Los retrasos sistémicos en las líneas de Rodalies se han convertido, desde hace años, en el pan de cada día de los usuarios. Caras largas en los andenes, gente sentada en el suelo esperando que llegue el tren y miradas de frustración al consultar los paneles informativos. El malestar y la angustia de los pasajeros se mezcla con el fuerte calor de los andenes de la estación de Sants: «Cada día es lo mismo», murmuran enfadados algunos usuarios que esperan el tren. Rodalies continúa sin funcionar con normalidad. En los últimos meses, las quejas de los usuarios que utilizan diariamente el servicio ferroviario han ido aumentando significativamente hasta el punto de que, algunos de ellos, prefieren buscar alternativas para ir al trabajo. Una de estas alternativas, en algunos casos, son los trenes de alta velocidad. O podrían serlo. Pero también llegan tarde: «En las últimas semanas ha habido muchos retrasos, es muy frustrante», denuncia en conversación con El Món Mireia Puig, que toma el tren tres días a la semana para desplazarse desde Barcelona hasta Girona, donde trabaja.
A pesar de que algunos pasajeros han notado un leve aumento de los retrasos en las últimas semanas, el problema ya lleva meses arrastrándose: «Desde el fin de semana del 25 de enero, especialmente el lunes siguiente [el 27 de enero], ya comenzamos a ver que había muchos más retrasos de lo normal», detalla Dani Blay, que viaja tres veces por semana hasta la capital catalana desde Girona. A raíz de este aumento sustancial de las demoras, algunos usuarios se han organizado a través de un canal de Telegram para avisarse de los retrasos y mantenerse informados, ya que denuncian que desde la operadora ferroviaria no reciben información. Esta misma semana, algunos trenes de alta velocidad que van de Barcelona hasta Girona han sufrido retrasos de más de 20 minutos. Hay que tener en cuenta que el trayecto entre estas dos ciudades con esta modalidad de transporte es de 38 minutos. Es decir, casi se ha duplicado la duración del viaje debido a las demoras: «Es muy desesperante, necesitamos que alguien ponga solución urgentemente», exclama Blay.

Las demoras condicionan la vida de los usuarios
El problema de los retrasos en el tren, tanto en las líneas de Rodalies como en las de alta velocidad, no es tener que pasar más tiempo dentro del tren, sino tener que condicionar el día a día para adaptarte al servicio. «Que un día haya algún accidente, o cualquier tipo de problema, se puede llegar a entender, pero que pase cada día… Yo ya tengo que planificarme contando que el tren llegará tarde», lamenta Pol Martí, un estudiante gerundense que desde hace unos años vive en Barcelona, pero que toma a menudo la alta velocidad para ir a ver a su familia y amigos. «Hay un día a la semana que tengo que pedir a mi superior [del trabajo] salir media hora antes para poder coger el tren y recoger a los niños de la escuela, porque si no, con los retrasos habituales, no llegaría», detalla Dani Blay.
Incluso, debido a las demoras en los trenes previstos de alta velocidad, desde Renfe se ven obligados a recolocar a los usuarios en otros trenes: «Te pasan al siguiente tren porque el tuyo va aún más tarde», añade Pol Martí. Es decir, que si el tren de las 16:30 h, por ejemplo, ya va muy tarde, desde la operadora ferroviaria optan por recolocar a los pasajeros en el tren de las cinco. «También hay que tener en cuenta que los trenes siempre salen diez minutos tarde desde Sants. Es sistemático», añade otra usuaria que hace fila para pasar el control de seguridad de la estación. A las demoras constantes, según denuncian los usuarios consultados, también se suma la falta de información por parte de la operadora del servicio: «Casi nunca dicen nada por megafonía», se queja Maria Garcia, que asegura que ya vive con «resignación» los desplazamientos que tiene que hacer para ir a trabajar. «Tampoco sabemos a quién preguntar. Creo que ni ellos mismos saben qué pasa», ironiza. Una falta de información que agrava el malestar, aún más, de los pasajeros de la alta velocidad.

La estación de la Sagrera, un punto negro
Varios usuarios consultados coinciden en que uno de los puntos más críticos de los trayectos de esta línea es la estación de la Sagrera, ya que los trenes suelen quedarse parados allí. De hecho, el pasado 21 de julio, según explicaban testigos, el AVE de las 17:05 h dirección Girona quedó detenido durante más de una hora en un túnel cerca de la estación de la Sagrera. Los pasajeros explicaban que el vehículo salió unos 10 minutos tarde de la estación de Sants, tal como suele suceder en todos los trenes de esta línea de alta velocidad. Sin embargo, diez minutos después de arrancar, el tren se detuvo, y dejó a todos los viajeros asombrados y sin ninguna información. La odisea que vivieron los usuarios del tren de las cinco de la tarde en dirección Girona para llegar a casa el lunes de la semana pasada, sin embargo, no es un hecho aislado. Según el recolector de datos que elaboran algunos usuarios y que publican en las redes sociales, al día siguiente, el martes 22 de julio, también se produjeron demoras de cerca de 50 minutos en el tren de las 17:34 h dirección Girona.
Los mismos datos indican que se han producido una setentena de demoras durante el mes de julio en los trenes de alta velocidad que conectan la capital catalana con Girona y, posteriormente, Figueres: «Los datos no incluyen todas las franjas horarias, pero consideramos que ya es suficientemente significativo para denunciarlo», argumenta Dani Blay. En detalle, el mes en que se produjeron más fue en marzo, con más de un centenar de retrasos registrados por este grupo de pasajeros habituales. La conclusión de los usuarios, pues, es firme: la alta velocidad tampoco funciona correctamente. Rodalies ya no es el único vector de la red ferroviaria catalana que falla, a pesar de que sí es el servicio que presenta más problemas. Sin embargo, si históricamente el servicio de trenes de Rodalies y los regionales concentraban el grueso mayoritario de quejas de los usuarios -también, porque es más utilizado-, el aumento de los retrasos y las incidencias en la alta velocidad también ha llevado a los pasajeros al límite. Según denuncian, el servicio, en lugar de mejorar, empeora. «Hay que ponerle remedio. Y de prisa», coinciden.