El bajo nivel de comprensión lectora de los alumnos catalanes, que se sitúan a la cola del estado español, es multifactorial y tiene que ver, entre otras cosas, con un mundo que ha arrinconado la palabra en favor de la imagen, con los maestros que leen cada vez menos y con la falta de bibliotecas escolares que promuevan el gusto por la lectura. Este último punto es un incumplimiento del gobierno catalán en relación a la normativa educativa, que exige una biblioteca por cada centro escolar, y una parte importante del problema que la consellería pretende solucionar en los próximos cinco años.
El filólogo y máster de biblioteca escolar y promoción de la lectura Eloi Planas insiste en la importancia de cumplir con este requisito para revertir la mala situación del nivel de comprensión lectora de los alumnos catalanes de primaria. “El gobierno catalán tiene que procurar que se cumpla, sobre todo ahora que hay datos oficiales. Pero estas bibliotecas no pueden ser solo una sala con libros, sino que tienen que tener un fondo vivo, renovado y atractivo para los alumnos”, explica el experto. Añade que hay que destinar recursos para contratar personas especializadas que se puedan hacer cargo. “Hacen falta personas formadas para hacer este trabajo que también puedan hacer formaciones a los docentes para concienciar que la lectura es una herramienta importante por desarrollar el pensamiento crítico y la capacidad de argumentación”, razona.

Paquete de medidas del Departamento para reactivar las bibliotecas
En este sentido, Planas tiene la esperanza que el Gobierno incluya las bibliotecas escolares en el Plan Nacional del Libro que se tiene que anunciar durante el mes de julio. Parece que el ejecutivo catalán está dispuesto a hacerlo, al detectar que parte del problema se debe al hecho que no se trabaja el gusto por la lectura. De hecho, el director general de innovación, investigación y cultura digital, Joan Cuevas, expone en un artículo de opinión al
Este programa de Educación contará con recursos por conseguir a cinco años vista la reactivación del conjunto de bibliotecas escolares del sistema. Estas bibliotecas, apunta Cuevas, tienen que aportar “materiales y formaciones de alta calidad en los centros para que puedan desplegar buenas actividades de fomento del hábito lector y aprender a leer”. “No es un paquete improvisado, son medidas gestadas desde hace más de un año con representantes del mundo de la lectura y el educativo”, concluye Cuevas en este artículo. En la misma línea, al pleno monográfico de educación celebrado en el Parlamento el pasado martes, la consejera Anna Simó anunció este paquete de medidas todavía sin concreción.
La urgencia de hacer frente al problema desde las escuelas
Marc Guevara, responsable de Educación y Universidades de Plataforma por la Lengua, asegura que el nivel de comprensión lectora y de escritura del alumnado “es cada vez peor” y considera que parte del problema es el tipo de lengua que se encuentran en la calle. “Sobre todo tienen contacto con la lengua oral y en registro coloquial, la escrita la ven poco. Además, los referentes que tienen utilizan un tipo de lengua espontánea y descuidada, y esto hace que la comprensión de textos elaborados los cueste”, explica. Esto ha provocado una “degeneración” muy grande del registro escrito y de la comprensión lectora. “El sistema educativo tiene que hacer frente a este problema de forma urgente”, advierte.
Una de las soluciones inaplazables, explica, es garantizar que todos los centros tengan una biblioteca muy provista. “El 41,2% de los centros no tienen bibliotecas, un espacio que propicia actividades de lectura y que puede ayudar a recuperar buenas prácticas”, apunta. Añade que estas bibliotecas tienen que contar con un fondo muy cuidado. “El Gobierno tiene que invertir y tiene que contratar personas encargadas de mantenerlas. Al final, todo es una cuestión de inversión”, explica. Guevara lamenta que hasta ahora se hayan renovado solo los espacios, cuando es importante invertir en los libros por “ofrecer a los nanos cosas que los puedan atraer”.
En este sentido, apunta la importancia de potenciar el catalán en estas bibliotecas escolares, así como incluir en los proyectos lingüísticos de los centros un apartado para trabajar la lectura y la comprensión lectora. “Los libros tienen que potenciar el catalán dentro de este marco de la escuela como lugar donde compensar el que se encuentran los nanos en la calle”, concluye.
Dinamizar las bibliotecas para que los libros no sean “decorativos”
El lingüista Rudolf Ortega también considera importante promover las bibliotecas escolares para conseguir que el alumnado cultive desde pequeño el gusto por la lectura. “Alguien especialista tiene que llevar las bibliotecas y dinamizar el acto de la lectura. En el centro de mis hijos, la biblioteca la llevaba una antigua profesora voluntaria. Falta personal e invertir en libros”, razona. En muchos casos, los centros que tienen biblioteca lo utilizan como un lugar donde los niños esperan que los padres los recojan después de clase. “Los niños están allá esperando, pero no leen porque hace falta que haya alguien que haga actividades dinamizadoras”, explica Ortega. En este sentido, lamenta que en muchos casos los libros estén en estas salas “haciendo de decoración”.
A banda, Ortega considera que parte del problema es la pérdida del libro como elemento de estudio. “Hay escuelas que dejan que los alumnos entiendan las cosas por sí mismos y no hay ninguna disciplina”, se queja. También considera que el bajo nivel de lectura y de comprensión tiene que ver con los referentes de los niños. “Si a casa estamos todos con el móvil no podemos pretender que los niños cojan un libro”, concluye.