La pandemia de Covid marcó un antes y un después en la conciencia sobre la salud mental. El confinamiento obligó a millones de personas a recluirse entre las cuatro paredes de su casa, y después hubo meses de restricciones. Todo ello supuso un «punto de inflexión» en la concienciación sobre la salud mental, especialmente entre los más jóvenes de la población. Los casos de enfermedades mentales detectadas se han disparado, sea porque han aumentado o bien porque se diagnostican más. Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado el estrés –definido como una tensión excesiva que puede acabar desencadenando una enfermedad mental– como «la epidemia sanitaria del siglo XXI».

Con motivo el día mundial de la salud mental, que se celebra hoy, varios expertos consultados por El Món certifican que los jóvenes han roto el estigma. Tanto, que incluso existe el peligro de que este aumento de la conciencia sobre estas patologías se convierta en una arma de doble filo: «A veces, se puede acabar trivializando», asevera la psicopedagoga y profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Sylvie Pérez. Aun así, cree que este riesgo, que puede llevar a confusión en algunos casos, es una consecuencia natural de una tendencia positiva. Para hacer frente a esta nueva situación, la directora de la unidad de salud mental del hospital universitario Sagrat Cor, Rocío Rosés, considera que hay que hacer pedagogía sobre la salud mental para hacer entender a los niños y jóvenes que «también se tiene que aprender a convivir con el sufrimiento, en algunos casos»: «No todo es una patología y requiere terapia«, argumenta Rosés.

Una idea con la que también coincide Roser Nadal, catedrática en psicobiología y profesora de esta materia en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), que recuerda que «no todo el malestar emocional» indica una «psicopatología»: «Hay que aprender que un estrés controlado, por ejemplo, no es negativo para el bienestar socioemocional. El problema es cuando este estrés se apodera de todo», apunta. Para aprender a convivir con las enfermedades mentales -las cuales, hoy en día, no tienen cura-, Rocío Rosés considera que es fundamental empezar a trabajar desde muy pequeños, en la escuela: «Ya hace muchos años que pido que en el currículum escolar se incluya una asignatura de gestión de la salud mental: aprender a gestionar las emociones, especialmente en etapas vitales como la adolescencia, es clave para prevenir trastornos», argumenta.

La salud mental de la población está comprometida. Los psicólogos se suman a la huelga para revertir la situación / EP
Un joven con problemas emocionales / Europa Press

El papel clave de la escuela en la lucha contra los trastornos mentales

En esta línea, los tres expertos coinciden en que la escuela juega un papel clave para hacer valer la salud mental y combatir los trastornos. Concretamente, un papel de «prevención» y «detección»: «Las escuelas tienen una tarea clave en la prevención de trastornos mentales», argumenta la directora de la unidad de salud mental del hospital Sagrat Cor. Rosés alerta, sin embargo, que todo el peso de la prevención y la detección no puede recaer en los centros educativos y los profesionales que trabajan allí, sino que buena parte de esta tarea tiene que recaer en la familia. Es por este motivo que las diversas especialistas consideran que hay que fomentar el «trabajo en red» entre instituciones, es decir, entre la escuela, la familia y los servicios sanitarios -centros de salud mental infantil y juvenil (CSMIJ), equipos de asesoramiento y orientación pedagógicos (EAP) y equipos de psicología, entre otros. «Es necesario crear espacios seguros, a casa, con amigos y en la escuela, donde los adolescentes puedan expresarse, sentirse escuchados y recibir la ayuda que necesitan. Solo así podremos frenar esta tendencia y ofrecerles un futuro lleno de esperanza», reclama.

De hecho, Sylvie Pérez alerta de que en la escuela todavía faltan muchos canales de comunicación con el sistema sanitario: «No se trata solo de tener enfermeras en los centros [en referencia a la ampliación de cobertura que la ex consejera de Educación Anna Simó aplicó en el programa Salud y Escuela], hace falta una conexión real», argumenta la psicopedagoga. En este sentido, la experta apunta que la administración tiene que dedicar más recursos para «formar» los equipos docentes para detectar posibles enfermedades mentales, puesto que de este modo la escuela se convierte en un punto clave en la tarea preventiva de futuros trastornos: «No puede depender todo de la buena voluntad de los docentes, hay que articular mecanismos para cada centro», asevera. Una idea que también comparte Roser Nadal, que considera que «los maestros necesitan más formación» para trabajar de manera «multidisciplinaria» y poder abordar la gestión emocional además de impartir las asignaturas del currículum.

Las nuevas generaciones lideran las conversaciones sobre salud mental en las redes sociales / Cedida en Europa Press

El auge de la conciencia sobre salud mental: los datos

Además de la opinión de las expertas consultadas, que certifican que la pandemia de la Covid marcó un antes y uno después en la lucha contra las enfermedades mentales, especialmente entre los jóvenes, existe el estudio World Mental Health Day elaborado por la empresa Ipsos. En él se analizan las respuestas de más de 23.000 personas de todo el mundo, y un 45% de la población mundial considera la salud mental como el principal reto al cual la sociedad tiene que hacer frente actualmente. La Fundación Pere Tarrés también asegura que un 14% de los niños que acompaña en sus centros socioeducativos tienen un diagnóstico oficial en algún trastorno de salud mental. Para Roser Nadal -que ha centrado parte de su investigación a la UAB en este campo-, es indiscutible que el punto de inflexión fue la pandemia: «Antes de la pandemia, la sociedad tenía menos conciencia sobre la salud mental. Ahora está mucho más visibilizada».

En esta línea, la directora de la unidad de salud mental del hospital Sagrat Cor recuerda que, en los últimos años, la nota de corte para acceder a los grados universitarios de psicología ha ido aumentando, cosa que indica un incremento en la valoración de la profesión: «Los jóvenes están normalizando ir al psicólogo, y esto es muy positivo para la sociedad. Cada vez es más común pedir ayuda cuando se necesita, y esto se traduce en más interés por el sector, por estudiar para trabajar en él», argumenta Rocío Rosés. Los pasos dados en materia de salud mental, sin embargo, todavía son insuficientes, puesto que los recursos que las administraciones destinan a ello tienen mucho margen de mejora: «Se están haciendo bien las cosas, pero queda mucho camino para recorrer».

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