Las elecciones al Parlamento del próximo 12 de mayo serán prácticamente una repetición de las del 14-F de 2021. La mayoría de los partidos, excepto la CUP, repiten candidatos y Pere Aragonès (ERC), Salvador Illa (PSC) y Carles Puigdemont (Juntos) se preparan para protagonizar un segundo asalto electoral con muchas cuentas pendientes. Los Comunes también volverán a presentar Jéssica Albiach con el objetivo de ser decisivos si el independentismo pierde la mayoría, mientras que el unionismo vuelve a confiar en el tridente formado por Carlos Carrizosa (Cs), Alejandro Fernández (PP) e Ignacio Garriga (Vox). La única excepción es la CUP, que lleva a Laia Estrada como cabeza de lista en sustitución de Dolors Sabater.
El primer secretario del PSC y jefe de la oposición, Salvador Illa, parte como gran favorito. La mayoría de encuestas le dan una victoria holgada —el CEO pronostica entre 35 y 42 diputados para los socialistas— y tiene el gran reto de articular una mayoría de gobierno para sacarse la espina de 2021. Hace tres años, Illa ganó las elecciones por delante ERC y Junts, que finalmente formaron un gobierno de coalición con el apoyo de la CUP, a pesar de que acabó como el rosario de la aurora. A priori, tanto ERC como Junts han dicho que no investirán a Illa como presidente, pero las negociaciones postelectorales serán largas y tendrán derivadas en el Congreso y el Ayuntamiento de Barcelona.

La carrera para quedar el primero e imponer el relato
ERC, PSC y Junts se mirarán de reojo durante toda la campaña, que girará alrededor de varios ejes. Los partidos independentistas intentarán arrastrar el PSC a habla de referéndum y financiación singular, mientras que los socialistas mantendrán su apuesta para pasar página y poner énfasis en los problemas del día a día, como la sequía, la educación y la sanidad. Todo, con un único objetivo: quedar por encima del resto. El PSC necesita una victoria sin paliativos que, a poder ser, permita acabar con la mayoría absoluta independentista en el Parlamento, puesto que esto abriría un nuevo escenario de pactos.
Por su parte, ERC y Junts mantienen su pulso eterno por la hegemonía dentro del independentismo. En 2021 los republicanos quedaron por delante y esto impulsó a Pere Aragonès a la presidencia de la Generalitat. Los republicanos querrían disputarle la primera posición al PSC, pero ahora mismo nada hace pensar que esto sea posible y, por lo tanto, tendrán que fingir que luchan por ganar las elecciones mientras realmente lo que quieren es quedar por delante Junts. Al otro lado del ring independentista, los juntaires atizan el miedo a un bipartito PSC-ERC y esperan rentabilizar el efecto Carles Puigdemont, que gracias a la amnistía está más cerca que nunca de poder volver a Cataluña, a pesar de que no está nada claro que llegue a tiempo para una hipotética investidura porque la justicia española maniobra para atrasar al máximo la aplicación de la ley.

Todos los pactos están abiertos
Pau Torres, investigador del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la UPF, afirma en declaraciones a la Agencia Catalana de Noticias (ACN) que «no sería extraño de imaginar un gobierno en solitario del PSC con el apoyo puntual de ERC y los comunes, parecido al que hemos tenido ahora con ERC». Y añade: «Podría ser también una especie de tripartito donde ERC formara parte junto con los comunes y presidido por Salvador Illa». El profesor asociado de Ciencia Política de la UB, Jesús Palomar, apunta otra posibilidad: «No sería tan inviable, si los números dan, un gobierno del PSC y Junts».
Derivadas en el Congreso y en el Ayuntamiento de Barcelona
Las elecciones catalanas llegan en un momento crítico para todos los partidos y los pactos postelectorales estarán condicionados por una negociación a tres bandas con derivadas en el Congreso, en el Parlamento y en el Ayuntamiento de Barcelona. El PSOE y Sumar tienen una mayoría muy justa en Madrid y dependen de ERC y Junts para estabilizar la legislatura. Un escenario en el cual PSC tuviera que elegir socio de gobierno entre los dos partidos independentistas tendría efectos colaterales en el Congreso, puesto que el excluido podría boicotear el resto de la legislatura.
En el Ayuntamiento de Barcelona también hay pendiente un pacto para ampliar el gobierno municipal. Jaume Collboni (PSC) gobierna con solo 10 regidores y necesita sumar socios. ERC parte como mejor situada, pero no se puede descartar la entrada de los Comunes, que si son decisivos para formar gobierno en la Generalitat exigirán sin ningún tipo de dudas un lugar al otro lado de la plaza Sant Jaume.