Hace mil días que la guerra llegó a Ucrania y el balance es agridulce. Kiev ha resistido hasta ahora los embates de Rusia, un país con una maquinaria de guerra que parece infinita y con unas ansias de expansión igual de grandes, pero lo ha hecho a un costo altísimo: decenas de miles de muertos y heridos, en el frente y en la retaguardia, y un país asolado. La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos no hace sino añadir más incertidumbre a un conflicto que está lejos de resolverse y que amenaza con enquistarse si Occidente no se decide a dar a Ucrania toda la ayuda militar y financiera que necesita para cambiar la situación. Las tropas rusas avanzan a paso de caracol por todo el frente oriental, pero avanzan, y no parecen desfallecer a pesar de las monstruosas pérdidas que les inflige un ejército ucraniano cada vez más exhausto y falto de material.
El Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell, ya ha reclamado a los estados miembros que garanticen el apoyo militar que necesita Ucrania al margen de las decisiones que tomen los EE.UU., que con la llegada de Trump optarán por reducir la asistencia a Kiev y buscar una salida negociada al conflicto. El mismo Trump ha dicho en varias ocasiones que él podría facilitar un acuerdo de paz en solo 24 horas. Pero las tácticas de Trump no convencen a Bruselas, que ve como una amenaza a la seguridad de la Unión Europea cualquier pacto que permita a Rusia quedarse con los territorios ocupados durante estos dos años y medio de guerra.

Europa quiere pasar a la acción
“Los europeos no pueden estar en modo reactivo”, ha defendido Borrell. “No podemos esperar que Trump decida, nuestro apoyo a Ucrania debe continuar”. Este martes se celebra una reunión de los ministros de Defensa de los 27 en la que también participará el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. En los últimos meses, Bruselas no deja de enviar señales, tanto en público como en privado, sobre la necesidad de invertir más en defensa y seguridad para garantizar el suministro de armas a Ucrania y, al mismo tiempo, reducir su dependencia de Estados Unidos. “Los europeos deben entender que el gasto militar es una cuestión que se debe priorizar”, ha insistido Borrell, que ha recordado que el gasto militar en la UE se ha situado alrededor del 2% en conjunto, pero que aún hay muchas disparidades entre los estados miembros.
El presidente francés, Emmanuel Macron, poco amigo de Trump y sus políticas a golpe de impulso, hizo unas declaraciones similares hace unos días. “No quiero que Europa se convierta en un paraíso de herbívoros que sean devorados por carnívoros”, dijo durante una reunión de la Comunidad Política Europea en Budapest (Hungría). “Europa no puede permitirse desaparecer políticamente” si quiere continuar preservando “la paz y la prosperidad del modelo democrático”. Macron insistió en que la UE debe estar preparada para “defender los intereses propios” al margen de lo que hagan los EE.UU. y alertó que una victoria de Rusia en Ucrania llevaría “el imperialismo” de Putin hasta la frontera de la unión.

Putin saca a relucir la amenaza nuclear
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha aprovechado la efeméride de los mil días de guerra en Ucrania para hacer una de sus acciones preferidas: sacar a relucir la amenaza nuclear. Putin ha ratificado este martes un decreto que introduce cambios sustanciales en la doctrina nuclear rusa y que amplía el tipo y el origen de las amenazas susceptibles de ser neutralizadas con un ataque nuclear. Es la respuesta del Kremlin a la esperada luz verde de los Estados Unidos a Kiev para que pueda hacer uso de armas estadounidenses de largo alcance para atacar territorio ruso. Con las armas transferidas hasta ahora, esto supone que las tropas ucranianas podrán lanzar misiles a unos 300 kilómetros dentro del territorio ruso. Ucrania lleva meses reclamando esta autorización, ya que con los sistemas occidentales puede atacar bases aéreas, almacenes de munición y centros logísticos muy cercanos al frente.
Ucrania, uno de los países más minados del mundo
La subsecretaria general de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz de Naciones Unidas, Rosemary DiCarlo, ha denunciado ante el Consejo de Seguridad que Ucrania es uno de los países más minados del mundo. Casi un 25% de su territorio está contaminado con minas, según sus cálculos. “Han pasado mil días de destrucción generalizada desde que la Federación Rusa lanzó su invasión a gran escala de Ucrania, en una flagrante violación de la Carta de Naciones Unidas y del Derecho Internacional”, ha afirmado DiCarlo. “Mil días de muerte, destrucción y desesperación”. Desde febrero de 2022, al menos 12.100 civiles han muerto y unos 26.800 han resultado heridos. “Es probable que la cifra real sea mayor”, ha reconocido. La diplomática estadounidense ha alertado que en los últimos meses ha aumentado el balance de víctimas civiles por los ataques indiscriminados de Rusia con misiles y drones.

Un acuerdo de paz complicado
Las aspiraciones de Donald Trump de facilitar un acuerdo de paz rápido son poco realistas, ya que Rusia no negociará nunca mientras tenga el viento a favor —y ahora mismo lo tiene porque avanza en tres frentes diferentes— y Ucrania no está dispuesta a ceder territorio para poner fin a la guerra. “Mostrar debilidad o entregar territorio es solo una ilusión para aquellos que defienden que la paz se puede comprar; la paz es la única recompensa para los valientes”, decía hace unos días el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. El mandatario ucraniano ha cargado contra varios estados europeos, sin mencionar cuáles, por haber presionado a Kiev para que haga concesiones territoriales a Rusia, un planteamiento “inaceptable”.