El escritor y divulgador lingüístico Enric Gomà (Barcelona, 1963) ha sido guionista de series catalanas como Poblenou y Ventdelplà y acaba de publicar el libro Què diem els catalans (La Campana), un volumen que completa la trilogía de conversaciones que él y las más de 800 personas que actualmente forman el colectivo Al Carrer han recopilado a lo largo de más de 25 años. El libro es una recopilación de situaciones lingüísticas cotidianas, la mayoría en clave de humor, que permiten hacer una fotografía de la forma de ser de los catalanes. “Permite ver una Cataluña que no es la que imaginamos”, asegura en esta entrevista con El Món, donde también habla de la catalanofobia a partir de algunas situaciones que se recogen en el libro como, por ejemplo, una vivida en el centro comercial Espai Gironès, donde un dependiente afirma: Aquí somos bilingües: español y castellano!”. Gomà ofrece su visión sobre la situación de emergencia de la lengua y defiende que el catalán debe ser un requisito para trabajar en Cataluña. Asimismo, cree que con poder y dinero se puede revertir la situación de emergencia del catalán”, pero reclama políticas valientes y combativas, y “no tener miedo de perder votos. Si tienes miedo de perder votos, entonces haces una política de baño maría”, sentencia. Con todo, deja claro que el principal “enemigo” de la lengua, desde hace siglos, es el estado español. “La lengua del Reino de Castilla es la que ocupa todos los espacios de poder, económicos, políticos, sociales, culturales y de los medios audiovisuales de una manera fortísima”, concluye.

¿Qué es Al Carrer?

Un foro electrónico que me inventé en 1999. Pensé que el correo electrónico debía aprovecharse para compartir frases de la calle que nos divertían, nos intrigaban, las encontrábamos peculiares, misteriosas. Comenzamos siendo 25 amigos, porque las direcciones que yo tenía eran de mis amigos.

Es decir, usted propuso esta iniciativa al círculo de amigos.

Sí, yo hice la propuesta y les pareció bien la idea. Y, a partir de ahí, hemos hecho 25 años. Hemos ido creciendo y ahora somos 850 personas. Y somos de todo el mundo, aunque la mayoría, la inmensa mayoría, son catalanes, el 95%.

¿Son un colectivo de más de 800 personas que escucha lo que dice la gente en la calle?

Exactamente, y eso viene de la profesión de guionista. Como guionista, durante muchos años estuve atento para saber cómo se expresaba la gente. Cómo construir las frases, qué le preocupaba, qué léxico utilizaba, cómo callaban lo que querían callar y decían lo que querían decir, y a veces les pasaba al revés. Y por toda esta experiencia pensé que estaría bien fundar este círculo electrónico. Hay otros similares. Hay uno, por ejemplo, en Nueva York, hay uno solo sobre Nueva York. Hay otro en Buenos Aires. Hay otro en Lisboa, si no recuerdo mal. Hay uno de museos, lo que se oye en los museos. Y, a veces, esta gente hace libros. Yo he comprado estos libros.

¿Y en 2025 todavía siguen trabajando con correo electrónico o ya han cambiado la forma de comunicarse?

¿Qué me propones? ¿Qué idea tienes?

¿Habéis creado un chat de WhatsApp o un canal de Telegram?

No, porque leer cosas muy largas en WhatsApp también da pereza y, además, también sirve para la familia, y para quedar, y para todo. Encuentro que el correo electrónico, aunque está un poco desfasado, es práctico. También hay un chico que recoge los que más le gustan y los publica en X, y tiene unos cuantos miles. Lo conozco, y hablamos a veces, pero yo no lo hago. A veces publico alguno, y digo si quieres hacerte de Al Carrer, hazte. Con el correo electrónico estoy contento, pero quizás algún día cambio.

Enric Gomà, escriptor. Barcelona 05.11.2025 | Mireia Comas
Enric Gomà, escritor. Barcelona 05.11.2025 | Mireia Comas

¿Cómo se le ocurrió recopilar las frases de la gente de la calle en este libro?

Hicimos dos antologías, en el año 2003 y en el año 2007, con Ara Llibres. La primera fue muy bien. Se vendió una barbaridad para Sant Jordi porque el alcalde Joan Clos lo recomendó por la radio. Y eso supuso un boom impresionante. La segunda fue menos bien, pero yo también estoy contento. Y siempre pensaba que debíamos hacer la tercera, tenemos que hacer la tercera. Y pasaban los años y me iba enredando en otras actividades, pero hace ocho o diez meses decidí hacer la tercera antología.

¿Y qué periodo temporal incluye?

He hecho un poco de truco porque, en el fondo, la selección es del 2007 al 2025, pero hay el capítulo De la política y la función pública que hago empezar en 1999 para que haya cada año político, ordenados cronológicamente. Tienes el año que Artur Mas hace la consulta del 9-N, tienes el año del Proceso, el año de la pandemia, etc. Esto refleja un poco lo que preocupa a los ciudadanos.

¿Cómo ha hecho la selección?

Los que a mí me divertían más. Es personal. Los que a mí me hacían más gracia. Y naturalmente he excluido los de fuera de Cataluña. Y se me ha colado uno de Bilbao, que el otro día un lector me lo decía. Pero, por ejemplo, tenía bastantes ‘al carrers’ de Madrid, de Holanda, algunos de Estados Unidos, y todos estos los he excluido. También he excluido los gráficos, las fotos, que recibo muchas.

¿Pintadas en la pared?

Exactamente. Pero también carteles de tiendas, señales de tráfico, pancartas…

¿Y tiene alguna norma a la hora de compartir las frases?

Sí. No inventártelas. No mentir. O sea, prohibido mentir. Yo sé que algún informante me ha mentido, y a ese ya no le recojo lo que me envía. Ser fidedigno. No reírse de los dialectos. Hay gente que, cuando oye el andaluz, me escribe… Nada, eso fuera. Lo escribo en castellano estándar. Es en todas las lenguas, en catalán, en castellano, lenguas que yo comprendo. Es decir, el italiano, el francés, el portugués, el inglés… El alemán se me escapa un poco ya, pero… Las dos únicas normas que tengo son no reírse nunca de un dialecto y no mentir.

¿Y excluye frases mal dichas o barbarismos?

Pongo algunos lapsus linguae que tengan doble y triple, y a veces cuádruple, sentido. Esos sí que me gustan. El resto, los elimino.

¿Cómo por ejemplo?

Por ejemplo, ‘estic molt agobiat’. Eso es un barbarismo y no tiene ninguna gracia. Eso es cosa de los lingüistas. Esto no es un libro lingüístico. Es un libro mucho más sociológico que lingüístico, porque una de las cosas que quería reflejar es que esa fama que tenemos los catalanes de serios, ponderados, exactos, moderados y prudentes no es tan así. Te das cuenta de que en lo que decimos hay mucha locura, hay mucha sentimentalidad también, hay mucha inexactitud, mucho ensueño, mucho sueño. La gente vive en medias verdades, o con errores, y eso también es divertido. Somos un pueblo como cualquier otro, como podrían ser los castellanos.

¿Es luchar contra el estereotipo del catalán serio?

Del catalán serio, cerrado, muy racional, muy cerebral, muy poco emotivo, muy exacto, como un funcionario modélico… El catalán no es así. Los catalanes tenemos los gramos de locura y de tontería habituales de cualquier sociedad.

Enric Gomà, escriptor. Barcelona 05.11.2025 | Mireia Comas
Enric Gomà, escritor. Barcelona 05.11.2025 | Mireia Comas

Entonces, ¿el libro permite ver el país desde otra perspectiva?

Exacto. Es eso. Por eso lo he hecho. Permite ver el país desde otra perspectiva. Desde una perspectiva mucho más viva, y a la vez un poco alocada. Permite ver una Cataluña que no es la que imaginamos, de aquella que somos todos herederos, hijos y nietos del noucentismo. Un proyecto político y cultural muy concreto, pero claro, era más falso que un euro de madera.

He descubierto que el otro día fue protagonista de una conversación con un argentino en la cola del cine Renoir Floridablanca. Él se dirigió a usted en catalán y usted mantuvo el catalán y le dio las gracias.

Es así. Un argentino me dijo en castellano que estaba indeciso y no sabía qué película escoger. Yo le hablé en catalán, él me respondió en castellano y yo continué en catalán tranquilamente. Y al cabo de un rato veo que cambia y se pone a hablar en catalán. En un catalán precario, voluntarioso, justo, pero en catalán. Y cuando terminamos de hablar, y cada uno iba a ver su película, me dio las gracias por haberle hablado en catalán. Me pareció bonito, y por eso lo expliqué. Pero las redes son muy especiales.

¿Por qué?

Porque una usuaria me dijo que era muy bonito, pero no se lo creía. Di la conversación por terminada porque, si yo explico algo y me dices que miento, no sé por qué debemos estar conversando. A veces las redes son muy extrañas.

¿Y este tipo de situaciones aparecen en el libro?

No. Busco siempre que sean más divertidas, que sean más enigmáticas o más sorprendentes, que haya algún uso de la lengua muy especial, que también me gusta. Pero esta, en concreto, no la habría recogido.

Siempre le han preocupado mucho las cuestiones de lengua. ¿Qué imagen nos da el libro del catalán que ahora se habla?

Bueno, de entrada hablamos de proporciones. Los ‘al carrer’ que yo he recogido y los que yo recibo siempre están en un 50-50 y, según la encuesta de usos lingüísticos del 2023 estamos en un 32,6%. El catalán es una lengua que la presencia del castellano la ahoga mucho. Eso para empezar. Y el catalán espontáneo, coloquial, lo encuentro especialmente rico e interesante. El otro día un hombre decía que de joven era “un cul d’angúnies”. Caramba, eso lo había oído, pero no lo tenía muy presente. Eso es espontáneo, eso es coloquial, eso es natural, porque no viene de un libro o de un diccionario. Y en este sentido el catalán aún mantiene toda esta vitalidad. Lo que pasa es que es más fácil que esta vitalidad la mantenga gente de 40 años para arriba, que de 40 para abajo.

¿Por qué se ha castellanizado en la franja de edad más joven?

De 40 para abajo se ha empobrecido y se ha reducido. También es verdad que a medida que vives vas adquiriendo bagaje lingüístico. Yo hablo diferente ahora, a los 62 años, que cuando tenía 18. También es verdad que me he dedicado a eso, y por eso he prestado mucha atención. Por ejemplo, desde el año 1989, recojo palabras y frases hechas que me sorprenden de la calle. Desde entonces he recogido 11.800.

¿Recoge expresiones coloquiales?

Exacto. Expresiones coloquiales que me sorprenden y que yo no utilizo. Y, entonces, pienso que el catalán espontáneo tiene mucha riqueza y que no queda bien reflejada en los medios de comunicación, en las series de ficción, en las sitcoms. Ahora pienso en La casa nostra, que me ha gustado, pero lingüísticamente pienso que se podría haber trabajado un poco más.

También explicó que en el año 2024 en la plaza Cataluña se le acercó una chica, con una carpeta y una acreditación, y le comenzó a hablar en castellano. «¿Tengo cara de castellano?», le dijo.

Cuando me hablan en castellano, digo, “oye, ¿tengo cara de castellano? No sé por qué me habla en castellano”. Es algo que digo aquí en la plaza Cataluña, porque me paran a menudo y se quedan muy sorprendidos. A veces ríen y a veces se enfadan. Pero pienso, mira, trabajo para ti. Dos trabajos, enfadarte y desenfadarte. En este sentido, creo que debemos ser más activos para defender la lengua, con toda la imaginación que cada uno sea capaz. Lo que no puede ser es decir “por favor, habla en catalán”. Esta cosa lastimera de decir “por favor, salvemos la lengua entre todos” no lleva a nada. Eso no anima a nadie a nada.

Enric Gomà, escriptor. Barcelona 05.11.2025 | Mireia Comas
Enric Gomà, escritor. Barcelona 05.11.2025 | Mireia Comas

De hecho, en este sentido, en una entrevista reciente, Óscar Andreu me dijo que “por educación, se debe hablar catalán en Cataluña”.

Esto es una manera de darle la vuelta, porque durante décadas hemos pensado que por educación se debía hablar en la lengua del otro. Entonces, Óscar Andreu hace un ejercicio elaborado y muy inteligente, de decir que por educación se debe responder en catalán. Me parece bien. La educación aquí implica acoger, incluir, facilitar el aprendizaje, facilitar la práctica, la naturalidad. Es mucho más útil, progresista y alentador mantener el catalán, porque esperas que las personas se incorporen al catalán a lo largo de la vida y a lo largo de los años. Esto lo explica muy bien el consejero Francesc Xavier Vila, que insiste en la necesidad de potenciar los espacios de convivencia en catalán para que la gente que lo aprende se suelte en espacios catalanohablantes donde se sienta seguro, se sienta acogido y se sienta natural. Y que todo no sea una especie de lucha contra los elementos. Entonces Óscar Andreu coincide en esta idea del consejero Vila.

Este libro está pensado para pasar un buen rato, pero ¿la situación del catalán le pone de mal humor?

Hombre, la situación del catalán me preocupa. El año 2022 hice el libro Prou catastrofismes lingüístics porque tuve la sensación de que vivía rodeado de personas desesperadas, que daban el catalán por perdido, y personas lingüísticamente muy conscientes y muy responsables, pero muy desanimadas y con muy poca capacidad de trazar proyectos de futuro y mecanismos de divulgación y de recuperación. Que el catalán se recupera con poder eso es evidente, con poder y dinero. Y por suerte, en todo este período se ha creado el Departamento de Política Lingüística, que ha sido un gran acierto porque hacía muchos años que se reclamaba. Se ha creado una comisión por la lengua en el Ayuntamiento de Barcelona, y en muchos ayuntamientos ya tienen una concejalía de lengua. Esto significa concejal, presupuesto, estructura y gestión política. Espero que la comisión de lengua del Ayuntamiento de Barcelona sea el embrión de una futura concejalía de lengua. Esto estaría muy bien. Todos estos mecanismos de poder deben ayudar al catalán a salir de donde está. Naturalmente, nos va en contra la inmigración, que debe poder regularse. El catalán debe ser requisito para trabajar en la medida de lo posible. O sea, cada vez que en una oferta de trabajo pones ‘imprescindible catalán’, haces avanzar el catalán. Esto ya está en la pública.

¿Y en el sector privado?

No sé si se puede hacer obligatorio, pero, de entrada, se debería incentivar y no se hace. Desde el mundo laboral, hay que incentivar el aprendizaje y el conocimiento del catalán y su uso en el mundo laboral, en la medida posible. Entiendo que, por ejemplo, para vigilar un almacén por la noche, no es necesario saber catalán, pero en la atención al público o las relaciones internas de una empresa sí debería ser necesario hablarlo. Por ejemplo, la empresa Bon Preu lo ha hecho muy bien.

¿Por qué?

Hace un año y medio fui a Hostalets de Balenyà y me enseñaron la planta. Una de las cosas que nos explicaron es que cuando alguien entra a trabajar le explican que debe saber catalán, porque los avisos, las reuniones, la documentación… todo será en catalán. Y la gente lo aprende.

Antes ha hablado de poder y dinero. ¿Con poder y dinero es suficiente para revertir la situación del uso social del catalán?

Sí, claro. Con poder y dinero se revierte la situación social del catalán. Pero hay que arriesgarse y ser combativo. No se debe tener miedo de perder votos porque, claro, si tienes miedo de perder votos, entonces haces una política de baño maría. Y eso lleva a hacer este discurso, el discurso antiguo que digo yo, que es el de la cohesión, la convivencia, un solo pueblo, igualdad de oportunidades… Todo este discurso es un discurso suave, que no compromete a nada y que, a veces, es el que tienen los políticos.

¿Y este discurso puede llevar a un proceso de sustitución lingüística?

Sí, sí, este discurso lo favorece. No lleva a ninguna parte. Naturalmente, debe haber cursos de catalán y deben estar al alcance de todos, pero la piedra de toque va por otro lado. Es el catalán como requisito laboral en el país que es originario. Y también hay que entender que en este país no se hablan dos lenguas. Hay una lengua originaria y hay otra lengua que vino de fuera y, aunque hayan pasado dos, tres y cuatro generaciones, eso no quita el carácter de lengua originaria al catalán. Además, es el único territorio del mundo donde se habla y es donde se debe defender. Y hay otra lengua, que vino de fuera y que tiene muchos territorios donde se habla, y muchos de esos territorios son monolingües. De manera que la que debemos defender es la originaria, la propia. Con esto no hay más que decir. Y esta cosa del bilingüismo nos hizo mucho daño en los años 80.

Lo dice por los que dicen que “somos una sociedad bilingüe”?

Eso fue un invento de los castellanos. Los castellanos dijeron, “ningún problema. Catalán y castellano, a la par, y convivencia y todos contentos”.

¿Situarlas al mismo nivel crea una desigualdad?

Exacto. Y eso, naturalmente, poco a poco se fue viendo. Incluso, los jueces, en las sentencias, nos dicen que el catalán tiene derecho a un trato preferente mientras esté en situación de subordinación con el castellano. Y eso todavía es así. El catalán tiene derecho a un trato preferente.

Tiene derecho, pero en la práctica…

Pero en la práctica, el bilingüismo también defiende esta especie de equidad entre una y otra. Y es una equidad que es falsa porque hay una que es fuerte y hay una que es débil. Si hay una que es fuerte y una que es débil y no se adopta ninguna medida política, la fuerte se come a la débil.

¿Y la derivada de esto es una sociedad monolingüe?

Exactamente. Deriva en una sociedad monolingüe. El catalán no desaparecerá en 20, 30, 40 años, pero cuando seamos residuales, como tantas lenguas en el mundo como el occitano en Francia o el galés en el Reino Unido, no habrá posibilidad de recuperación. Quizás sí que dentro de 100 años se hablará catalán, pero si lo hablan 50.000 personas ya podemos plegar.

Enric Gomà, escriptor. Barcelona 05.11.2025 | Mireia Comas
Enric Gomà, escritor. Barcelona 05.11.2025 | Mireia Comas

Es lo que ha pasado en Irlanda con el gaélico.

Exactamente. Si nos convertimos en residuales, no lo enderezaremos. De manera que lo importante es ganar terreno. Mira, en el año 1992 había un 52% de la sociedad que tenía el catalán como lengua habitual, el castellano un 48%. Fue el único año que el catalán como lengua habitual superó al castellano. Difícilmente volveremos aquí en poco tiempo, pero debemos tender a ello. Por otro lado, hay debates que solo ensucian y no ayudan. Por ejemplo, el debate del purismo. Poner énfasis en los aspectos de pureza y de genuinidad hace que sea una lengua marcada. Y en castellano nadie se lo plantea. En castellano la gente habla y ya está. Prefiero un catalán un poco mestizo, solo un poco, y más difundido. Los catalanes tendemos a arrugar la nariz ante una masa de castellanohablantes que están aprendiendo el catalán y que no lo hablan muy bien. Eso no nos beneficia.

El otro día entrevisté a Blanca Roca y Mireia Morales, de Sos Català, y me dijeron que el “peor catalán es el que no se habla”.

Claro. Es así. Debemos entender que hay cientos de miles de personas para quienes el catalán es una lengua aprendida, sea en la edad escolar o en la edad adulta. Y una lengua aprendida tiene unas deficiencias que no tiene una lengua materna. Los profesionales que cobran y que deben tener un buen catalán para desarrollar su profesión deben espabilarse. Pero debemos tener flexibilidad con el resto. No puede ser que cada vez que alguien dice «que fort» nos desesperemos. No puede ser. Es una evolución que ha habido. Es un castellanismo. Para mí es un retroceso, es un calco, es malo; pero lo dicen así. Esto se ha transformado. ¿Lo erradicaremos? Ya lo veremos. Soy partidario de corregir solo a quien se debe corregir.

Por lo que me dice, entiendo que está a favor de corregir a los profesionales que tienen el catalán como una herramienta básica de la tarea que desarrollan?

Exactamente. Lo que no puede ser es que un catedrático de universidad te escriba fatal y te hable fatal. A una persona que está en el paro y habla como habla, yo en este caso quizás no lo corregiré si él no me lo pide. Pero los profesionales sí que se deben poder corregir, sí.

En el libro también se recogen situaciones catalanófobas como, por ejemplo, “¿Tu no te pongas a estudiar ahora, eh? Y menos en catalán”.

Sí, cierto. Eso es espontáneo. Retiré una que era muy ofensiva contra Ernest Lluch una vez que lo habían asesinado. La tenía seleccionada, pero era tan cruda que dije que no, por su familia y por sus amigos. Decía algo así como «Han matado a Ernest Lluch«. Y el otro decía «Un independentista menos». De entrada, es absurdo, porque Ernest Lluch no era independentista. Pero no me dio la gana incluir este desprecio hacia un hombre que habían asesinado. En cambio, incluyo la catalanofobia porque creo que explica sentimientos y reacciones de nuestra sociedad.

¿Es una reacción que pasa más en Cataluña que fuera?

Sí. Pasa mucho en Cataluña. Quizás por reacción a una cierta ola catalanista. También hay ‘al carrers’ homófobos, y tampoco los he retirado. También hay ‘al carrers’ racistas, y tampoco los he retirado. Pienso que forma parte de nuestra sociedad y que tengo ganas también de que estén incluidos porque así nos explica cómo somos.

¿La gente catalanófoba es enemiga del catalán?

No solo. La catalanofobia, que es muy reducida, porque la gran mayoría de castellanohablantes, y naturalmente de catalanes, no son catalanófobos. En el fondo, la catalanofobia es equiparable a la presencia de falangistas en la sociedad catalana. Son pocos. El enemigo del catalán principal es el Estado. Lo ha sido durante siglos y continúa siéndolo. La complicación principal para el catalán es el Estado. Mucho más que la constitución social de la misma Cataluña y la inmigración, que, naturalmente, es un problema lingüístico. Pero mucho más lo es el Estado con todas sus leyes, con la acumulación de poder…

¿La opresión que ejerce el Estado sobre la lengua?

Sí, pero a veces es una opresión que no es deliberada. Es la protección y la defensa de la lengua originaria del Reino de Castilla. España, y siempre me gusta decirlo, es un reino que se come a otro. España es el Reino de Castilla que se come la Corona de Aragón. Y eso comenzó en el siglo XV y todavía estamos aquí. Y la lengua del Reino de Castilla es la que ocupa todos los espacios de poder, económicos, políticos, sociales, culturales y de los medios audiovisuales de una manera fortísima. O cerramos esta llave de paso, o lo tenemos muy mal.

Entonces, ¿la solución para la lengua está en función de convertirse en un estado?

Convertirse en un estado sería una maravilla, pero explícamelo cómo se hace. Si pudiéramos apretar un botón, yo lo apretaría sin ninguna duda. Pero explícamelo cómo se hace. O sea, a veces debemos ser realistas y debemos intentar resolver nuestros problemas con las herramientas que tenemos y dentro del estado en el que estamos. El día que no estemos ya hablaremos.

Enric Gomà, escriptor. Barcelona 05.11.2025 | Mireia Comas
Enric Gomà, escritor. Barcelona 05.11.2025 | Mireia Comas

¿Y con las herramientas que tenemos, y el estado en el que estamos, hay que aceptar que hay un conflicto?

Sí. El conflicto está ahí. Pero hay gente que el conflicto se lo imagina social dentro de Cataluña. El sueño del Estado es que los catalanes estemos enfrentados entre nosotros. Dentro de Cataluña la convivencia es muy alta, y los catalanófobos son un grupo muy reducido. Es más importante tener gobiernos afines al Estado que muchas otras soluciones. Por eso el PSOE llega donde llega, y ojalá llegara más lejos. Un gobierno del PP-Vox sería mucho más perjudicial. Y eso lo sabemos porque lo hemos visto en la Comunidad Valenciana y en las Islas Baleares. Sabemos qué hacen, y lo que hacen no es satisfactorio. Lo que pasa es que, al lado de esta defensa de un gobierno más afín, está el hecho de que el Estado en sí mismo es nuestro problema. Y el Estado tiene poca voluntad de cambio.

Blanca Roca y Mireia Morales, de Sos Català, dejaron una pregunta para el siguiente entrevistado, que es usted: “¿Tiene alguna anécdota con el último catalán que se encontró en otro país?”

Que cuando te oyen hablar catalán, los catalanes se ponen muy contentos. Hay mucha gente que se ríe de esto, pero a mí no me molesta en absoluto.

¿Es una forma de crear comunidad en el exterior, no?

Claro, es comunidad y red. Tenemos una comunidad de 400.000 catalanohablantes dispersos por el mundo. Y ahora, con los medios que tenemos, no están perdidos en el espacio sideral. Tenemos redes sociales, tenemos comunicaciones. En los años cuarenta, los exiliados de Sudamérica sí que quedaban a la quinta forca, pero en estos momentos encuentro que estos 400.000 catalanohablantes de todo el mundo debemos poder jugarlos a favor. Como muy bien hizo Miquel Calçada con Afers Exteriors, que era un gran programa que ponía en relieve la comunidad exterior. 400.000 catalanohablantes no es ninguna nimiedad. Es muy importante esta cifra porque en Cataluña son 2,8 millones de catalanohablantes habituales. O sea, nos conviene tener 400.000 en la reserva activa.

La próxima entrevista que tengo programada para esta serie es el grupo Sidonie, que después de veinte años de carrera publican un disco íntegramente en catalán. ¿Qué pregunta les deja?

Creo que, fuera de contadísimas excepciones, la cultura en castellano hecha desde Cataluña está muerta y no tiene ningún interés. La sociedad catalana se ve mucho más reflejada con la cultura hecha en catalán, que no con la cultura hecha en castellano. Yo les preguntaría: ¿por qué no llegaron antes? ¿Y por qué han llegado ahora? Naturalmente, un creador puede hacer la cultura que quiera en la lengua que quiera. Ahora bien, después no esperes que la reacción de tu público sea la misma. Y en Cataluña, esta asociación entre cultura y lengua catalana se mantiene.

Comparte

Icona de pantalla completa