Junts per Catalunya decidió el lunes expulsar Cristina Casol (Lleida, 1969) del grupo parlamentario después de un conflicto interno a raíz de una denuncia por “acoso por razón de género” que presentó contra el presidente del grupo parlamentario, Albert Batet, a la Oficina de Igualdad del Parlamento y que posteriormente la cámara catalana archivó al considerar que no había “ningún hecho probado» contra ninguna persona en concreto que se pudiera sancionar. Posteriormente, 26 diputados firmaron una carta dirigida al Secretariado Permanente para pedir la expulsión de Casol, que se acabó validando en una votación en que no hubo unanimidad, durante la última reunión de la dirección del partido.
La diputada, que ya ha anunciado que está en trámites para dejar de militar al partido y que está estudiando con su equipo de abogados emprender medidas legales, explica en esta entrevista con El Món como ha vivido el proceso y revela algunas de las vejaciones que entiende que ha sufrido durante su etapa como diputada de Junts. Lo desvincula de una pugna entre borrasistes (su sector) y turullistas porque el partido solo ha tomado «represalias contra dos mujeres». Además, admite que no ha tenido apoyo público de la presidenta del partido, Laura Borràs, a pesar de que sí que lo ha notado en privado. Y también replica a la asesora del grupo y directiva del FC Barcelona Elena Fort, que este jueves la acusó de «banalizar la violencia de género”.
Lunes la ejecutiva de Junts la expulsó del grupo parlamentario. ¿Cómo vivió los hechos?
Llegué a la ejecutiva cuando se estaba tratando el primer punto del día. El segundo punto era el traslado de los acuerdos del Secretariado Permanente a la Ejecutiva Nacional. En aquel momento tomó la palabra el secretario general y trasladó el acuerdo, que era pedir la dimisión o mi expulsión, que se lo habían pedido por carta 26 diputados del grupo parlamentario. Y entonces se abrió un turno de palabra. Primero habló la presidenta Borràs, que hizo una reflexión sobre el que significaba esto. Dijo que no se había expulsado nunca a nadie. Y a continuación empezaron, una por una, todas las personas que quisieron intervenir, a decir la suya.
¿Fue una reunión tensa?
Fue una reunión tensa en la cual yo intervine al final. La mayoría de personas que intervinieron dieron su opinión la suya, pero el clamor de todos fue que no conocían el tema y que solo sabían el que se había publicado a los medios. Ellos me pidieron que dejara el acta y el partido, que lo dejara todo. Dijeron que todo el que había salido en prensa y las filtraciones habían dejado muy malograda la imagen del partido y que, de alguna manera, era mi comportamiento, al haber presentado la solicitud de intervención a la Oficina de Igualdad del Parlamento, el que lo había provocado. Hubo intervenciones de todo tipo.
¿Qué razones presentó la dirección del partido para echarla?
Ellos insisten que solo son diferencias ideológicas y que no hay mobbing. Incluso hubo una persona, que no forma parte del grupo parlamentario, que avaló la propuesta sin dar ningún tipo de argumento. Fue muy duro, para mí y para todo el mundo, cuando tomó la palabra Aurora Madaula, porque durante las intervenciones fueron mezclando mi nombre con el suyo. Aurora Madaula intervino y dijo que ella estaba de baja por una depresión profunda, con factor exógeno y peligro de autolesión. Esto es muy grave porque el factor exógeno quiere decir que la depresión te la producen factores el entorno donde vivos. Ella trasladó que las actitudes y los comportamientos del grupo la habían ninguneado siempre por su ideología y lo hacía extensivo a mí y decía que era una persecución personal, y que ellos de alguna manera este escarnio lo habían hecho a través de acoso machista. Es decir, ellos habían utilizado un machismo muy radical, mucho bestia, para combatir nuestra ideología. Creo que usó la palabra machismo persecutorio. Es una persecución machista porque nosotros pensamos diferente.

¿Usted pudo defenderse?
Sí. Tomé la palabra y les dije que yo lo había vivido todo como un machismo absoluto. Era machismo, era aislamiento, vejaciones en público, menosprecio… y les dije que si yo hacía silencio, de alguna manera, era aceptar que ellos tenían derecho a estos comportamientos tan indignos y mezquinos. Y que, justamente por eso, yo no podía callar, y por eso fui a la Oficina de Igualdad del Parlamento.
¿Pero el partido no ha dado ninguna explicación sobre esta decisión?
La decisión me la explicaron. Era una carta firmada por 26 diputados que decían, básicamente, que o ellos o yo. Es una forma muy infantil de verlo, porque ellos dicen que no pueden trabajar conmigo. Una cosa que me ha parecido muy cínica es que ellos dicen que no sabían nada, pero lo sabían porque son los que lo han hecho. Encuentro muy cínico que los 26 diputados que han tenido este comportamiento conmigo a lo largo del tiempo digan que no saben nada, cuando han estado actores. Entonces no quieren ninguna explicación, es que no la necesiten.
Laura Borràs fue una de las ocho personas que votó en contra de su expulsión. ¿Pero ha echado de menos su apoyo en público?
Apoyo en público de ella no he tenido. He tenido apoyo privado y me ha explicado que votó en contra. Yo dirigí una carta al Secretariado Permanente dirigida a la presidenta y al secretario general, pero él no quiso saber nada porque no se quería poner en temas que requieren confidencialidad. Ella, en cambio, me explicó en el ámbito privado que el Secretariado Permanente leyó mi carta, donde exponía todo el que había sufrido. Exponía que por una maldita filtración un tema confidencial había salido a la luz pública y exponía los rasgos principales del informe, y resumía que había un machismo arraigado. Y al final de la carta pedía la mediación. Pero el Secretariado Permanente consideró que no hacía falta.
La expulsión del grupo es el final de una queja que presentó en noviembre por acoso por razón de género. ¿Cuál es el detonante?
La historia empieza mucho antes. Me voy un poco atrás porque en Junts las cosas iban como iban. Hay rivalidades y personalismo. Yo siempre había defendido mi ideología, pero somos minoritarios al grupo. La salida del Gobierno fue un luto para Junts, se digerió, pero hizo mucha sangre. Yo, en Lleida, fui una de las principales y únicas defensoras a favor de la salida del Gobierno, pero hubo un hecho detonante. Hubo una votación sobre una ILP sobre los pajareros de la Rambla en el Parlamento y hubo 5 personas que votaron en contra de la disciplina de voto: dos mujeres y tres hombres. Las dos mujeres, Aurora Madaula y yo, hemos sufrido represalias y los hombres, no.
Aquel día bajo a una reunión en el despacho del presidente del grupo, Albert Batet, en la que también hay Mònica Sales i Jaume Alonso-Cuevillas. Lo primero que hace el presidente es comunicarnos que ha habido una rotura de la disciplina de voto y que elevará el caso al Secretariado Permanente del partido para que tome medidas. En esta reunión, que fue tensa, le dije que las cosas no iban bien porque yo había sufrido la bronca de un diputado por eso y le dije que estaba usando una rumorología contra mí diciendo que yo voto sistemáticamente diferente. Ellos me dijeron que encontraban que todo iba bien y que, en todo caso, era una cosa mía. Les dije que en este grupo han pasado cosas muy gordas, yo sé que hubo cinco diputados que quisieron expulsar a Francesc de Dalmases. Al final, no hubo denuncias, pero hubo dos diputadas que fueron a la prensa a explicar cosas. Yo entonces los pregunté si tenía que acudir a la prensa o a la Oficina de Igualdad y les dije que me había estado informando. Ellos me dijeron que hiciera el que quisiera.
¿Por qué no llevó la cuestión a los canales internos del partido?
Yo lo que no haré es poner una denuncia en un canal interno y que la persona que vaya a los medios a explicar mi denuncia sea la responsable de la Comisión de Garantías. Si yo tengo que explicar a los medios lo que me ha pasado lo tengo que hacer yo, no Magda Oranich, como hizo en casos como el de Francesc de Dalmases. No daré toda la información que yo tengo al enemigo.
Usted denunció diez situaciones, pero el informe concluye que en la mayoría “no se ha podido acreditar ninguna situación de acoso o discriminación” y, como consecuencia, el Parlamento decidió archivar el caso…
No es muy bien así. Yo resumí las diez situaciones más importantes que yo había sufrido durante este tiempo: exclusión, rumores falsos, gritos al hemiciclo, comentarios peyorativos, que parezco de la CUP, gestos groseros, comentarios machistas entre los diputados sobre otras diputadas y cambios de comisiones extraños, veto a las reuniones, se me apartó de temas con los cuales había planteado una oposición ideológica. Siempre han usado este juego sucio. No me han dejado llevar iniciativas parlamentarias.
El informe aprobó que, de las diez situaciones, cuatro (rumores falsos, gritos, aislamiento y comentarios peyorativos) eran ciertos. Acreditó que el acusado había roto el principio de confidencialidad porque el presidente del grupo parlamentario había socializado la denuncia. No probó que el acusado no fuera el responsable directo, pero sí su entorno. Y dio unas recomendaciones al grupo sobre que se tenía que formar en materia de acoso y confidencialidad.

¿La queja se tenía que centrar en Albert Batet o se podía ampliar a otros miembros del grupo?
La técnica me dijo que, como que había muchas personas, porque cité entre 10 y 12 personas, no se podía hacer una queja tan polarizada. Me aconsejó centrar la denuncia en el presidente porque, de alguna manera, es responsable de los comportamientos de todos y de ver si alguien sufre o tiene problemas.
¿Ha hablado de esta cuestión con Albert Batet?
No. La denuncia tiene un trámite interno de confidencialidad, pero pasó una cosa grave. Antes del pleno de las Mujeres hubo una reunión muy dura por la declaración de apoyo a la activista andorrana a favor del aborto. En la reunión intervinieron diputados hablando de rumores, hubo una discusión flagrante y la dirección del partido acabó retirando el apoyo a la declaración. Entonces hubo un clan de diputados que pidieron una reunión y firmaron una carta contra Madaula. Yo asistí a aquella reunión y escuché todo lo que decían. Fue muy dura. En aquella reunión, lo único que hice fue ponerlos en evidencia y preguntarles si habían preguntado a Aurora Madaula qué le pasaba. Les hice ver que lo sabían perfectamente porque habían sido los actores que habían participado en toda esta historia. Fue una reunión muy dura, de las peores que he vivido. Aquel día Aurora tenía una charla política a las Cocheras de Sants y cuando llegué fui directamente a los servicios a sacar la merienda. Tuve un malestar terrible.
También se acredita un ambiente de trabajo “donde el machismo más cultural está arraigado”. ¿El partido ha hecho autocrítica?
El partido no ha hecho nada. ¿Qué ha hecho el partido? No ha hecho nada más que expulsarme. Lo único que ha hecho es vengarse, tomar represalias y nada más.
¿Esto lo vincula con este machismo cultural?
He sufrido mobbing y machismo ambiental, que puede ser ejercido por superiores, compañeros de trabajo o subordinados con el fin de crear un ambiente desagradable, intimidatorio, hostil, humillante, ofensivo e inseguro. Machismo ambiental, acoso ambiental. Yo creo que han usado esta manera de hacer, que hay gente que me dice que en política es habitual, para conseguir expulsar a un cuerpo extraño ideológico, en este caso yo.
El informe hace referencia a «personas con miedo a represalias». ¿Hay miedo en el grupo de Junts? ¿Hay diputados que tienen miedo a represalias?
Sí. Sí.
¿Es una lucha interna de partido entre turullistes y borrasistas?
No creo que sea un tema de borrasistas, porque entre los borrasistas también hay gente con una ideología liberal. Es una persecución machista porque ideológicamente pienso diferente. Es posible que al haberme manifestado en muchos asuntos de forma diferente, ellos hayan usado esta persecución machista. Que en Junts hay diferencias ideológicas es un hecho. Que usan el machismo para combatir la disidencia ideológica es un hecho. Es que lo han hecho con las mujeres. ¿Lo han hecho también a los hombres borrasistas? No. Incluso ha habido alguna persona que tuvo un tema diferente al mío –Francesc de Dalmases–, pero no pidieron su expulsión y era un hombre. Claro, han ido a por nosotras porque somos mujeres y piensan que pueden ejercer esta presión. Yo he sentido que me han hecho cosas a mí que estoy segura que si no fuera por el hecho de ser mujer no las habrían hecho.
Ayer una mujer, asesora del grupo de Junts y directiva del FC Barcelona, Elena Fort, la acusó de “banalizar la violencia de género”.
Cuando Jordi Font dejó el grupo para ir al Gobierno con la consejera Ciuró, el grupo parlamentario confió Elena Fort como coordinadora de grupo parlamentario, hasta que volvió Jordi Font y ella se quedó como asesora. Me parece muy fuerte que una persona que es una asesora del grupo parlamentario, que trabaja para el grupo y que la contrata Albert Batet salga a hacer estas afirmaciones falsas sobre mí. Sus afirmaciones no tienen ética. Es decir, ella sabe perfectamente el que me han hecho. ¿Cómo osa salir a decir esto? Además, es la única mujer a la directiva del Barça y lo encuentro de una poca ética y de un comportamiento indigno absoluto. Pienso, incluso, que el Barça lo tendría que ver porque viaja todo el día con el club. Tiene un contrato y cobra un sueldo del Parlamento y en el Parlamento no la vemos nunca.
Usted ya es diputada no adscrita. ¿Cómo encara el pleno de la semana próxima?
Tengo mucho trabajo. El secretario general ayer habló conmigo y hoy he entrado a registro la comisión a la cual me corresponde quedarme. Él me dijo que la semana que viene la Junta de Portavoces decidirá donde me sentaré. Yo le pedí que, por favor, me pusiera en un entorno seguro porque aquello es muy pequeño. Yo no quiero tener en mi fila a ningún diputado de Junts que ha firmado a favor de mi expulsión. También me dijeron que la semana que viene me informarían si me toca un módulo de asesor y un despacho, porque Junts, en el momento que entró la carta para hacer efectiva la expulsión, me expulsó de todos los grupos y sacó mi nombre del despacho.
Allí se encontrará con sus compañeros de grupo. ¿Esto le crea algún conflicto?
La semana pasada ya asistí al pleno. Estuve mucho rato entre dos diputados que han firmado la carta, haciéndome un placaje machista grave. Estuve allí y aguanté. Tienen muchas ganas de continuar con este acoso personal, marcada por dos hombres. Y estuvieron rato y mucha gente me lo hizo ver con mensajes preguntando qué hacían, porque no estaban en sus escaños. Recibí mensajes de diputados de Esquerra, Comunes y de la CUP. Solo pido un entorno seguro y no tener relación con esta gente, porque es violento. Por eso pedía sentarme en un lugar seguro, que es el que necesita cualquier víctima.
¿El caso Madaula puede acabar como el suyo?
El caso Madaula no sé cómo acabará. Se ha filtrado que a principios de año entró su escrito a la Oficina de Igualdad. Veremos como avanza… En la Ejecutiva Nacional de lunes hubo un diputado que intervino y dijo que si el informe hubiera probado los hechos del presidente del grupo parlamentario, lo habrían echado a él. Pues a ver qué pasará. Si el informe concluye que el presidente, si es él, tiene parte de responsabilidad, ¿le harán el mismo? ¿25 diputados firmarán una carta para excluirlo, puesto que ha utilizado machismo? Y, si dice que no, ¿qué harán? ¿Harán lo mismo que conmigo? Es una buena reflexión. El grupo parlamentario solo ha tomado estas represalias contra dos mujeres.