«A la hora de renunciar al propio ser, ¿cuenta más el poeta que el campesino, el historiador que el artesano, el político que el tendero? ¿Quién es más pueblo, quién es más Cataluña, uno u otro?». Ningún lector, al menos no del público general del país, había podido leer este interrogatorio al botifler, a menudo con medalla y despacho, que lanzó un venenoso Manuel de Pedrolo hace unos 60 años. Las gigantescas Cartes de Catalunya, el más celebrado de los textos del autor que el filtro franquista quiso enterrar bajo nuevos catalanes y caballos hacia la oscuridad, es la joya de la corona de Prosa de Combat (Comanegra, 2025), un recopilatorio de artículos y ensayos inéditos del «gran intelectual de los 60» en el Principado que bajó de la Segarra para construir una nación.
En la Cataluña clerical y funcionaria de 2025, que propios y ajenos se empeñan en pintar bajo una bandera blanca, un artefacto como este ha pasado 11 semanas en la lista de los más leídos, y ya acumula cuatro ediciones en solo tres meses de vida. Cuando el presentador y cómico Òscar Andreu decía, en una publicación en Twitter, que las piezas que se encuentran «parecen escritas MAÑANA», se refería a esto: como el poeta, el historiador y el político -que él ya recuperaba del siglo XVIII para dejar en evidencia a los del XX-, las capitulaciones entusiastas de la vanguardia política que en 2017 se pretendía nacional solo ocultan el entusiasmo que aún hierve bajo el independentismo. «No somos nosotros; es Pedrolo, y es el país», exclama Júlia Ojeda, la madre de la criatura, junto con el director editorial de Comanegra, Jordi Puig. La librería Laie de la calle Pau Claris ha tenido que poner más sillas de las que tenía previstas para escuchar a los dos presentadores lanzando a Pedrolo contra sus enemigos. Es el país.
Prosa de Combat es un volumen corto y accesible, que recupera textos escritos bajo la máxima pedroliana que reivindica Andreu: «que todo quede muy claro, que la gente no está para tonterías». Tan accesible que en ningún caso se podía haber publicado bajo el ojo nacionalcatólico. Para el régimen, Pedrolo solo podía ser un escritor juvenil, prácticamente pulp, que hablaba a las masas en el peor sentido del término. Ojeda y Andreu, sin embargo, sostienen que ni siquiera sus novelas populares, las que aún se cuelan en el programa del instituto, son solo eso. La recopilación, que recompone a Pedrolo como pensador político, también sirve para leer especialmente el Mecanoscrit del segon origen desde el prisma nacional y popular, como «la primera distopía utópica de una Cataluña independiente», en palabras de la profesora e investigadora en la Universidad de las Islas Baleares.
La misma Ojeda hace recuento de la reacción que los herederos de los censores duros y los censores suaves de Pedrolo han hecho de Prosa. «Con las políticas socialistas, Juan Marsé habría ido a Guadalajara. Pedrolo, no», lanza. Y, en tanto que mensaje desde mañana, la hoja de ruta del segarrense no solo es aplicable todavía hoy; sino que supera muchas de las ideas que dominan incluso el sentido común independentista. «Si se hubieran publicado estos artículos, yo me habría ahorrado el 50% de mis tuits», ironiza Andreu; que acusa al régimen franquista de haber querido «anular de la conversación pública» al escritor y pensador más prolífico de su tiempo.

Todos los catalanes
Una de las piezas de más gravedad que recoge Prosa de combat es Entorn d’una expressió, un artículo que Pedrolo dedicó a Francisco Candel en la estela de su gran aportación al relato español de Cataluña, Els altres catalans. Escrito en 1966, dos años después del libro de Candel, no tuvo la misma suerte ante el censor franquista. El yugo castellano, argumenta, Ojeda, permitió que el marco mental de los otros catalanes, que alejó el horizonte esencial del republicanismo catalán de pensarse como un solo pueblo, se impusiera. Las páginas de Pedrolo, sin embargo, muestran «el error en el marco de Candel». «Nuestra voluntad antisegregacionista no puede ver con buenos ojos la existencia, en nuestro suelo, de dos comunidades hostiles, y desea fervientemente hacer una sola. Y supongo que nadie nos puede reprochar que la queramos catalana en una tierra que aún lo es», concluía el autor nacido en Aranyó, no olvidemos, ahora hace 60 años. Si la visión de Candel, que es «la de Brigitte Vasallo y Ada Colau en 2015″ para Ojeda, ha sobrevivido, es porque las instituciones la han querido, también en democracia. Desde el mañana, y con los textos en la mano, es fácil concluir -como lo hace la editora- que «Jordi Pujol y Max Cahner también eligieron a Candel por encima de Pedrolo». «El pujolismo buscaba el perfil bajo y la pacificación», un proyecto para el país «inasimilable» para las tesis del escritor.
Contra este cuento de las dos Cataluñas, el Pedrolo político es «una bomba de relojería» que amenaza la integridad de todos los proyectos públicos que la contradicen. «Contra los socialistas y los españolistas de turno», pero también contra las extremas derechas que piensan el Principado hacia adentro, y no hacia el mundo. Con el nuevo prisma que ofrecen los artículos inéditos, Ojeda reivindica el Mecanoscrit como «una novela que ya sabía que Sílvia Orriols nunca lo logrará». «Pedrolo sabía que la inmigración, integrada con la lengua y la cultura, era imprescindible para que Cataluña pueda sobrevivir», reflexiona. También contra los cantores de la derrota que hace años que quieren un fin de ciclo; pero que chocan contra una aspiración nacional terca. «Una de las labores del españolismo era decirme que no tenemos gente. Pero la hay, y muy vibrante», postula Andreu.
Devolver a Pedrolo al foro público, y hacerlo explorando su manual político, debe servir para avivar la pulsión nacional, sostiene Ojeda; pero también para atarla, como lo estaba el mismo intelectual -y Joan Fuster, y Maria Mercè Marçal, y Núria Cadenas, y tantos otros- al «hilo del relato nacional e independentista que nos han robado». «Cada generación de independentistas ha tenido que empezar de cero, y eso no puede ser», sentencia Ojeda. Nacida en el 94, la profesora y política pertenece a una generación que en 2019 «se quedó huérfana». Asegura haber revivido mirando hacia atrás, hacia generaciones que ya habían vivido la represión castellana décadas antes del 1 de Octubre y de Urquinaona. «Pedrolo siguió, Fuster siguió. Cuando Cadenas fue encarcelada, en el 88, mantuvo la esperanza leyendo La Paraula dels botxins«, recuerda Ojeda. En tiempos oscuros, en los que la esperanza es el nuevo punk, el Pedrolo pensador -y el novelista, y el articulista, y el dramaturgo- no puede ser más subversivo.


