Irene Villa se ha prometido con su pareja actual, el deportista David Serrato. Fue el verano pasado cuando recibió el anillo de compromiso en una gala en Ibiza, después de un par de años de relación. No se lo esperaba, pero la ilusión fue inmensa y ahora ve como se acerca la fecha de la boda cada vez más rápido. Será el próximo 21 de septiembre cuando se den el «sí, quiero» en el monasterio de Santa María de la Vid de Burgos.
En una entrevista en la revista
La idea es que los invitados disfruten de un día muy especial para ellos, en el que tienen claro que acabarán llorando de emoción diversas veces: «Será una boda lacrimógena con cosas muy emocionantes. Por ejemplo, cantará la hermana de David y yo tendré al mejor saxofonista, el marido de la cantante de La Orea de Van Gogh». ¿Quién diseñará su traje de novia? Silvia Fernández, dice, a quien ha encargado un modelo sencillo porque no quiere «sentirse disfrazada».


Irene Villa da detalles de su boda con el deportista David Serrato
Ella no era partidaria de volver a pasar por el altar, pero está encantada ahora que se lo ha pedido: «Me preguntan por qué me vuelvo a casar cuando ya lo hice con el padre de mis hijos. No tengo ninguna necesidad, es verdad. Ahora bien, a mí me gusta celebrarlo todo y, por este motivo, me apetece casarme». De estas últimas declaraciones, han llamado mucho la atención unas palabras en concreto. Y es que Irene Villa ha sacado a la luz que todavía no viven juntos… y que no tienen previsto hacerlo después del matrimonio: «Cada uno vivirá en su propia casa«.
¿Lo dice porque quieren mantener sus espacios personales por comodidad? La cuestión es que viven en ciudades diferentes, porque ella tiene su vida en Madrid con sus hijos y él trabaja en Soria: «Hay días en que esto no me gusta porque le echo mucho de menos y mis hijos preguntan por él. Ahora bien, vivir separados ayuda a valorar todavía más lo que tienes. Creo que esta situación es ideal para todas las parejas. Mi madre, que es muy práctica, siempre dice que cada uno tiene que estar en su casa y Dios, en casa de todos. Que él viva en Soria me parece, incluso, una ventaja porque nos echamos de menos y los reencuentros son alucinantes«. Están a punto de convertirse en marido y mujer, sí, pero este no será un matrimonio y una convivencia convencional.

Muy enamorada, explica que David le pidió que se casara con él «entre lágrimas» porque quería formalizar su unión de cara a los hijos que tiene Irene de su matrimonio anterior: «Me dijo que le había dado una familia con ellos y me eché a llorar. ¡Como para no hacerlo!». Lo que tiene claro es que le habría encantado ser madre con él, pero ahora que tiene 45 años se ve demasiado mayor: «Si hubiera llegado a mí un poco antes, por supuesto que tendría un hijo con él. Él me dice que tendrá la parte de la paternidad completa si dejo que me ayude con los míos».
Cree que su amor estaba «predestinado», asegura, ya que deseó encontrar el amor de su vida y lo ha encontrado: «Al final, a tu vida llega lo que pides. Yo lo pedí a él y ahora lo tengo».