Las urnas dejaron un panorama seguro en Alemania. La caída del Bundestag de dos formaciones minoritarias, los liberales del FDP y la Alianza Sahra Wagenknecht, dejó aparente vía libre para recuperar la gran coalición, el pacto entre conservadores y socialdemócratas que ya fundamentó en varias ocasiones el mandato de Angela Merkel. En un momento de intenso declive para la base electoral de centroizquierda, los expertos asumían un camino fácil para el acuerdo, que debería servir para llevar al líder de la CDU, Friedrich Merz, a la cancillería. Ahora bien, tras una deriva derechista de la formación democristiana, los programas de las partes están mucho más alejados que en otras ocasiones, cuando los pactos fueron mucho más sencillos. En las primeras horas después de los comicios, de hecho, el partido del canciller en funciones Olaf Scholz ha aclarado que no hay nada decidido respecto a una mayoría parlamentaria conjunta. «La pelota está en el tejado de Merz, es él quien tiene la responsabilidad de mantener conversaciones», ha enfatizado uno de los líderes de la formación, Lars Klingbeil, en una entrevista en la cadena de televisión pública ARD.
Los conservadores, cabe recordar, fueron los grandes ganadores de la jornada electoral, con 208 escaños y cerca de un 29% de los votos totales; mientras que los socialdemócratas sufrieron un revés histórico, con un 16,5% de los apoyos y unos 120 diputados. La suma de ambos les es favorable, superior al umbral de los 316 votos necesarios para lograr una mayoría absoluta. Ahora bien, la campaña electoral evidenció importantes diferencias entre el proyecto de Merz y la plataforma que lideraba el canciller. La CDU, bajo un liderazgo marcadamente empresarial, ha enfatizado una hoja de ruta de laxitud fiscal para el capital, concesiones al mundo empresarial y rigidez financiera. El potencial canciller, así, rechaza cualquier reforma de los límites constitucionales al endeudamiento; se ha alejado del consenso alrededor de las políticas de sostenibilidad y ha abogado por una mano más dura con la inmigración. Los socialdemócratas, sin haber movido su plataforma especialmente a la izquierda, sí que han explorado un mayor gasto público, un crecimiento económico acelerado por la inversión del estado y mejoras en la legislación laboral del país.

Presiones de los socialcristianos
Tras las dudas que han escenificado los socialdemócratas, el entorno de Merz ha intensificado la presión sobre el centroizquierda. La voz más fuerte ha sido la de Markus Söder, el líder de la CSU -el partido hermano bávaro de la CDU, más escorado a la derecha-. «El SPD siempre ha sido un partido que ha apoyado al Estado, lleno de responsabilidad«, ha declarado Söder, en un movimiento para presionar a sus potenciales aliados bajo la amenaza de la escalada de la extrema derecha. «Hay mucho por discutir», ha reconocido el líder socialcristiano; si bien aboga por reeditar la gran coalición.
Nuevo liderazgo socialdemócrata
Dos días después de las elecciones, Merz se ha reunido con Scholz en busca de un relato común sobre el panorama político alemán. Tras la derrota del pasado domingo, el centroizquierda busca nuevos liderazgos para replantear su estrategia. Entre los favoritos para suceder al canciller al frente de la Casa Willy Brandt destaca el actual ministro de defensa, Boris Pistorius, que ya intentó liderar la lista del SPD antes de los comicios. Pistorius ha sido uno de los grandes defensores de una flexibilización del límite de deuda, especialmente en lo que respecta al gasto militar, en línea con las exigencias del secretario general de la OTAN, el conservador neerlandés Mark Rutte. Según el aún líder de la defensa alemana, el presupuesto del ejército de la federación debe duplicarse, hasta superar los 100.000 millones de euros. Merz, cabe decir, ha dejado la puerta abierta a eliminar el gasto militar de los parámetros de la deuda, si bien el puente aún no se ha construido. «Estamos hablando del 3% del PIB. Esto no puede ahorrarse de otras áreas», sentenciaba el ministro, alejando cualquier acuerdo que no contemple unas finanzas más flexibles.