La carrera se ha acabado. En solo dos semanas, la vicepresidenta y candidata a presidenta de los Estados Unidos Kamala Harris ha completado el suyo ticket con un nombramiento que aclara las intenciones de la campaña. Los nombres eran numerosos: el Secretario de Transporte Pete Buttigieg, que luchó con Joe Biden por el nombramiento del Partido Demócrata el 2020, cayó de la carrera por los vínculos directos con la administración, además de un perfil muy similar al de Harris; mientras que el gobernador de Kentucky Andy Beshear no tuvo suficiente con el arraigo territorial que le falta al número 2 del republicano Donald Trump, el extremista de Ohio J.D. Vance. El nombre que sonaba con más intensidad era el gobernador de Pensilvania, el moderado Josh Shapiro: antiguo fiscal del distrito, igual que Harris, Shapiro servía para moderar la figura de la presidenciable ante una campaña por parte la derecha alertando de un programa demasiado radical. Extremadamente vocal a favor del estado de Israel, y con claros giros conservadores a su currículum, como por ejemplo la financiación pública de las matrículas de estudiantes de escuelas privadas, las izquierdas del Partido Demócrata ponen el grito al cielo solo sentir su nombre. La formación, justo es decir, los ha escuchado: el elegido ha estado, finalmente, Tim Walz, el gobernador de Minnessota, viste como el perfil más progresista de todos potenciales acompañantes del locatario de la Casa Blanca.

Waltz, justo es decir, vive a una rama especial del Partido Demócrata: es lo lider del conocido como DFL Party, o partido de los Demócratas, Campesinos y Trabajadores, una rama de la formación del burro que existe solo en su estado. Poco vinculado al nuevo progresismo en las cámaras legislativas -no forma de la en torno al socialismo democrático tradicional norteamericano, ni comparte el talante de perfiles como Alejandría Ocasio-Cortez o Jamaal Bowman-, es una clara picadura de ojo a esta facción, que ha estado rápida a celebrar el nombramiento en las redes. La misma congresista del Bronx, justo es decir, fue la primera a valorar el nombramiento, asegurando a su cuenta de X -antiguo Twitter-, que la elección de Harris es «excelente», y promete una administración «efectiva, inclusiva y valiente» para los trabajadores americanos. Sus anchas alianzas en el Congreso, donde sirvió durante 12 años le han garantizado apoyos también de las ramas más moderadas: después de AOC, el diputado Joe Manchin, un «demócrata conservador» que abandonó la orgánica el 2024 por diferencias con la administración Biden, alabó en un comunicado su «amigo Tim Walz»; y los medios locales aseguran que el apoyo de figuras de la cámara baja como la histórica Nancy Pelosi ha estado clave para la elige definitiva.

El gobernador de Minnesota, Tim Walz / EP
El gobernador de Minnesota, Tim Walz / EP

Guardia nacional y entrenador de fútbol americano

El perfil de Walz ha evolucionado mucho durante toda su carrera política. Antes de optar a un asiento en el Congreso, el gobernador sirvió a la Guardia Nacional durante 25 años, entre el 1981 y el 2005, donde se especializó en la gestión de desastres naturales. Graduado en geografía y estudios sociales, no es natural de Minnesota, sino de Nebraska; y se traslada una vez se desvincula del ejército para ser profesor en el instituto Mankato West High School, de donde recuerda especialmente su etapa como coordinador defensivo del equipo de fútbol americano -que fue campeón del estado bajo su mandato-. Las redes, con esta trayectoria, le han dedicado la etiqueta de «típico padre del midwest»; y la decisión Demócrata tiene mucho que ver: hacia un partido Republicano cada vez más militante y próximo a círculos oscuros del ultraconservadurisme estadounidense, Harris ha querido a su lado un espejo para la middle america, que apele directamente al talante del votante medio de estados industriales y rurales en disputa. De hecho, ya ha hecho suya la nueva estrategia de la campaña: asegurar que sus rivales son unos rarets (weird).

Un currículum progresista

La parte más política de su paso por las instituciones estatales de Minnesota se puede enmarcar a la perfección dentro de la agenda de la vertiente más progresista del partido Demócrata -si bien muchos analistas locales, especialmente los más escorados a la izquierda, se limitan a asegurar que, a diferencia de algunos de sus compañeros de bandera, Walz simplemente lleva a cabo su programa-. Entre sus hitos como gobernador destacan, por ejemplo, la resistencia a la prohibición del aborto a raíz de la retirada de la histórica sentencia Roe v Wade por parte de un Tribunal Supremo de mayoría conservadora; o las deducciones fiscales directas a familias con niños -las más altas de todo el país, de cerca de 1.800 dólares por niño sin límite de instancias-.

También chocó con la industria educativa con la instauración de la gratuidad de la universidad para los hijos de familias del estado con ingresos inferiores a los 80.000 dólares anuales; y destacó en el ojo público el 2023 por la mayor inversión de la historia de la institución en vivienda social, alabada por colectivos de personas sin techo y de abogados especializados en el derecho residencial. Justo es decir que también sufre importantes manchas al historial: bajo su mandato se produjo el asesinato policial de George Floyd, que espoleó las históricas protestas del movimiento Black Lives Matter. El gobernador, justo es decir, fue duramente criticado por la derecha para rehusar la represión de las manifestaciones; hasta el punto que su homólogo de Florida, el ultra Ron DeSantis, lo acusó de «sentar y dejar que Minneapolis quemara».

Trump, en un acto de campaña este viernes / Daniel Deslover/ZUMA
El expresidente y candidato republicano Donald Trump, en un acto de campaña /Europa Press

Sobre este historial, el partido Republicano se ha apresurado a endurecer las críticas contra una candidatura que ya consideraban demasiado progresista, tildando el nuevo vicepresidenciable de activo de la extrema izquierda. En una de sus desbarradas tradicionales, Trump lo acusó de ser «un gran fan de las personas trans»; destacando el movimiento en el centro-izquierda que supone su mandato. Desde el partido del elefante, justo es decir, han activado otra palanca tradicional: las acusaciones de antisemitismo. Según el en torno al candidato conservador, el rechazo en Shapiro se explica por el supuesto rechazo de sus rivales en la comunidad judía -si bien, por ejemplo, la inmensa mayoría de representantes judíos en las cámaras estadounidenses son, de hecho, Demócratas-.

Las encuestas a favor

Los movimientos de Harris, a la espera de encuestas que recojan el nombramiento de Walz, han gustado, hoy por hoy, al voto general de los norteamericanos. Después de la derrota provocada por el estado de salud de Joe Biden, que dio a Trump una ventaja de hasta ocho puntos en algunos sondajes, la carrera se ha puesto boca abajo: las últimas cifras publicadas por la emisora pública NPR apuntan que la vicepresidenta cuenta a estas alturas con el 51% de los apoyos de los estadounidenses, mientras que Trump no podría reivindicar más del 48% -con un pequeño porcentaje de independientes-. El margen en voto popular para una victoria Demócrata, justo es decir, tiene que ser mucho más ancho: el sistema de colegio electoral favorece anchamente los estados rojos, hecho que facilita, como pasó el 2016, que un Republicano llegue a la Casa Blanca con menos votos totales si consigue el nombramiento a estados clave del sur o lo centre-oeste. La cifra final, en poco más de tres meses.

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