El mes de septiembre está a la vuelta de la esquina. Su llegada y el fin de las vacaciones de verano suponen para la inmensa mayoría de los ciudadanos la vuelta a las actividades habituales y el inicio de un nuevo curso. Un nuevo curso en muchos ámbitos, también en la política española, que arrancará pendiente de la partida de póker que se juega en Cataluña, lejos de la pacificación total del independentismo que querría haber logrado el gobierno español. A pesar de que el PSC ha logrado la presidencia de la Generalitat, el apoyo al ejecutivo de Pedro Sánchez sigue estando en manos de las fuerzas independentistas. La oposición del Tribunal Supremo a aplicar la ley de amnistía, que impide un retorno definitivo en libertad del presidente en el exilio, Carles Puigdemont, y la investidura de Salvador Illa son dos elementos que han añadido tensión en las relaciones entre Junts per Catalunya y los socialistas, que dependen de su apoyo para poder salir adelante los presupuestos del 2025. Por otro lado, Sánchez tendrá que empezar a poner manos a la obra a la «financiación singular», y de la concreción de este acuerdo depende el apoyo de Esquerra Republicana tanto en el Parlamento como Congreso, donde los socialistas tendrán que hacer malabarismos para mantener satisfechos el resto de aliados de la investidura.
Y si esto no fuera poco, otro de los caballos de batalla de este nuevo curso político será la oposición del PP al pacto de nuevo financiación para Cataluña entre ERC y los socialistas, y harán hincapié en el agravio que esto supone para otros territorios del Estado español con el objetivo de desgastar a los socialistas y a atacar Cataluña, una de sus armas electorales. Todo ello, mientras se espera el desenlace en el serial de la aplicación de la ley de amnistía, que dependerá del TC, y comportará una nueva espiral de enfrentamiento entre las dos Españas, si un tribunal presidido por el exfiscal general de la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, Cándido Conde-Pumpido, avala la norma.
Este mes de agosto, después del acuerdo entre PSC y ERC para investir a Illa, el secretario general de Junts, Jordi Turull, ya dejó entrever que se tendrán que revisar sus compromisos con Sánchez, y reprochó en el gobierno español que no haga la presión necesaria porque se aplique del todo la amnistía. «Ha cambiado mucho el marco mental» de todo el que se había acordado hasta ahora en Bruselas con la mediación internacional, subrayó el dirigente juntaire después de que el PSC ha conseguido el control de la Generalitat. «Si cambian las condiciones, tenemos que hablar. En Madrid vayamos pieza a pieza», avanzó Turull, conocedor de la carta más fuerte que tienen: la de los siete diputados a Madrid. Los siete votos de Junts, por ejemplo, son clave para que el ejecutivo de Pedro Sánchez salga adelante medidas tan importantes para la legislatura como los presupuestos.
De hecho, en este inicio de curso también hay que tener en cuenta el otoño caliente que espera a las formaciones independentistas, que redefinirán estrategias y dirección. Junts celebrará su cónclave en octubre, con la intención de devenir el palo de pajar del malogrado independentismo y «relanzar» el movimiento. Es aquí donde los de Puigdemont definirán su hoja de ruta, y bien seguro que este afectará el papel que tendrán a partir de entonces sus siete votos a Madrid. «Todavía estamos aquí», advirtió Puigdemont en su retorno fugaz en Cataluña para hacer evidente que el presidente en el exilio y su formación no se rinden y mantienen vivo el pulso con el Estado español.

Por otro lado, otra carta que hay sobre la mesa, todavía escondida, es el papel que elegirá hacer Esquerra Republicana con los socialistas después de haber permitido la investidura de Salvador Illa a cambio de la «financiación singular» y después del congreso del partido que está provocando tantas fricciones. De momento, y después de un silencio estival postinvestidura, socialistas y republicanos han protagonizado un tira y afloja entre las dos formaciones para ganar la batalla del relato, y los republicanos han amenazado de retirar el apoyo de sus diputados a Madrid si los socialistas no cumplen el acuerdo. Una amenaza que para Junts no es creíble a causa de los antecedentes de los republicanos, que atribuyen las declaraciones de la vicepresidenta económica del gobierno español, María Jesús Montero, negando el concierto económico al «contexto de presión por parte del resto de comunidades autónomas y partidos políticos». Aun así, los republicanos subrayan que el PSOE necesita su apoyo en el Congreso por tal salir adelante medidas como los presupuestos. «Si los socialistas incumplen su palabra con la financiación singular u otras medidas incluidas dentro del acuerdo, ERC retirará su apoyo y los socialistas tendrán que buscar otras alternativas o convocar elecciones», sentencian.
La oposición del PP a la «financiación singular»
En este juego hay una tercera carta: la presión contra el PSOE por parte de otros territorios del estado español y partidos políticos contra la «financiación singular». Una lucha que está abandera por el Partido Popular y las comunidades que gobierna y que tendrá su pistoletazo de salida el próximo 31 de agosto cuando el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, abrirá el curso político en Galicia, continuando la tradición, en un acto a Cerdedo-Cotobade, con su sucesor en la Xunta, Alfonso Rueda. Otro día que los populares ya tienen marcado en rojo a la agenda para retomar la actividad después de la parada veraniega es el próximo 6 de septiembre, cuando Feijóo se reunirá con todos los presidentes autonómicos populares con el objetivo de fijar una estrategia común para frenar el pacto entre socialistas y republicanos para una «financiación singular» para Cataluña.

El discurso del PP en esta cuestión, en parte, ya se ha hecho evidente este mes de agosto después de que socialistas y republicanos sellaran su acuerdo y ha acusado el presidente español, Pedro Sánchez, de «dar privilegios» a los independentistas. El vicesecretario de Economía del PP, Juan Bravo, ha expresado recientemente que el cambio que supone la financiación singular para Cataluña «no tiene nada a ver» con la cuota del País Vasco y Navarra, que son en la Constitución. «La diferencia es que el sistema de Navarra y el País Vasco está regulado y previsto en la Constitución, mientras que los independentistas y separatistas pretenden, para su propio interés, obtener un sistema de financiación a la carta para ellos, dejando fuera el resto de comunidades autónomas», ha remarcado. La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, ha acusado el PSOE de «mentir» y «entregar la clave de la caja» al independentismo, con un acuerdo que califica de «expolio de la igualdad de los españoles», y de excluir el resto de comunidades.
La amnistía se aplica al ralentí
La cuarta carta es una carpeta que el gobierno español no ha conseguido cerrar, y que pone más palos en las ruedas a su futuro más inmediato: la ley de amnistía. Las formaciones independentistas, sobre todo Junts per Catalunya, han reprochado en el gobierno español que no ejerza la presión suficiente porque los tribunales lo apliquen. De hecho, según los últimos datos publicados por la organización antirrepresiva Alerta Solidaria, solo 105 personas han sido amnistiadas en estos dos primeros meses de su aplicación. La fiscalía calcula que hay 486 personas amnistiables y, por lo tanto, solo se ha aplicado la medida de gracia al 20% de los afectados. Y además, hasta ahora la mitad de los amnistiados son policías que actuaron el Primero de Octubre (51), el resto son manifestantes independentistas (45) y cargos públicos (9). Por otro lado, los magistrados han denegado la amnistía en 39 casos y en 71 han decidido elevar la petición a tribunales superiores porque la resuelvan.
El Tribunal Supremo es la instancia judicial que más resistencia está planteando en la hora de aplicarla e interpretan que el delito de malversación no es amnistiable para los condenados y las causas en curso del Proceso. Con esta situación, el presidente al exilio, Carles Puigdemont, y los ex consejeros Lluís Puig y Toni Comín se enfrentan a condenas de prisión si vuelven al estado español y, por otro lado, los condenados como Oriol Junqueras, Raül Romeva, Jordi Turull y Dolors Bassa siguen inhabilitados hasta el 2030 o 2031, dependiendo del caso. El mismo tribunal también se resiste a amnistiar el delito de desobediencia y quiere que el Tribunal Constitucional decida si este delito es amnistiable. Fuera del Supremo también hay casos como los del Audiencia Nacional, que es reticente a aplicar la amnistía a los investigados de la operación Judas, y el Tribunal de Cuentas, que juzgó a 35 ex altos cargos de la Generalitat, y también ha consultado su aplicación a Europa. El desenlace de esta carpeta es un elemento más que puede condicionar este inicio de curso político en el estado español.