Estos últimos años, los comunes encabezados por Jéssica Albiach habían concurrido a las elecciones del Parlamento con un as en la manga, la alcaldesa Ada Colau. La verdadera líder de los Comunes ocupaba la alcaldía de Barcelona, la ciudad más importante del Mediterráneo, la institución con el segundo presupuesto más alto de Cataluña. Los comunes aparecieron con fuerza en 2015 y encadenaron un ciclo político exitoso –el más exitoso de su espacio desde la Transición– tocando poder en la plaza Sant Jaume y con sillas en el Consejo de Ministros de Pedro Sánchez, si bien todas de ministerios menores. Ahora bien, el contexto ahora es muy diferente. A la pérdida de Barcelona, actualmente en manos socialistas, hay que sumar un descenso electoral de En Comú Podem (ahora Comuns Sumar) bastante notable. Por ejemplo, el resultado de Sumar en Cataluña en las últimas elecciones españolas es, a pesar de quedar en segundo lugar, el peor de toda la serie desde 2015. Del casi un millón de votos que consiguieron entonces, los comunes han pasado al medio millón del 23-J.
Con los datos en la mano, el politólogo Oriol Bartomeus cree que «la era Colau ya se ha acabado». «Como todos los liderazgos modernos, lo que manda son los resultados. No sé si a alguien le pasa por la cabeza una candidatura en la que Ada Colau sea la cabeza de cartel para las municipales del 2027, pero si piensas un poco se te hace extraño», dice en conversación con El Món. Bartomeus remarca que la política es «muy salvaje» y que la fuerza de los resultados «es muy bestia». «Hay liderazgos que parecen insustituibles y caen enseguida si se encadenan malos resultados electorales», explica. El politólogo detalla que el ascenso de Colau se entiende en un momento de agitación social, de sensación de regeneración democrática. Los partidos viejos, eso sí, saben mucho, y el rearme del PSC ha provocado, de alguna manera, que el que representaban los comunes en 2015 «ahora lo vuelva a representar el PSC». Además, añade que Colau ha sufrido un «desgaste» como alcaldesa. Ha pasado de activista a política y, pues, ha recibido «muchas críticas» porque «cuando tú gestionas, te equivocas y generas críticas», que en el caso del Ayuntamiento de Barcelona «han sido muy evidentes». En este punto, el politólogo cree que si no hay estructuras claras ni liderazgos alternativos «quizás aguantas algo más, pero sin tener todas las garantías». Es decir, que más bien que tarde, los comunes tendrán, parece ser, que renovar caras.
Un espacio político «que siempre ha existido y continuará existiendo»
Los comunes son un caso paradigmático de alianza electoral muy vinculada a un liderazgo fuerte y casi incuestionable. Y en estos movimientos, las transiciones son más complicadas. Muchas veces el problema es lo mismo líder, que «por norma general se resiste a aceptar que su momento ha pasado», dice Bartomeus –»tal como vemos ahora», puntualiza– y, por lo tanto, es más difícil «matar» (figuradamente) el líder. El otro problema es que «mientras ha habido este líder no se ha generado de alternativos», lo cual quiere decir que tienes que crear liderazgos nuevos «en medio de un momento de grave crisis de resultados y organizativa». Ahora bien, Bartomeus no augura en ningún caso la muerte del espacio político. Pone en entredicho –el tiempo y, sobre todo, los resultados dirán– que la marca Comuns continúe tal como la conocemos ahora, pero los partidos, remarca el politólogo, «si no los va bien se refundan» y, lo más destacado en este caso es que, entre los votantes, el espacio político que representan ahora los Comunes «siempre ha existido y continúa existiendo».

¿De donde sale el liderazgo de Colau?
La situación actual de los comunes, con el liderazgo fuerte de Ada Colau no se entiende sin analizar sus orígenes. El catedrático de ciencias políticas de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) Joan Botella recuerda que todo ello nace en 2015 de unas negociaciones «complicadísimas» de un grupo de personas individuales de Barcelona con ICV. «Los verdes estaban muy mal y prácticamente se rinden y pasan a apoyar al grupo de Ada Colau, en una posición de bastante subordinación», recuerda el catedrático. «El entorno de Colau entra en política criticando la casta y el panorama político previo, con lo cual ICV nunca ha sido muy considerada y los nombres que forman quedan subordinados al entorno Colau. A los comunes nunca se han aceptado elementos de rigor organizativo porque no se ha querido. Cuándo han querido dar el paso a elecciones más grandes [catalanas o españolas], se han tenido que entender con Podemos y las organizaciones locales de ICV. Esto explica, en parte, que en cada municipio pase una cosa diferente», comenta Botella.
En general, el experto habla de «desorden organizativo», un concepto que evoca una carencia de estructura territorial de partido que, de retruque, potencia los liderazgos más fuertes. «El ejemplo más claro es el que pasó el 2019 a Sabadell, con cuatro candidaturas diferentes del mismo círculo; una próxima a ICV, una en Podemos y dos más del entorno de Colau», explica Botella. Este desorden explica que «el elemento cohesionador del líder tenga más importancia todavía», insiste el profesor. Botella –que se pregunta qué nace primero, «si el huevo o la gallina», es decir, qué llegó primero, «si el desorden o la monarquía»– considera que Colau tiene «una personalidad muy fuerte que no ha favorecido a que se cree una estructura de partido».

Qué alternativas hay para los Comunes
La pérdida de Barcelona y la llegada de nuevos ciclos electorales puerta los comunes a un tipo de transición. Así lo cree el politólogo de la Universitat Pompeu Fabra Toni Rodon. Menos drástico que Botella –por ejemplo, cree que los comunes sí que tienen una estructura de partido «estándar»–, Rodon cree que un factor importante de la ecuación es la visibilidad de Ada Colau. Ser alcaldesa «no está al alcance de todo el mundo», dice, y su figura «tiene mucha proyección», un caramelito en un mundo tan inmediato como el de la política. El politólogo explica que los comunes son un espacio político muy «personalista» y que la transición en la era puesto-Colau «costará». Es un caso parecido, apunta, al de Junts, que tiene en el presidente Puigdemont su referencia. «Cuando tienes un líder que le va bien, la gente valora el partido, pero si se marcha o la valoración cae te quedas huérfano», remarca.
¿Así pues, llegado el momento, hay alguien que podría sustituir Colau? Rodon cree que Jéssica Albiach es un buen perfil, pero cuenta con un hándicap muy relevante. Solo el 41% de los electores dicen que saben quién es. «Y esto, teniendo en cuenta que ya hace unos años que es allá, es una cifra muy baja», comenta el profesor de la UPF. Por su parte, el catedrático Joan Botella dice de Albiach que es «prometedora, buena parlamentaria», pero remarca que «nunca le hemos visto hacer de gestora». Hay otras opciones que facilitarían la transición, como aprovechar una consejería en un hipotético tripartido para consolidar figuras al alza. Ahora bien, los nombres más relevantes, como Jaume Asens, que se ha erigido en uno de los negociadores con Junts, o Ernest Urtasun, que es ministro al gobierno de Pedro Sánchez, parecen lejos de la ecuación. Los expertos dudan que, Urtasun como mínimo, dé el paso de renunciar a Madrid.

Lo que está claro es que siempre es mejor aprovechar para hacer cambios cuando gobiernas porque «puedes vender medidas, puedes vender que haces cosas», señalan los analistas. Aun así, ninguno de los tres expertos ve indicios en los comunes que indiquen que aprovecharán esta carta, siempre que la aritmética del 12-M se lo permita, para posicionar una nueva figura. «En ICV se colocó Joan Saura para que no hubiera ninguna dualidad de peso entre consejero y líder de partido», recuerda Botella, que tiene claro que nadie le discutiría a Colau ser consejera, «si ella lo quiere». Una idea parecida expone Bartomeus, que ve «difícil» que Colau se quedara a la oposición en Barcelona si sus compañeros gobernaran en la Generalitat.
Sea como fuere, el más fácil es que una hipotética transición en el bloque de los comunes se haga apostando por un nuevo líder. Los expertos apuntan incluso que puede haber alguna figura todavía a la sombra, que hasta ahora no haya hecho el salto, que sea importante en el próximo ciclo político. La otra opción sería potenciar la marca comunes por encima de ninguna persona, huir del personalismo. Una opción difícil, remarcan los tres, porque «los partidos saben que todo es más fácil cuando tienes una cara conocida».

