En los últimos tres años, Cataluña ha sufrido una de las sequías más graves -si no la más grave- de la historia del país. Los efectos de esta falta de agua se han hecho notar en todos los estamentos de la sociedad catalana y en su ecosistema, restricciones de uso de agua para la población, para la agricultura, para la ganadería y un efecto notable en los embalses y paisajes de Cataluña. Uno de estos ejemplos lo encontramos en el Macizo del Garraf, donde esta falta de agua continuada de los últimos tres años ha causado daños moderados y altos en los árboles y arbustos de aproximadamente 170 hectáreas de este espacio singular de Cataluña con una extensión de 14.764,11 hectáreas.

El Servicio de Prevención de Incendios del Departamento de Agricultura ha realizado esta estimación tras varios días trabajando sobre el terreno en la zona de Can Pere de la Plana de Sant Pere de Ribes. La mayor parte de la actividad de los operarios de la Generalitat de Catalunya se ha centrado en retirar los árboles muertos, mal formados o afectados por diversas enfermedades debido a la falta de agua. La mayoría de estos árboles que se han visto afectados han sido los pinos blancos (Pinus halepensis) de poco diámetro y las consecuencias de la falta de agua han causado un aumento en el riesgo de caída de estos ejemplares. Por otro lado, los trabajos de la Generalitat buscan minimizar el riesgo de incendio en la zona y evitar que proliferen y se propaguen diferentes plagas forestales; por eso se trabaja con el objetivo de dejar una densidad de árboles de entre 750 y 800 pies por hectárea.

Un operario forestal tala los restos de un árbol caído por culpa de la sequía | Gemma Sánchez Bonel (ACN)

La amenaza de la sequía, aún muy real

La falta de lluvia que durante tres años ha sufrido Cataluña parecía haber dado una tregua el pasado mes de junio, cuando las precipitaciones hicieron revivir los embalses hasta el 37,10% de su capacidad (26 de junio). Desde entonces, la falta de lluvia provocó una nueva tendencia negativa en las reservas de los embalses -bajó del 30%-, una tendencia que se interrumpió con las lluvias de finales de octubre y principios de noviembre. A pesar de estas lluvias, el jefe de la sección de bosques de los servicios territoriales de Barcelona, Eloi Beulas, ha hecho un llamado a la responsabilidad y ha alertado que la sequía «no ha terminado» aunque haya llovido y pone énfasis en el hecho de que la falta de lluvia ha hecho que haya árboles tan débiles que no se pueden recuperar; tal como ha expresado en declaraciones recogidas por la Agencia Catalana de Noticias. Beulas ha añadido que el número de árboles muertos por la sequía «es inabarcable» y por eso desde la Generalitat se realizan este tipo de actuaciones.

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