Menos mal que el diputado del PSC en el Congreso, Arnau Ramírez, es de Sant Feliu de Codines, una población del Vallès Oriental que hace frontera con el Moianès. Un municipio, el último pueblo donde Pompeu Fabra permaneció antes de marchar al exilio, y donde esta semana han celebrado la Escudella de Carnestoltes. Un rancho que aporta suficientes calorías y energía y que, seguramente, le han servido para evitar que la claque del PP rompiera una interesantísima sesión de la Comisión de investigación de la operación Catalunya que preside.
Ramírez ha tenido que arremangarse durante la mañana, en la comparecencia del expresidente Mariano Rajoy, y por la tarde, con el testimonio de Jorge Fernández Díaz, que dirigió el ministerio del Interior durante los años duros del operativo policial y político contra el independentismo. Ramírez ha mostrado oficio, paciencia e, incluso, fina ironía. Tras una comparecencia de Rajoy durísima, donde el portavoz del PSOE, Manuel Arribas, llegó a inquietar a Rajoy y a los diputados populares que lo acompañaban, fue el turno de Fernández Díaz.

La técnica Zotal
El exministro ha utilizado el patrón de los altos cargos de Interior que han pasado por la tribuna de la comisión. La técnica del Zotal. Una maniobra que sirve para quitarse las pulgas de encima, y que toma el nombre de un famoso desinfectante animal. Es decir, que cualquier plan clandestino contra el independentismo era responsabilidad de los policías que lo hacían. Unas actividades que realizaban al margen de los cargos políticos.
En todo caso, y a preguntas del portavoz del PNV, Mikel Legarda, el entonces ministro ha insistido en que la Operación Catalunya «es un invento, no tengo ninguna duda». Además, ha agregado que «nunca oyó hablar de la operación Catalunya hasta que el director de comunicación del ministerio le enseñó un teletipo donde aparecía este concepto». Legarda, hábilmente, no se ha tragado el argumento y recordando el caso Kitchen, por el que la fiscalía le reclama 15 años de prisión al exministro, o los papeles de Bárcenas y la operación Catalunya, le ha replicado que «una vez es casualidad, dos coincidencia y tres, sabotaje».
Por otro lado, y respondiendo a la portavoz de Podemos, Ione Belarra, ha negado haber «despachado» con el comisario jubilado, José Manuel Villarejo, aunque lo ha saludado dos veces. El punto cómico de la intervención, también ha sido con Belarra, que al recordarle al ministro que es un experto en «apariciones marianas» es que ha admitido que «no hace falta ser doctor en ciencias políticas» para ver que M.Rajoy que aparece en los papeles de Bárcenas es el expresidente español Mariano Rajoy. Ahora bien, no ha querido pronunciarse sobre las consecuencias del hecho de que apareciera su nombre en los documentos.

Audios manipulados
Uno de los puntos más candentes de la intervención ha sido ante la negativa de haberse reunido con Villarejo, el audio de la reunión en el ministerio el 16 de diciembre de 2012, que la comisión tiene en su poder y que reprodujo El Món, están manipulados. Fernández Díaz ha dado un paso más allá y ha argumentado que «no hace falta llegar a la inteligencia artificial para saber las maravillas que se pueden hacer con unos audios». Siguiendo este hilo, ha apuntado que «quizás este audio era de otra reunión» y «la transcripción judicial dice que no hay pruebas» de la comisión de ningún delito. En referencia, a la inadmisión de la querella presentada por Joan Pau Miquel, CEO de la BPA, la entidad financiera andorrana que tuvo que cerrar sus puertas después de saber que los Pujol Ferrusola tenían cuentas corrientes.
La tesis de la manipulación también la ha utilizado para la famosa conversación con el entonces director de la Oficina Antifraude, Daniel de Alfonso, y donde él afirmaba que «la fiscalía te lo afina». El exministro ha negado que conspirara con De Alfonso «para destruir el sistema sanitario catalán», como se dijo entonces, y en lugar de «te lo afina» decía «en fin». Una manipulación ha subrayado.
El encuentro con Pujol
El exministro ha narrado que en octubre de 2012 se reunió con el presidente Jordi Pujol, a quien ha dicho tener «mucho afecto, también a su familia» para pedir que con su «autoritas, que no potestas, detuviera el Proceso». Así ha ubicado el principio del Proceso el día que el presidente Artur Mas entonó en el Parlamento la frase que «ponían rumbo de colisión». Si bien, ha mostrado preocupación política por el Proceso, ha negado que diera órdenes e instrucciones para establecer un operativo contra el independentismo.
De hecho, ha argumentado que no lo habría permitido. «Si hubiera tenido conocimiento de su existencia, habría actuado», ha dicho, porque «si alguien hace una actuación ilegal, los que las hacían se cuidarían que trascendieran, porque no estaban autorizadas, y las habría sancionado». «Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada», ha insistido. También ha negado «con rotundidad» haber puesto en contacto a Alícia Sánchez Camacho, exlíder del PP, con el comisario Villarejo, a quien solo ha saludado «dos veces» en actos institucionales.