«Es una nueva etapa». Este es el mantra de la flamante consejera de Interior, Nuria Parlon, repetido durante el anuncio del nombramiento del mayor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, como nuevo director general de la Policía y del comisario Miquel Esquius como comisario en jefe del cuerpo. La definición de Parlon, pero, no acaba de convencer un buen puñado de mandos, sobre todo promoción más reciente y más jóvenes, ni muchos veteranos del departamento de Interior.

Fuentes de los mandos de nueva hornada y del departamento detallan en conversación con El Món que los nombramientos «tienen muy poco de nueva etapa». De hecho, muchos de los mandos traperistas también comparten implícitamente esta reflexión, dando por sentado que interpretan la designación de Esquivos como «restitución». «Es el retorno de la vieja guardia», apuntan las mismas fuentes. «Con un problema añadido, que es que cuando Esquius y Trapero fueron jefes del cuerpo tenían un mando político que, poco o mucho, marcaba los márgenes de actuación. Ahora, esta puerta de seguridad no está», añaden. Una situación que facilita el que consideran una «autopista, una verdadera vía libre a Trapero para que purgue todo aquello o todo aquel que huela de Eduard Sallent». «Será implacable», alertan.

Miquel Esquius, en una imagen cuando fue escogido jefe del cuerpo de los Mossos/Laura Fíguls-ACN
Miquel Esquius, en una imagen cuando fue escogido jefe del cuerpo de los Mossos/Laura Fíguls-ACN

Todo el poder acumulado en manos del mayor

«Tendremos al director general haciendo de comisario jefe, y a la subjefa del cuerpo, Alícia Moriana, haciendo de comisaria jefe», remarcan. «Este siempre ha sido el objetivo», subrayan esbozando los planes que Trapero ha preparado durante su etapa al frente de la DAS, la División de Avalució de Servicios. De hecho, Moriana es del sector duro de los Mossos, como ha demostrado durante su etapa en la región central, donde aplicó una línea de seguridad alejada del «proyecto Manresa» para luchar contra la percepción de seguridad en la capital del Bages, con actuaciones polémicas como por ejemplo desplegar la Brigada Móvil en el paseo de la capital del Bages para controlar los grupos de jóvenes que supuestamente enturbiaban la paz social en el centro de la ciudad o enviar los Mossos a detener jóvenes sospechosos de estar implicados en delitos dentro de los institutos.

«La designación de comisario jefe, por lo tanto, era irrelevante siempre que cumpliera con una condición: laissez faire y no molestar», añaden las mismas fuentes. «Al final, la designación estaba cantada: un comisario jefe que tenga bastante con la idea de su restitución y un campo muy amplio de actuación para Trapero», aducen. «Seguirá la purga», divisan las mismas fuentes que ya prevén una descabezada general a las comisarías generales, relevos argumentados con la lealtad y parada de las grandes reformas técnicas y estructurales comenzadas por la era Sallent. Por lo tanto, se pondrá el freno a la estructura que quería implementar el anterior Prefectura. «Es conocida la frase de Trapero de las barquillas de Sallent, en referencia a la policía marítima», comentan para recordar el reproche a uno de los logros de la anterior Prefectura y que más nervios provocó a la Guardia Civil.

El comisario Esquius no quiere problemas

El nombramiento de Esquius como comisario jefe y la insistencia de calificar la decisión como «restitución» también provoca recelos. El comisario de Súria comandó el cuerpo entre 10 de julio del 2018 y el 3 de junio del 2019, con Miquel Buch de consejero de Interior. Esquius cogió la Prefectura después de la aplicación del artículo 155, una vez cerrada la etapa de excepcionalidad, en que el comisario Ferran López, como jefe de aquella fase, hizo todo lo posible para hacer de tapón, mantener la integridad del cuerpo y evitar que la represión hiciera una matanza dentro del organigrama. Después de López, Esquius cogió el cargo «por responsabilidad y por sentido del deber» y su etapa fue conocida por su entusiasta dedicación a recuperar la confianza de las instituciones españolas como la judicatura, el ministerio fiscal, la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía.

De hecho, fue uno de los primeros mandos que permitió la entrada en los centros de mando especiales –los que se montan para situaciones complicadas– de cargos de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía, así como del ministerio fiscal. Una decisión que enturbió las relaciones con la cúpula del Departamento de Interior porque hacía más caso de las advertencias del fiscal en jefe de la Fiscalía en Cataluña, Francesc Bañeras, que no a la autoridad gubernativa qué tenía que decidir como actuar en una manifestación o protesta, como las de la huelga general del 21-D del 2018. Esquivos fue el comisario que investigó y envió mozos a instruir el caso de desobediencia contra el presidente Quim Torra. Al ser destituido remitió una carta a todos los integrantes del cuerpo en que afirmaba que había tomado las decisiones “pensante a recuperar la normalidad institucional, con todos los estamentos, cuerpos y actores sociales, desde la neutralidad política y con la voluntad final de servicio a toda la ciudadanía”

Ahora, miembros de los mandos del cuerpo, creen que Esquivos dejará hacer a Trapero. Es decir, que ostentará el cargo de manera institucional, pero quien llevará el día a día de la Prefectura será la comisaria Moriana. «En cierto modo, es una prejubilación», coinciden a criticar algunas de las fuentes consultadas. «Trapero tendrá manga ancha, con Moriana de persona de confianza y conocedor que Esquius no le pondrá ningún problema ni traba en ninguna de sus decisiones, planes o estrategias», concluyen con cierta resignación. Esquivos cuando plegó de jefe del cuerpo marchó en la Región Policial del Pirineo, una zona tranquila, a pesar de que muchos consideraron entonces que era un destino de «castigo».

El revuelo ninguno de los Mossos, Miquel Esquius, saludando la delegada del gobierno español, Teresa Cunillera, al llegar a los actos del Día del Cuerpo Nacional de la Policía, al Foro de Barcelona/ACN
El revuelo ninguno de los Mossos, Miquel Esquius, saludando la delegada del gobierno español, Teresa Cunillera, al llegar a los actos del Día del Cuerpo Nacional de la Policía, al Foro de Barcelona/ACN

«Parece ‘Regreso al futuro'», opinan algunos mandos

Algunos mandos se cogen la referencia en la «nueva etapa» con cierto humor y lo comparan con la película Regreso al futuro. «Volvemos atrás, pero con más mochila y más cadáveres en el armario», razonan. «Han pasado muchas cosas los últimos años», analizan para mirar con cierta desconfianza la nueva estructura de dirección de la policía. Funcionarios de Interior temen, por otro lado, que se haya vaciado de contenido político una figura como es el director de Policía. «No podemos olvidar que el director es la autoridad gubernativa que tiene que decidir en un centro de mando si se dispara foam o si se dispersa una manifestación, con este método u otro», subrayan. El hecho que sea un policía haciendo de político, y más un policía acostumbrado a mandar como un policía, desvirtúa esta función», alegan. Un peligro que Parlon negaba arguyendo «la experiencia de Trapero» como policía. Las dudas ya han llegado al complejo Egara, donde hay la sede central del cuerpo, y ven el riesgo que se despierte de nuevo la eterna guerra de gorras.

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