Unas imponentes construcciones medievales custodian una de las principales arterias del país, la AP-7. Se trata del conjunto monumental de Hostalric, una villa y municipio situado en la subcomarca del Baix Montseny -dentro de la comarca de la Selva- con poco más de 4.440 habitantes, según los últimos datos del Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), el cual ha perdurado ante los embates del paso del tiempo. Aunque su conjunto arquitectónico fue reconocido como uno de los monumentos históricos nacionales en el año 1963, la prestigiosa revista estadounidense National Geographic considera que es uno de los pueblos medievales «más subestimados» de Cataluña, ya que su ubicación lo convierte en un punto de paso bastante desconocido para los miles de catalanes que cada día toman una de las principales carreteras del país para desplazarse entre la capital catalana y las comarcas gerundenses.
De entrada, lo más impactante del municipio son sus emblemáticas murallas, construidas sobre roca basáltica. En estas mismas murallas, que conforman el esqueleto exterior del pueblo, se alzan algunos de los puntos más destacados de Hostalric, como la torre de los frailes, la torre del convento o el portal de Barcelona -uno de los puntos de acceso al interior del recinto histórico del municipio. Más allá de deambular por los callejones empedrados, entre el conjunto de casas que aún conserva un marcado espíritu medieval, en la torre del convento hay una sala de exposiciones dedicada a Benet Frigola i Arnau, un fotógrafo que dedicó toda su trayectoria profesional a Hostalric y dejó un extenso legado en el pueblo. Desde hace unos años, las fotografías de Benet Frigola se exhiben de manera permanente en el interior de la torre.

Uno de los puntos clave de la guerra de Sucesión
Hostalric ha sido uno de los municipios catalanes que ha jugado uno de los papeles más relevantes en la guerra de Sucesión, ya que en aquella época la villa tenía una de las fortalezas más importantes del ejército de Carlos III. De hecho, a lo largo de la disputa, la plaza central del pueblo estuvo adornada por diversas formaciones aliadas, hasta que los ejércitos imperial y borbónico firmaron el convenio de l’Hospitalet en junio de 1713, el cual fijó la evacuación de las tropas aliadas y la entrega de las fortalezas a las nuevas autoridades borbónicas, que tomaron el control de Cataluña. A pesar de la firma del convenio, la expedición militar catalana encabezada por Antoni de Berenguer y el general Rafael Nebot hicieron todo lo posible para intentar detener la entrega de las llaves de la fortaleza. Una expedición, sin embargo, que no logró el objetivo deseado. La fortaleza de Hostalric, así, uno de los puntos clave de la guerra de Sucesión, terminó convirtiéndose en el último espacio aliado entregado a Felipe V.