El Casal Camprodoní, una entidad sin ánimo de lucro fundada el 1883 y que gestiona el cine de Camprodon (Ripollès), necesita más socios y un relevo generacional que evite la desaparición tanto de la asociación como del histórico equipamiento. En este pueblo de poco más de 2.400 habitantes, y a pesar de las crisis, las guerras y las dificultades económicas, el Casal Camprodoní ha conseguido mantener viva la llama del séptimo arte desde que el 2 de julio de 1899 programara una exhibición de diapositivas en blanco y negro con una linterna mágica en el Casino Camprodonense, ahora ya desaparecido.

“Si fuéramos un cine comercial, ya habríamos cerrado”, admite su presidenta, Maria Claret, a la Agencia Catalana de Noticias (ACN). La entidad ha puesto en marcha una campaña de captación de socios para dar continuidad al cine, que da mucha vida en el pueblo. A pesar de que en las últimas semanas han obtenido unos treinta nuevos miembros, el Casal Camprodoní asegura que necesita más y, sobre todo, necesita más personas jóvenes dispuestas a implicarse en la asociación y hacer el relevo a la junta actual.

Camprodon tiene un cine popular gracias al Casal Camprodoní / ACN

Programación estable y de calidad todo el año

El cine Vall de Camprodon puede presumir de tener una programación estable durante todo el año. Hay sesiones los fines de semana, los festivos y durante el mes de agosto, cuando hay la temporada alta de turistas. “Las películas nominadas a los Globos de Oro, las hemos visto aquí”, relata con orgullo Neus Feliu, miembro de la junta del casal. Antes tenían que esperar semanas antes de poder ver los últimos estrenos, pero los tiempos han cambiado y el buen trabajo de la asociación ha podido recortar los plazos. “Tenemos buenos contactos y las distribuidoras nos hacen mucho de caso, somos buenas negociadoras”, añade Claret.

Una programación actual y cuidada y una sala moderna —hace unos años pudieron digitalizar el proyector de la sala gracias a una campaña solidaria— han sido la combinación perfecta para mantener vivo el cine. Los vecinos de la zona no tienen que ir a Ripoll (Ripollès) o a Olot (Garrotxa) para ver las últimas novedades. En invierno, las sesiones pueden tener entre 10 y 100 espectadores, mientras que en verano tienen más afluencia porque a la gente del pueblo se añaden los turistas y los visitantes. Otra ventaja del cine Vall Camprodon es que está en el centro del pueblo y esto le permite jugar un papel importante en la cohesión social. “Si vas a una sala en las afueras, se acaba la película y te vas a casa, esto no es social”, dice la presidenta de la asociación. “Si en un pueblo cierran las tiendas y los cines, ¿qué queda? Pisos dormitorio”.

Ahora el Casal Camprodoní se enfrenta a un reto mayúsculo: atraer a los jóvenes del pueblo, que no van tanto al cine y prefieren ver películas y series en las plataformas digitales. “Queremos que los jóvenes se involucren más en el cine y con ganas”, reconoce Neus Feliu, que recuerda que muchas ciudades catalanas ya no tienen cine y pone valor al trabajo que hacen en la entidad. “Son 52 semanas al año, cada sábado, domingo y fiestas y el mes de agosto hay un trabajo terrible y ninguno nos quejamos”. En el cine también hace de centro cultural donde se hacen conciertos, los Pastorets y otras actividades. “El asociacionismo es una de las herramientas más importantes que tenemos en Cataluña”, reivindica Feliu. “Nos hace falta que la gente se haga socio, la gente no se piensa la importancia vital que tiene, una asociación solo funciona si hay socios”.

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