La autodeterminación tendría que ser vista internacionalmente como una solución y no como un problema. Es el punto de vista que defiende Timothy Waters, profesor y director asociado del Centro para la Democracia Constitucional de la Universidad de Indiana, en el documental

El profesor norteamericano, en uno de los momentos más distendidos de la velada, ha recordado a los dos centenares de personas que había en la sala que su país se independizó hace poco más de 200 años. Su tesis es que lo que realmente genera inestabilidad es la rigidez de las fronteras de los estados consolidados, y no la posibilidad de modificarlas con procesos democráticos. Como receta contra esta tensión, que siempre será inevitable si hay minorías que no son escuchadas, Waters ha propuesto para el derecho internacional «un principio de autodeterminación» y que «la voluntad de ser Estado tenga una salida plebiscitaria, a través de un referéndum». Este principio tendría que actuar, como los derechos humanos, para compensar la gran fuerza de los estados. Según el profesor, esta norma reconocida internacionalmente permitiría organizar referéndums y, aunque no fueran vinculantes, sí que tendrían que obligar al estado del cual la minoría se quiere separar a sentarse a dialogar.
Tanto Waters como Ponsatí han dejado claro que, de entrada, los estados consolidados –por ejemplo, los europeos y, por lo tanto, de la misma Unión Europea– serán hostiles a los proyectos de ruptura, como lo es el de Cataluña.
Clara Ponsatí reclama «hechos y no discursos»
A pesar de que también tiene una larga trayectoria académica, Ponsatí ha hablado más como mujer de acción. Consejera exiliada del gobierno de Carles Puigdemont que en 2017 impulsó el referéndum del 1-O, eurodiputada de Junts y Lliures per Europa y pesadilla del juez Pablo Llarena –que ahora mismo está pensando cuál tiene que ser su próximo paso contra ella después de la detención esperpéntica de hace unas semanas– ha si recibida con una ovación, el público de pie y gritos de independencia.
Para Ponsatí, lo que el independentismo tiene que tener claro ahora mismo es que hacen falta «hechos y no discursos». Solo con hechos «reaccionarán los estados y las instituciones». La clave es «estar dispuestos a jugar fuera de las reglas del juego que marca el estado español». «Nadie estará dispuesto a moverse hasta que no nos movamos nosotros», ha dicho contra la idea que se instaló en 2017 sobre la supuesta e imaginaria ayuda que se recibiría desde Europa. Hechos habrían sido, por ejemplo, aplicar el mandato del 1-O e intentar implementar la independencia.
«La gente joven dice que todavía podemos hacer la independencia»
Como suele pasar, a Ponsatí le ha caído la pregunta sobre cuáles son los costes de la independencia y si los independentistas están realmente dispuestos a asumirlos. «Después del fracaso de 2017 después del 1-O, si nos volvemos a poner en marcha tenemos que haber aprendido algo, como que no éramos suficientemente conscientes de los costes», ha admitido. «Lo que no sé decir es si estamos dispuestos a asumirlos, lo sabremos cuándo nos pongamos a ello, pero yo creo que sí, porque si no es que estamos dispuestos a aceptar que los españoles se nos coman y desaparezcamos», ha advertido.
Y para redondear el discurso, después de advertir que ahora mismo lo más urgente es «combatir el cinismo», ha garantizado: «Cada vez que hablo con alguien joven y le pregunto si cree que todavía podemos hacer la independencia, chico, todo el mundo me dice que sí». Un aplauso ha recibido este comentario como final de la velada. EN la primera fila del público había la presidenta de la ANC, Dolors Feliu, y la también jurista Neus Torbisco, vocal de Òmnium Cultural y hasta hace poco miembro del gobierno del Consejo de la República, colaboradora del equipo de realización del documental –los ha ayudado con el guion– y llegada expresamente desde Ginebra, donde vive y trabaja.


