Nueva jornada de caos e incidencias en Rodalies. La circulación de trenes de la R4 ha quedado cortada durante una hora entre Sant Vicenç de Calders y El Vendrell por una incidencia que afecta al sistema de señalización de El Vendrell desde las 9:40 aproximadamente, tal como han informado desde Renfe y Adif. Paralelamente, también funcionan con casi media hora de retraso los trenes de la R2, la R2 norte y los regionales del sur de Cataluña por una avería técnica que se ha producido en la estación de Passeig de Gràcia, en Barcelona. «Hoy parece que todo va bien, pero con Rodalies nunca se sabe», apuntaban esta mañana algunos usuarios en la estación de Sant Vicenç de Calders en conversación con El Món. Esta sensación, sin embargo, ha quedado en un espejismo, y las incidencias han vuelto a provocar problemas en el servicio ferroviario catalán.
Según detallan desde la operadora ferroviaria, la incidencia que se ha producido en la línea R2, que circula en dirección al aeropuerto de Barcelona, ya se ha resuelto y el servicio comienza a recuperar la normalidad. Los retrasos y las incidencias de este viernes se encadenan a la avalancha de problemas que ha golpeado durante toda esta semana la red ferroviaria del sur del país. Este mismo jueves, por ejemplo, la línea R4 del servicio sufrió una incidencia en la electrificación entre La Granada y Sant Sadurní d’Anoia, según detalló Renfe, lo que provocó que la línea no funcionara con normalidad hasta las doce del mediodía, aproximadamente. «Siempre nos pasa lo mismo, cada día es un problema nuevo y nadie lo soluciona», remata Samuel Gutiérrez, un joven estudiante que viaja diariamente hasta la capital catalana para estudiar políticas en la Universidad de Barcelona (UB).

Sant Vicenç de Calders, un punto negro en Rodalies
Las incidencias y las demoras en las líneas que conectan el Camp de Tarragona y la capital catalana -que también afectan al entramado de trenes regionales del sur de Cataluña-, han convertido la estación de Sant Vicenç de Calders en uno de los principales puntos negros del servicio de Rodalies. Esta misma semana se han producido casi una decena de incidentes que han condicionado temporalmente el funcionamiento de la red ferroviaria. Los problemas, sin embargo, no son nuevos, ya que se arrastran desde hace meses a causa de las obras del túnel de Roda de Berà -enmarcadas dentro de las actuaciones de mejora del corredor mediterráneo. Al caos vivido desde que se ha reanudado el funcionamiento del servicio -que se volvió a poner en marcha el 3 de marzo, con las obras del Camp de Tarragona ya finalizadas- ahora se añade una nueva huelga de maquinistas de Renfe, la cual comenzará el lunes 17 de marzo y provocará modificaciones en la frecuencia de paso de los convoyes mientras duren las protestas convocadas por los sindicatos de trabajadores de las operadoras ferroviarias, Renfe y Adif.
Las demoras de este viernes, que se acumulan a las que ha vivido el servicio durante toda la semana en el Camp de Tarragona, agravan, una vez más, el malestar de los vecinos del territorio, que hartos del abandono por parte de la administración han convocado varias concentraciones para el sábado 22 de marzo. Concretamente, organizaciones de usuarios como la plataforma Dignitat en les Vies, la Associació per a la Promoció del Transport Públic (PTP), Salvem l’R2 Nord, Avant Catalunya, ‘Perquè no ens fotin el tren’ o Trens Dignes Ebre-Priorat han llamado a los ciudadanos a participar en las movilizaciones en Lleida, Tarragona, Valls, Tortosa, Segur de Calafell, La Garriga y Cardedeu. Estas organizaciones no solo reclaman soluciones para las líneas de tren del Camp de Tarragona -las más afectadas por el caos ferroviario-, sino que reclaman actuaciones estructurales en todo el servicio, ya que los usuarios de la R3, por ejemplo, también viven diariamente un verdadero calvario para utilizar el transporte público. A pesar de las reclamaciones de los catalanes, afectados por el mal funcionamiento de Rodalies, sin embargo, los problemas en el servicio continúan sin resolverse mientras el Gobierno receta dos años de paciencia para la sociedad catalana.