Los municipios con rentas más pobres de Cataluña son los que han registrado tasas de denuncias por violencia de género más altas del país. Concretamente, las poblaciones con la renta más baja reciben casi el doble de denuncias que las localidades con una renta mediana más alta. Según un análisis de la ACN a partir de datos de Mossos d’Esquadra entre enero del 2022 y el octubre del 2023 la ratio de denuncias instruidas entre el 25% de las localidades con rentas más bajas es de 391 por cada 100.000 habitantes. Es una cifra superior en los municipios más ricos, con una tasa de 222. Según Helena Mulero, portavoz del Colegio de Criminología de Cataluña, a las zonas más ricas no hay menos incidencia, sino que los casos son más “psicológicos” y que se suelen denunciar menos.

En una entrevista con la ACN, Mulero asegura que las violencias relacionadas con la manipulación y el maltrato psicológico “cuestan más de demostrar”, hecho que supone una barrera acudir a los Mossos d’Esquadra. A la vez, la experta niega rotundamente que las personas con un estatus económico más elevado y con una educación mayor maltraten menos, recordando que “los grandes psicópatas o sociópatas tienen un nivel educativo alto y a menudo rentas altas”.

Por el contrario, la criminóloga explica que en las zonas más humildes la incidencia de la violencia física es más alta, y en estos casos, la víctima tiende más a denunciar. Si alguien recibe una agresión física, “un médico puede hacer un informe pericial” explicando las causas de la herida. Por el contrario, apunta que en el caso de las agresiones psicológicas, un profesional también puede certificarlo, pero que es menos frecuente acudir. La tipología de agresores en estas zonas, exprés, suele ser de personas “que no tienen tanta educación” y que “han vivido en ámbitos en que ha habido más visibilización de la delincuencia o de las agresiones físicas”.

Una tasa de 400 denuncias en los pueblos más pobres

Teniendo en cuenta para el cálculo solo los municipios en que se ha instruido alguna denuncia por parte de los Mossos entre enero del 2022 y el mes pasado, la tasa entre el 25% de los municipios con renta mediana más baja es de 391 casos por cada 100.000 habitantes. Por otro lado, en las poblaciones que se encuentran entre el 25% y el 50% se sitúan en una ratio de 317 casos. La cifra continúa bajando entre las localidades que están ligeramente por sobre la media de renta, 271 casos, y es de 222 por cada 100.000 habitantes en el 25% de los municipios más ricos.

Por comarcas, las ratios de denuncias por violencia machista más alta en el ámbito de la pareja por cada 100.000 habitantes las encontramos en el Solsonès (552), en el Baix Penedès (437) y en el Segrià (437), seguidas de la Selva (418), el Alt Urgell (405) y el Alta Ribagorça (400). Muy cerca de la media de todo Cataluña, 300 casos, encontramos el Barcelonès con 312 denuncias. Por el contrario, las comarcas con menos instrucciones son la Terra Alta (141), la Conca de Barberà (160), el Lluçanès (161) y el Priorat (162), seguidas del Pla de l’Estany (198) y el Ripollès (231).

Las barreras para denunciar

En cuanto a las barreras o impedimentos para denunciar los agresores, Mulero asegura que cada estrato social tiene obstáculos diferentes en la hora de hacerlo. En el caso de las rentas más bajas, el hecho que “muchas mujeres dependen económicamente de los maridos” se convierte en un impedimento en muchos casos. “Si no tienen un vínculo de apoyo externo que haga que estas mujeres se mantengan, no se denunciará”, afirma. Otra tendencia, según relata, es no denunciar para evitar que los hijos pasen una parte del tiempo con el padre sin la presencia de la madre. “Las leyes no hacen que de forma directa si tú denuncias por maltrato al marido, él se quede sin la custodia del hijo”, remacha Mulero.

Por otro lado, en cuanto a los hogares más acomodados, un factor que evita dar el paso es “la importancia de la imagen, la apariencia, el hecho de quedar bien y el que pensarán”. El hecho de considerarse “una familia importante” o bien tener que renunciar a un “muy buen nivel de vida” también pesa.

Las mujeres de clase mediana se pueden encontrar con argumentos de cualquier de los dos otros estratos, comenta Mulero, puesto que “hacen un balance coste-beneficio antes de denunciar”. Valoran aspectos como tener una red de apoyo, independencia económica, padres, familia o amigas que las puedan mantener, o lugar donde vivir.

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