En los últimos años, la comunidad internacional ha destacado en diversas ocasiones algunas poblaciones catalanas por su belleza paisajística, pero también por su riqueza arquitectónica. De hecho, recientemente la Organización Mundial del Turismo (OMT), una de las entidades de la ONU dedicada al turismo, ha escogido Rupit i Pruit (Osona) como el pueblo más bonito del mundo, tal como ya había hecho en ocasiones anteriores. Además, este pasado mes de noviembre, dos pueblos catalanes más también se han colado en un ranking de las Naciones Unidas: el de los mejores pueblos del mundo. Concretamente, el municipio de Mura, situado en la comarca del Bages, ha sido escogido entre las 55 mejores villas de todo el mundo, un listado que incluye poblaciones de China, Emiratos Árabes, Grecia o Uganda, entre muchos otros.
Esta pequeña villa del Bages, que también actúa como cabeza del término municipal, solo tiene 223 habitantes, según el último censo municipal realizado por la Generalitat de Catalunya de este 2024. Se trata de un pueblo que se caracteriza, especialmente, por su belleza paisajística, con grandes bosques frondosos de pinos, encinas y robles, numerosas fuentes y lugares pintorescos. La población se agrupa mayoritariamente en el pueblo de Mura, presidido por la iglesia de Sant Martí, una construcción eclesiástica de estilo románico que ha sido restaurada con los años y se ha conservado con el paso del tiempo.

El pueblo se viste de Navidad para celebrar las fiestas
Esta pequeña población situada en el corazón del país está compuesta por un entramado de callejones y casas empedradas, muchas de las cuales han acabado convirtiéndose en alojamientos turísticos, tanto de larga estancia como temporales. El interés turístico de la villa, sin embargo, no solo radica en el interior del pueblo, sino también en las posibilidades que ofrece el inmediato parque natural. Cerca de Mura, en un paraje de masías dispersas, se alza el puig de la Balma, conformado por varios edificios construidos dentro de una gran balma que acoge un pequeño museo y un centro agroturístico.
Una de las curiosidades que diferencian a Mura de otros pueblos catalanes es la curiosa manera de celebrar la Navidad, las cuales ya se han convertido en tradición. Este municipio llena cada año sus calles de «tions» desde que comienza el mes de diciembre, el día 2 concretamente, hasta el día 7 de enero, pasado el día de Reyes. Comenzó como una iniciativa de unos vecinos que querían adornar las calles, pero poco a poco se fue popularizando hasta acabar implicando prácticamente a todos los vecinos. Cada una de las familias que participan de esta tradición esconde un «tió» en algún rincón del pueblo, para que toda la gente que decide venir a visitar el municipio en Navidad tenga que pasear por las calles y encontrarlos. Algunos están a la vista, otros, sin embargo, escondidos entre grietas y rincones.