Todo comenzó con la derrota de una familia real. En 2015, las primarias del Partido Republicano antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos debían ser para Jeb Bush, hermano de presidente (George W. Bush) e hijo de presidente (George H.W. Bush). El pequeño príncipe neoconservador, sin embargo, fue derrotado por un maverick que, en las primeras encuestas, era un cero a la izquierda; pero que terminó convirtiéndose en el presidente más disruptivo de la historia reciente del país: Donald Trump. Con una campaña agresiva y un programa alejado de las tradiciones republicanas, Trump pasó de ser una broma interna a ganador por goleada, y cambió el alma del GOP, al menos a corto plazo. A una escala mucho menor, una batalla similar se dará la próxima semana en unas primarias del Partido Demócrata. La contienda por la alcaldía de Nueva York, que se concretará el próximo mes de noviembre, puede servir para cambiar el rumbo de la otra formación mayoritaria del sistema electoral. También contra una aristocracia política –Andrew Cuomo, exgobernador, hijo de exgobernador (Mario Cuomo) y hermano de uno de los presentadores televisivos más importantes del país, Chris Cuomo– compite un verso libre de la izquierda, un candidato que aspira a derribar todas las certezas del progresismo americano: Zohran Mamdani.

Mamdani, de 33 años, ha vivido toda su vida en el distrito de Queens, uno de los boroughs (o condados) periféricos de la metrópoli atlántica. Sus raíces vienen, sin embargo, de lejos: nació en Kampala, la capital de Uganda, hijo de una familia de migrantes indios que, posteriormente, se mudaron a los Estados Unidos. Es, de hecho, el primer candidato musulmán que opta nunca a la primera oficina municipal de Nueva York. Pasó su vida escolar en el Bronx, donde inició su activismo en grupos de estudiantes propalestinos -una posición que ha marcado profundamente la campaña-.

Ahora, después de pasar cuatro años en la asamblea estatal de Nueva York, chocará contra Cuomo en unas primarias que el partido iniciará el próximo martes. Con una particularidad: los demócratas registrados de la ciudad no votan un solo candidato, sino que eligen cinco, por orden de preferencia. Las encuestas de las últimas semanas no dan un ganador claro: un reciente estudio de la firma Marist daba a Cuomo un 37% de los votos, frente al 27% de Mamdani; pero otro cuestionario de Public Policy Polling ya ponía al candidato alternativo por delante del oficialista, con un 56% de una hipotética carrera de dos frente al 44% de su rival -una remontada sin precedentes, en tanto que, al inicio del proceso, Cuomo lideraba las encuestas por más de 15 puntos-.

La plataforma de Mamdani, militante desde joven de Democratic Socialists of America -una organización próxima al centroizquierda europeo que ha ido ganando peso en las filas demócratas en los últimos años- suena muy ajena a las élites de su partido. El enemigo de su campaña es la affordability crisis: la ciudad de Nueva York, en una tendencia marcada por la emergencia residencial, se ha vuelto demasiado cara para sus habitantes. Entre otras propuestas estrella, el candidato promete congelar los precios de los alquileres públicos controlados por el consistorio, y ampliar el parque de vivienda asequible. También se propone abrir una cadena de supermercados propiedad del Ayuntamiento, que desliguen del mercado el precio de los alimentos básicos. Todo ello, fundamentado por una reforma de la escala fiscal neoyorquina, con una carga mayor en las rentas altas que, según su equipo, debería aumentar la recaudación en unos 10.000 millones de dólares.

El exgobernador y candidato a la alcaldía de Nueva York, Andrew Cuomo / EP
El exgobernador y candidato a la alcaldía de Nueva York, Andrew Cuomo / EP

Más allá del programa residencial, también se ha posicionado a favor del aumento del salario mínimo interprofesional en el estado de Nueva York, hasta los 30 dólares la hora -cerca del doble de los 16,5 dólares actuales-. Fuera del programa económico, Mamdani aboga por mejorar la red de transporte público de la ciudad, que sufre un importante problema con el funcionamiento de sus autobuses. «Convertiremos los autobuses más lentos del país en una red rápida y gratuita para todos», rezan muchos de sus anuncios. Sobre estos ejes políticos, Mamdani ya se ha ganado el apoyo explícito de las caras visibles del ala izquierda del partido, como la congresista Alexandria Ocasio-Cortez o el senador Bernie Sanders. También ha levantado enemigos poderosos en el entorno de la formación, como el multimillonario y exalcalde Michael Bloomberg, uno de los defensores más vocales de Cuomo; así como el New York Times, que ha alertado en su editorial contra un proyecto económico que «ignora las inevitables concesiones que implica la gestión».

Una campaña agresiva

La gran ventaja de Mamdani no ha sido tan programática como comunicativa. Más allá de unas propuestas que pueden conectar con votantes jóvenes de rentas bajas, su plataforma ha adoptado mejor que ningún otro cartel demócrata reciente el lenguaje de su público objetivo. Con cerca de 300.000 seguidores en TikTok, ha publicado pequeños clips explicando su programa que, en algunos casos, han superado el millón de impresiones. A diferencia de otras campañas progresistas en redes, Mamdani ha logrado hablar el idioma del votante joven sin recurrir a fórmulas infantilizadoras. Con esta difusión, consiguió más de ocho millones de dólares en financiamiento de campaña a través de donaciones particulares -el máximo que permite la legislación electoral estadounidense para una campaña a un ayuntamiento-.

Más allá del lenguaje digital, Mamdani también ha elegido un camino que otros dirigentes demócratas han querido evitar: ha establecido un antagonismo claro con Cuomo. Sin ir más lejos, una de las críticas que más se han escuchado en el ala izquierda del partido tras la derrota de Kamala Harris en las presidenciales del pasado 5 de noviembre fue la de haber abandonado el cuerpo a cuerpo con Trump, que parecía funcionar durante las primeras semanas de la carrera. En su contacto con el votante, el candidato ha puesto el dedo en la llaga de la figura de Cuomo, una de las más oscuras de la política demócrata en el Estado de Nueva York. En un reciente debate televisado, Mamdani recordó sus múltiples casos de corrupción, vinculados a la autoridad estatal de transporte público, así como las 13 acusaciones de acoso y abusos sexuales que pesan sobre ellos. «Mi ventaja sobre usted es que no soy Andrew Cuomo», declaraba entonces.

Mamdani durante un acto de las comunidades asiáticas de Nueva York contra el gobierno de Trump / EP
Mamdani durante un acto de las comunidades asiáticas de Nueva York contra el gobierno de Trump / EP

El enfrentamiento entre Mamdani y Cuomo se produce, además, con el telón de fondo de la invasión de varias ciudades estadounidenses por parte de las fuerzas antiinmigración del gobierno, la agencia ICE (Immigrations and Custom Enforcement). El principal campo de batalla es Los Ángeles, donde la ciudadanía sostiene protestas masivas contra los agentes federales, dedicados a deportar masivamente personas migradas en estado irregular. Sin embargo, Nueva York ya sufre los agravios de los planes de Trump, y ha registrado varias detenciones parapoliciales en las últimas semanas. En una de estas operaciones, los agentes arrestaron al también candidato demócrata a la alcaldía, el histórico progresista Brad Lander, por intentar mediar a favor de una persona atacada por los efectivos de ICE.

Las élites del partido van a la guerra

Ante la escalada de Mamdani, Cuomo y los grandes cabezas pensantes del partido Demócrata también han lanzado una campaña especialmente hostil. A pesar de su currículum judicial, cabe recordar, Cuomo conserva el apoyo de las élites económicas de la ciudad, que a menudo mantienen puentes con ambos lados del espectro político. Es, de hecho, uno de los puntos más candentes de la campaña contra el exgobernador: entre sus donantes ultrarricos constan familias y magnates vinculados a Donald Trump, como Bill Ackman, o la compañía DoorDash -una especie de Glovo americana-, que ha inyectado más de un millón de dólares en las arcas del candidato para evitar la regulación del sector del delivery. Cabe decir que algunas de las iniciativas económicas de la campaña de Cuomo están fuera de la legalidad. Los candidatos no pueden gastar más de 8 millones de dólares en la carrera, pero organizaciones independientes -los conocidos como Super PACs- pueden invertir sin límite en su elegibilidad siempre que no estén directamente coordinadas con el candidato. Cuomo ya ha sido multado en dos ocasiones por haber roto esta norma, con condenas que han dejado un agujero en su iniciativa cercano a los 700.000 dólares.

La derecha demócrata ha encontrado, sin embargo, un potencial punto débil en la campaña de Mamdani: su relación con Palestina. En medio de la invasión de Gaza, y ante la escalada de la guerra de Israel con Irán, Cuomo y su equipo han atacado el apoyo del candidato progresista a asociaciones propalestinas. Los principales medios de la ciudad y el país han buscado las contradicciones de Mamdani en este ámbito, y a menudo centran el debate en su apoyo o no a Hamás, y en sus consideraciones respecto del gobierno israelí. De hecho, algunos aliados de la campaña de Cuomo han llegado a utilizar en su cartelería imágenes editadas del congresista estatal con más barba de la que tiene en realidad, proyectando sobre él una relación con el islamismo. La batalla en el seno del partido, con estas líneas maestras, se resolverá el próximo martes, 24 de junio; pero la guerra por el consistorio se alargará hasta el 4 de noviembre.

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