Día de gala en la comisión de investigación sobre la operación Catalunya esta mañana en el Congreso. El protagonista de la sesión ha sido el comisario del Cuerpo Nacional de Policía, Marcelino Martín Blas. De hecho, era el poderoso jefe de la Unidad de Asuntos Internos (UAI) del cuerpo, y, de facto, número dos de la policía, mano derecha de Eugenio Pino, exdirector adjunto operativo -máximo mando uniformado del cuerpo- y uno de los mandos a quien el comisario de inteligencia retirado, José Manuel Villarejo, pasaba las pesquisas. Una comparecencia jugosa, donde Martin Blas no se ha andado con rodeos y ha detallado varias operaciones, aunque solo sea para limpiar su posición. En todo caso, ha negado que «tuviera algo que ver con la operación Catalunya» pero ha dejado entrever que lo quisieron involucrar en la brigada política.
Martín Blas, veterano en comparecencias tanto judiciales como políticas, ha dejado claro el marco de sus respuestas. En este sentido, ha recordado que fue jefe de la UAI desde febrero de 2012 al 9 de enero de 2014. Un período en el que se dedicó a organizar esta delicada unidad y puso en el punto de mira las actividades de la omnipotente Unidad de Delitos Fiscales y Financieros (UDEF) del CNP. Es decir, la unidad protagonista de la mayoría de los atestados que configuran la operación Catalunya.
En este contexto, y en respuesta a las preguntas del diputado de EH Bildu, Jon Iñarritu, ha remarcado que funcionarios «próximos a la UDEF» acudieron a él para denunciar que «se comerciaba» y se hacían «trapicheos» con los atestados de la Unidad. Martín Blas ha añadido que no pudo investigarlo porque le negaron poder intervenir los teléfonos, por ejemplo, al exjefe de la UDEF, el comisario José Luis Olivera y director del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) durante los años de plomo de la lucha contra el Procés. La declaración llega tres días después de la detención del jefe de la UDEF en Madrid con 20 millones de euros en las paredes de su casa.
Manipulación y filtrado
El relato expuesto por Martín Blas subrayaba que una vez pudo organizar la UDEF, le llegaron denuncias de que se «manipulaban» los atestados de la Unidad a través de los subinspectores e inspectores, que después los corregía un inspector en jefe. «Se comerciaba» con estos informes, se hacían «trapicheos«, ha remachado. Unos informes que posteriormente se filtraban a la prensa. Por eso intentó investigar la UDEF y el juez no se lo permitió.
En esta línea, ha detallado que visitó al fiscal anticorrupción Miguel Sánchez Ullet en Barcelona, cuando investigaba el caso Palau, junto con Olivera. Una condición, ir con Olivera, por la que se quejó con el entendido de que hacía dos meses lo quería investigar y no lo dejaron. Martín Blas creía que había responsabilidades de los tesoreros de CDC y así lo hizo saber a Pino. Así le propuso ir a ver al juez Josep Maria Pijoan, instructor del caso Palau, pero como «no estaba» decidieron ir a encontrarse con Ullet que tampoco les hizo mucho caso. Un encuentro que se divulgó en los diarios al día siguiente. Un hecho que ha calificado de «curioso». «Fue un recado«, ha rebajado y no investigó más.
De hecho, ha reivindicado su trabajo en el caso Palau porque «hizo las cosas bien». Así ha recordado que el tesorero Daniel Osàcar fue condenado en el caso, pero en ningún caso, ni Artur Mas, ni Oriol Pujol, ni Felip Puig, tal como apuntaba el famoso informe «borrador» con el que comenzó todo el embrollo de la operación Catalunya. Josep Pagès, portavoz de Junts en la comisión, ha celebrado las respuestas y ha pedido a la presidencia de la comisión su retorno.
Andorra, cambio de relato
El comisario ha replicado la historia oficial sobre su participación en la trama andorrana de la operación Catalunya. De esta manera ha reducido la reunión, en julio de 2014, en el hotel Villamagna con el CEO de la BPA, Joan Pau Miquel, al cruce de dos frases. «Ya tengo suficiente experiencia, con 45 años de policía, de saber si alguien me espera o está tocando el arpa, y lo vi, y le dije, ¿me estás esperando?», ha narrado. Supuestamente, Miquel le dijo que sí, y le pidió permiso para ir al baño, y decidió marcharse. Una versión diametralmente opuesta a la declarada por Miquel, donde alerta que en esta cita, lo amenazó con actuar contra el banco si no daba información financiera de la familia Pujol, Artur Mas o Oriol Junqueras.
Posteriormente, y siguiendo la versión de Martín Blas, Higini Cierco, uno de los dos máximos accionistas de la BPA, lo telefoneó. Se encontraron y le dio una «cuartilla de papel» donde «ponía que el señor Pujol y la señora Ferrusola tenían una cantidad de dinero en pesetas… un millón creo recordar». «¿Verdad que nunca lo han visto aparecer en la prensa? ¡Porque no valía para nada! ¡La rompí!», ha remachado. «Me encuentro que algunos empezaron a hacer un proyecto Barna y luego bautizado como operación Catalunya… y luego me lo imputan a mí», ha concluido. También ha habido para todos, Martin Blas, como quien no quiere la cosa, ha recordado con contundencia que en el caso Palau también estaba involucrada la FAES.