pensar en los empresarios o en la clase trabajadora».

Ambos líderes sindicales han formado parte del acto de descubrimiento del atril de memoria dedicado al sindicato UGT, en la calle Jovellanos, junto con el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, y la regidora de Memoria democrática, Raquel Gil. Collboni ha intervenido en el acto para reivindicar el papel de Barcelona como testigo de la fundación de uno de los primeros sindicatos de clase en toda Europa. En este sentido, ha destacado que Barcelona ha estado «cuna de los movimientos sociales» de todo el Estado. Además, ha reivindicado el «papel fundamental y fundacional» de los sindicatos en la construcción del estado del bienestar.

El acto de inaguració de la placa conmemorativa de la UGT / ACN

«Un lugar histórico» para homenajear la lucha por los derechos laborales

Por su parte, Álvarez ha dicho que el teatro Jovellanos donde está situada la placa es «un lugar histórico» y ha recordado que el sindicato se fundó en agosto «porque entonces la gente no tenía vacaciones». «Las vacaciones son fruto de la lucha de los trabajadores», ha reivindicado. Ros, que ha intervenido después, ha celebrado que el sindicato haya «persistido» desde el 1888 porque «ha estado presente en el día a día» de los trabajadores. «Las 37 horas y media son el camino, pero no el final», ha concluido.

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