Sergi Sabrià (Palafrugell, 1975) es socarrón y directo a la vez, lo dosifica según el momento. Él lo atribuye a la identidad ampurdanesa. Sea como fuere, se le conoce por una contundencia dialéctica que, después de una etapa con un perfil poco público en la «sala de máquinas» del gobierno de Pere Aragonès, vuelve a emerger, con más proyección pública que nunca, con su nuevo cargo de viceconsejero de Estrategia y Comunicación para el último año de legislatura. Tiene que velar por el relato del ejecutivo, para producirlo puertas adentro –para tener cosas que comunicar, «la política no puede ser solo relato», asegura– y para darles forma y presencia puertas afuera. Sin vacilaciones, en esta entrevista subraya que el independentismo está «más cerca de la unidad estratégica ahora que hace seis meses» porque ERC y Junts son «en el mismo punto» en batallas como la de la amnistía. Pero a la vez no se ahorra señalar que Junts «se ha equivocado» con el voto que frenó una ley que ya era «robusta» –la palabra de moda– y que no quiere compartir los presupuestos de la Generalitat con los republicanos. Contra lo que dicen las encuestas del CEO, afirma que ERC ganará las próximas elecciones en el Parlamento catalán, que será con más diputados que el 14-F y que su prioridad es continuar gobernando «en solitario». Dentro en un año se sabrá si se equivocaba o no.
Afrontan el final de la legislatura con dos cambios en el gobierno. En la vertiente institucional, la consejera Laura Vilagrà ha ascendido a vicepresidenta. Y en el ámbito de coordinación interna y de la comunicación, usted pasa a ser viceconsejero y vuelve a tener un perfil con mucha proyección pública, que no tenía desde que entró a formar parte del gobierno. ¿El gobierno no comunicaba suficientemente bien?
La decisión es reforzar esta última etapa de legislatura en un momento en que la capacidad de negociación con el Estado es mucha, una cosa que para nosotros es muy importante porque es la oportunidad de dar recursos y soluciones a los catalanes, en el ámbito social, económico y nacional. Los indultos, los cambios al Código Penal o la amnistía son pruebas de que todo esto está dando resultados, y reforzamos este flanco con la vicepresidenta Vilagrà. Y, en el ámbito interno, como la política moderna cada vez es más transversal y hay muy pocos proyectos que afecten a un solo departamento, se necesita mucha sala de máquinas, que es este espacio donde he estado yo, junto con Nuria Cuenca.
¿Pero tenían la sensación que los había que mejorar el ámbito de la comunicación?
Yo no tengo la sensación que el gobierno estuviera comunicando mal, pero admito que ya era responsabilidad mía, y todos tenemos que hacer autocrítica, pero una autoenmienda total tampoco hace falta. Sea como fuere, añadimos una voz más, una voz quizás diferente respecto de lo que es un consejero o el presidente, que tienen unos ámbitos muy definidos. Una voz que da más transversalidad.
¿Una voz más afilada, por su perfil y porque no tiene los condicionantes institucionales que tiene el presidente?
Quizás es una manera diferente de expresar algunas de las opiniones. No sé si es una voz más afilada. Yo hablo como me sale. Me gusta explicar las cosas claras, es importante ser claros y que la gente nos entienda. La comunicación también es más fácil cuando eres capaz de resumir las cosas. Frases cortas y más o menos contundentes. Quizás también hay una manera de hacer ampurdanesa. Sea como fuere, nuestro trabajo tiene un examen cada cuatro años y la gente tiene que haber entendido qué haces. Tan importante es mejorar la vida de la gente como que la gente lo entienda. Ahora bien, cuando hay problemas, no puedes decir que ha sido un problema de comunicación. Cuando no hay política detrás, no hay manera de comunicar nada bien. La política no puede ser solo relato.
Ahora hace unos días que tienen la sequía, las protestas del campesinado y la amnistía como debates principales.
Vamos uno por uno. La sequía es un problema muy importante y estamos poniendo muchas soluciones. Llevamos 40 meses de sequía y hasta esta semana pasada no entramos en situación de emergencia. Esto es el resultado del buen trabajo hecho. Seguro que a todo el mundo le habría gustado llegar hasta aquí con más soluciones. Por eso estamos trabajando para garantizar que, si nos encontramos en 2030 con otra sequía así de larga, ya no dependamos de las cuencas internas. Por eso ampliamos desalinizadoras, mejoramos la reutilización del agua, hacemos pozos nuevos. En 2030 este país será autosuficiente sin esperar que caiga agua del cielo, cosa que no es fácil, pero que también pasa en otros países donde tienen esta situación. Creo que la sequía es un buen ejemplo de comunicar bien, en el sentido de que no se ha escondido nada. Se ha ido explicando, como nos tendríamos que ajustar a cada fase. Y la gente está concienciada. Y deberíamos hablar del endeudamiento del ACA en una época determinada, que dejó al país sin margen de maniobra, y de años con pocas actuaciones. Me llama la atención que Santi Vila ahora haya escrito un artículo en
En el gobierno había los dos partidos, el de Santi Vila y el de usted. Y acaba de decir que hoy en día los proyectos no afectan un solo departamento…
Sí, sí, pero es difícil defender que ahora él, que era el consejero que tenía la responsabilidad, diga esto. En todo caso, ahora, en emergencia, nosotros estamos haciendo una cosa difícil. Porque la emergencia lleva siempre a una mirada corta. Y aquí estamos usando la mirada corta para dar soluciones a corto plazo y la larga para darlas a largo plazo.
Mientras defienden todo esto, ha estallado la protesta de los campesinos que, entre otras cosas, se quejan de que les hacen reducir mucho el agua de riego y que al turismo se le exige menos.
El campesinado tiene sobre todo un problema con las políticas europeas, con los tratados de libre comercio. Hacemos el discurso de la proximidad, de cuidar al campesinado más tradicional, pero después Europa no lo hace. Por eso, los representantes que tiene este gobierno en Europa han votado siempre en contra de estos tratados, y creo que con esto el campesinado nos siente a su lado. No se entendería que Cataluña tenga una de las gastronomías más reconocidas del mundo sin un campesinado detrás que produce algunos de los mejores productos. Si rompemos esta cadena, mataremos una manera de vivir.
Ellos se quejan de esto, justamente, por eso reclaman agua y simplificación burocrática.
De momento les hemos abierto las puertas, nos volveremos a ver dentro de quince días y creo que se fueron razonablemente contentos. Cierto, algunos deberes son nuestros [de la Generalitat], como por ejemplo la simplificación administrativa. La legislación no, pero tenemos alguna capacidad de ayudarles y lo haremos. Hay otras responsabilidades que son del Estado español, les acompañaremos en su reclamación. Pero si hay una situación de sequía, todos nos tenemos que estrecharnos el cinturón con el agua, y el volumen de agua que gasta el campesinado es mucho. Estamos mirando hasta donde lo podemos revisar, pero las restricciones estarán porque el agua no está. Cualquier otra respuesta sería engañarnos.
¿No tienen razón en señalar el agravio comparativo respecto de las exigencias al sector turístico?
El sector turístico también tiene que hacer un esfuerzo, pero la cantidad de agua que consume es muy diferente y el PIB del país también necesita este sector. Pero hay otros grandes ejes en el gobierno, como la defensa del catalán y los 24.000 millones de déficit fiscal, que es insostenible. La financiación es uno de los temas hasta que seamos una república independiente, que es el objetivo final. Y el traspaso de Rodalies, que ha sido una oportunidad de primer nivel, porque hemos aprovechado las palancas con el Estado y el PSOE, que no hace nada si no se lo obliga. La aritmética electoral nos ha dado oportunidades, en elecciones anteriores a ERC y en esta legislatura también a Junts. La situación de los trenes hoy en día no puede ser. No funcionan nunca.
El gobierno español asegura que ahora tiene un plan de Rodalies, de hecho hay varias obras en marcha. Y su gobierno ha fichado a su gestor, Pere Macias.
Esto ya lo han dicho muchas veces. Si ahora tienen un plan, perfecto. Porque lo ejecutaremos nosotros, que hemos pactado el traspaso. Por lo tanto, el plan español pasará a ser un plan catalán. Pero la última vez que nos explicaban que tenían un plan estaban muy estresados porque había elecciones, y el día que no iban los trenes se inventaron un relámpago para intentar que no fuera culpa suya. En realidad lo que pasó es que las líneas se caen a trozos y la catenaria reventó como revienta cada semana.

Ha mencionado a Junts como pieza clave en esta legislatura en el Congreso. El independentismo de base no entiende por qué no consiguen la unidad estratégica los dos partidos independentistas presentes en la cámara española.
Quiero ser optimista. La gente cuando dice esto tiene una parte importante de razón. Cuándo hemos ido juntos hemos avanzado más. Posteriormente, hemos tenido una etapa larga en la que hemos hecho muchos intentos de buscar esta unidad estratégica, pero había mucha distancia entre cómo creíamos unos que se tenía que continuar avanzando hacia la independencia y como lo veían los otros. Nosotros siempre hemos optado por una etapa de negociación, de diálogo, de sentarse en una mesa, de aprovechar las oportunidades y de convertir imposibles en posibles. Los indultos, la reforma del Código Penal, la amnistía. No somos independientes. Costará. Ya lo sabíamos. Pero resultados hay. Y, en cambio, el intento de volver a la estrategia de 2017 no ha dado resultados. Yo he participado en muchos intentos de rehacer la unidad estratégica y hemos coincidido con Jordi Turull [secretario general de Junts], nos hemos sentado en muchas mesas. Pero era difícil, porque había una distancia de planteamiento. En cambio, ahora estamos en el mismo punto, tenemos la misma apuesta. Junts está negociando. Esto nos tendría que dar muchas oportunidades.
Pero se están peleando sobre el tramo final de la amnistía…
Junts se ha pasado los últimos dos años y medio o tres diciendo que la mesa de negociación no servía para nada. Entonces en las elecciones obtienen siete diputados, que seguramente no es un buen resultado, pero a veces no es tan importante cuántos obtienes como qué oportunidades te dan. Junts entra en la ecuación y levantan la mano y piden una mesa para hacer la investidura. ¡Tan mala no sabía ser, si han querido una para ellos! Sería mejor que hubiera una única mesa, pero da igual. Seguramente, el proceso de todo esto requería, ahora, que Junts tuviera su propia mesa. El caso es que estamos todos en el mismo punto. Por lo tanto, la unidad estratégica debe de estar más cerca, porque seguro que todos nos hemos movido un poco. La posibilidad de caminar juntos creo que está más cerca hoy que hace seis meses. Y la amnistía lo hemos trabajado muy juntos, para hacerla robusta.
¿Me está diciendo que no ha habido dos negociaciones?
Ha habido dos negociaciones de investidura. Decir otra cosa sería engañarse. Pero con la amnistía en el texto lo hemos intervenido todos mucho para llegar adonde hemos llegado. Podríamos discutir sobre la autoría del texto, pero no merece la pena. Aun así, nosotros teníamos algunas dudas, pero Jordi Turull salió a decir que la ley de amnistía era cojonuda, que no harían falta enmiendas. Algo pasa después, porque si la cuestión es que hay unos jueces de los que no te puedes fiar… hombre, ¡es España! Ya lo sabíamos que los jueces son así. Me parece muy flojo. La ley era robusta porque ya sabíamos cómo eran los jueces. Es naif decir de repente que ha aparecido un juez muy chungo. Ya sabíamos que había jueces de Vox y que hay, al menos una parte, que tendría que ser cero, que hacen política en lugar de hacer justicia. Junts se equivocó con aquel voto que frenó la ley. Era el momento de votarla, porque era conjunta, porque teníamos que dar esta señal de que íbamos a una con este tema, porque dábamos respuestas a mucha gente que lo está esperando y que ha sufrido mucho. Se ven mucho las caras más visibles, pero detrás hay mucha otra gente que está sufriendo.
¿No merecía la pena agotar todas las posibilidades y plazos para acabarla de hacer ‘robusta’, como dicen todos?
Ahora lo que estamos haciendo es dando tiempo a los jueces, más que encontrando soluciones. Pero lo tenemos que conseguir igual y, por lo tanto, manos a la obra.
¿Por qué cree, entonces, que Junts ha tomado esta decisión? ¿Considera que es una cuestión de marcar perfil?
Si la decisión que toma Junts es por eso, muy mal. Yo no quiero pensar que sea esto.
De todas maneras, su compañero Ruben Wagensberg se ha ido a Suiza. Como imputado en el caso Tsunami, él tampoco se sentía seguro con el texto de la ley ante los últimos movimientos del juez García Castellón.
Ruben, muy amigo mío, lo ha explicado muy bien. Seguramente se habría marchado igual, si la amnistía se hubiera votado, a la espera de su entrada en vigor… Pero se tumba la ley y él está fuera y no vuelve… Necesitamos que la ley se apruebe y que se aplique a todo el mundo, necesitamos que le funcione al presidente Puigdemont y a Marta Rovira. Sea como fuere, esta es la situación y se tiene que intentar, tenemos que hacer que la ley se apruebe. Nosotros queremos, necesitamos, el país necesita que Carles Puigdemont, el presidente Puigdemont, pueda volver, igual que Marta Rovira.
Antes hablábamos de los campesinos y usted decía que una gran parte del problema viene de Europa, de unos tratados de libre comercio que los perjudican. Pero continuamos siendo europeístas y lo subrayamos mucho. Y la UE también toma decisiones que afectan a Cataluña en el terreno nacional. Este jueves se aprobó una resolución que pide investigar las injerencias rusas en el que el PP ha conseguido colar una mención directa a Cataluña y a Puigdemont. ¿Qué pasa con Europa?
Fui a la semana pasada en Bruselas. Las mayorías de derechas son muy amplias en Europa. Y hay un crecimiento de la ultraderecha muy importante, esto son malas noticias. Cuando pasa esto, ¿qué haces? ¿Abandonas al Eurocámara? No. ¡Batallas desde dentro! Nos gustaría una Europa diferente, pero no podemos disolverla para volver a empezar. No estamos en condiciones. Los catalanes somos poquitos allí y tenemos que aprovechar todas nuestras herramientas. La respuesta a esto no es abandonar, es luchar.
¿Les preocupa que haya riesgo de euroescepticismo?
Cataluña es profundamente europeísta y esto no cambiará. Podemos enfadarnos con Europa, pero el objetivo siempre tiene que ser transformarla, no abandonarla.
Los socialistas, incluidos los eurodiputados del PSOE, también votaron a favor de la resolución. Votaron contra las enmiendas del PP sobre Cataluña, pero participaron en la aprobación del texto, y el texto lo incluye todo.
Ya sabemos que con los socialistas tenemos que funcionar con una palanca de manera permanente. No es un partido que quiera tener una mesa de negociación con Cataluña, no es un partido que quisiera hacer los indultos, no es un partido que quisiera hacer la amnistía. Los tenemos que obligar todo el rato a hacer lo que pedimos y mientras tanto votan cosas que no nos gusten, muchísimas. Está claro que no son nuestros amigos, son unos rivales sobre los cuales la aritmética hace que tengamos muchas posibilidades de intervención y tenemos que aprovecharlas, para ayudar al país. ¿Nos gusta el PSOE? No. ¿Nos gusta el PSC? Tampoco.

El PSC, precisamente, es el partido que se sitúa en el centro de la negociación de los presupuestos de la Generalitat. El gobierno ha hecho contactos con los otros partidos, incluido Junts, pero el PSC parece el más probable, como socio principal, para poder desencallar el presupuesto, como fue el año pasado, a tres bandas, con los Comuns. ¿Hay alguna posibilidad con Junts?
Aprobar el presupuesto permite poner a disposición de los catalanes 2.400 millones más. Esto tendría que ser atractivo para Junts, que tiene toda la información. Pero costa mucho reunirse con ellos y demuestran cierto desinterés a la hora de sacarlos adelante. A nosotros nos gustaría que Junts no hubiera decidido marcharse del gobierno, nos gustaría aprobar los presupuestos con ellos y también nos gustaría tener una cohesión estratégica más grande que la que tenemos. Trabajamos para esto, pero de momento es difícil que nos voten los presupuestos. No tengo la sensación de que crean que son unos malos presupuestos, porque tampoco los he oído hablar mucho de ello. La sensación es que les parece que ahora no toca.
Las negociaciones con los otros partidos tampoco parece que avancen.
La CUP es muy difícil que nos apruebe los presupuestos, pero hemos trabajado mucho porque para nosotros es importante. Con los Comuns, trabajamos. Con los socialistas, vamos avanzando en la medida que podemos.
¿Cree que el PSC está dilatando expresamente esta negociación?
Un poco. Es delicado, porque creo que llegaremos a buen puerto y que tendremos presupuestos y esto es importante para el país. Este gobierno tiene muchos proyectos para salir adelante en este último año de legislatura. Tenemos ganas de hacer un buen último año, ganar las próximas elecciones, continuar sacando adelante este modelo de país. Y puede ser que los socialistas lo estén dilatando. A nosotros nos gustaría ir más deprisa, pero a veces da la sensación de que lo acompasan con otras cosas. Lo que pasa es que, si dices que relacionan los presupuestos de la Generalitat con otros presupuestos, no les parece bien…
Según el último CEO, con una encuesta de antes de la amnistía, el PSC es el mejor posicionado para ganar las próximas elecciones, con varios escaños de ventaja sobre ERC y con una caída de Junts. El resultado es que se perdería la mayoría independentista en el Parlamento catalán. ¿Esto se puede revertir en el año que queda?
La distancia no es tan grande. Las horquillas son muy anchas y, si las equilibras, si no coges su máxima y nuestra mínima, no es tanta la distancia. Nosotros no trabajamos sobre encuestas, pero si digo que no las miramos también es mentira. Todo el mundo las mira porque también es parte de nuestro trabajo. Lo que diría es que ganaremos las próximas elecciones, cosa de la cual estoy absolutamente convencido. Y este es el principal servicio que le podemos hacer al independentismo, tener muchos diputados como ERC. Porque no depende de nosotros cuántos tenga Junts o cuántos tenga la CUP. Por lo tanto, ¿que intentará hacer este gobierno y que intentará hacer ERC? Obtener muchos diputados, más que ahora. Y esto nos tiene que ayudar a hacer que la suma independentista sea 68.
Y, si se repite la mayoría independentista, ¿cree que hay posibilidades de volver a gobernar con Junts después de cómo fue la ruptura y de no aprobar ni los presupuestos con ellos?
Como que queremos ganar con muchos diputados y la geometría variable no nos ha ido mal, Junts dirá. Pero nuestra opción es obtener muchos diputados y seguir con el gobierno en solitario.
Pero les tienen que investir el presidente…
De momento, con 33 diputados vamos legislando y se han sacado adelante presupuestos. La legislatura ha tenido una estabilidad que le convenía al país. Por lo tanto, imagínese qué podremos hacer si tenemos más de 33. Mayoría absoluta ya sabemos que no la haremos, pero más de 33, sí.
Y ¿por qué cree que sacarán más de 33, más que el 14-F? ¿Esperan rentabilizar la gestión en la presidencia de la Generalitat?
El voto es un cómputo de muchas cosas. Si alguien se cree que en 2025 se pueden ganar unas elecciones solo hablando de gestión, que sepa que es imposible. Por lo tanto, también va del modelo de país y de los objetivos nacionales, porque este es un país que claramente tiene dos ejes. No solo juegas entre derecha e izquierda, donde creo que estamos muy posicionados y jugamos muy bien como izquierda socialdemócrata, que es donde queremos jugar. También hay unos objetivos de país, que están en un momento de dificultad, porque tienes que avanzar y ser realista a la vez. Lo que no vale es vender motos, no tiene premio, la gente no te lo reconoce. Pero está claro que hay toda una parte emocional.
Si Carles Puigdemont llegara a tiempo de ser candidato, ¿no alteraría los parámetros y las expectativas?
Ya se presentó en las últimas elecciones y no ganó. Sería una buena noticia para todos que todo el mundo estuviera habilitado, que todo el mundo se pudiera presentar, que las elecciones reflejaran toda la variedad de candidatos y que no tuviéramos tanta gente que no puede ir a las listas, que es una vergüenza democrática. Pero nosotros no jugamos en función de los otros actores. No cambiamos el modelo de país ni de objetivos en función de los rivales. Haciendo un símil futbolístico, cuando eres un equipo pequeño, te adaptas y quizás hay un día en el que dices ‘nos cerraremos detrás’… Pero hoy nosotros somos el primer partido de este país y, por lo tanto, tenemos claros los objetivos y no los cambiaremos.