Daniela Brown (Barcelona, 1997) se ha consagrado en los últimos años como una de las actrices del momento dentro de la escena cinematográfica y teatral de Cataluña. Desde muy pequeña encontró refugio en la interpretación, y ha hecho de actuar su manera de entender la vida. Formada en el Institut del Teatre de Barcelona después de cursar el bachillerato de artes escénicas en el Institut Sobrequés de Girona, Brown se ha adentrado de lleno en la industria cultural catalana. Le gusta mucho el teatro que experimenta «más allá del texto y la palabra» y se refleja en compañías como Mal Pelo, un grupo de creación escénica codirigido por Pep Ramis y María Muñoz, o Baro d’evel. En su trayectoria profesional en el cine ya ha trabajado, entre otros, en Abadessa, de Antonio Chavarrías, y Marco, de Aitor Arregi y Jon Garaño, que se llevó dos premios Goya.

Brown también es una cara conocida para los espectadores de las tardes de TV3, donde hace cuatro años que encarna a Naiara en Com si fos ahir. En la escena teatral, recientemente ha estado en el escenario del Teatre Lliure con La Gavina, dirigida por Julio Manrique. Ahora prepara Ai! La misèria ens farà feliços, una obra dirigida por Gabriel Calderón que se estrenará el próximo 4 de diciembre en el Lliure de Gràcia y estará en cartelera hasta el once de enero. En esta entrevista con El Món, de la serie Talents amb Carnet Jove, la joven actriz barcelonesa habla de la escena catalana, del oficio del teatro y de los dilemas de convivir con una industria «genuinamente capitalista» que ha abandonado, de alguna manera, «la perspectiva artística».

¿La pasión por actuar te viene ya desde pequeña?

Sí, desde muy pequeña. Desde los diez años que hago teatro. Lo descubrí en la escuela, porque hacíamos la actividad extraescolar de teatro, y allí me di cuenta de que me sentía bien, que me sentía libre. Que era un espacio donde podía jugar, donde podía descubrir, ser creativa… Donde podía equivocarme y no era un problema. Allí descubrí una faceta que hizo mucho más transitable mi infancia, la adolescencia, y también la edad adulta, porque me permite volver a conectar con esa idea del juego que sentía de pequeña.

¿Tu familia tiene algo que ver?

No directamente. Sí que es cierto que mi madre era diseñadora de moda, entonces aquí está la parte creativa, y mi padre es cocinero, que también tiene una parte creativa. Pero no, del teatro, no. Aun así, mi hermana y yo hemos acabado dedicándonos a la rama creativa, porque yo soy actriz y mi hermana es músico de jazz moderno. Nos hemos ido hacia la rama creativa [ríe].

Daniela Brown, actriu. Barcelona 14.11.2025 | Mireia Comas
Daniela Brown, actriu. Barcelona 14.11.2025 | Mireia Comas

En los últimos años te hemos podido ver haciendo tanto cine como teatro. ¿Dónde disfrutas más, como actriz?

Pues disfruto las dos cosas, porque son muy diferentes entre sí. Muy, muy, muy diferentes.

¿En qué sentido?

Pues, principalmente, en un tema de dimensión. Ahora que vengo de hacer una película y estoy haciendo una obra de teatro lo he visto claramente. Tienes que tener una verdad, tanto en una cosa como en la otra, para que el público pueda empatizar con lo que estás haciendo. Lo que pasa es que en el cine está en un lugar mucho más natural, incluso minimizado, porque en la cámara, con un movimiento de ojos, ya puedes estar explicando si la persona está deprimida o estar deprimida. Solo con un movimiento de ojos. En cambio, en el teatro, un movimiento de ojos no es nada. No te ve el de la primera fila, y mucho menos el de la última. Por lo tanto, tienes que generar todos otros mecanismos, físicos, vocales, artísticos, para poder expresar lo que quieres. La vía de expresión, en el cine y el teatro, es completamente diferente. Por eso no te puedo decir qué disfruto más, porque son dos cosas completamente diferentes. Lo que sí que encuentro es que es más difícil y comprometido hacer teatro. Yo ahora que estoy haciendo teatro pienso ‘¡ostras, qué difícil es’ [ríe]. Es difícil porque se te piden muchas cosas al mismo tiempo.

¿A qué te refieres?

Tú, cuando haces teatro, tienes que activar muchos estadios. El estadio físico, el estadio visual, el estadio emocional, el estadio rítmico. En esta obra que estamos haciendo, que es pura comedia, es como si nos estuviéramos pasando una patata caliente y no pudiera caer nunca al suelo. Tienes que precipitarte. Tienes que ir por encima del texto, no puedes seguirlo. Necesitas una agilidad mental y un ejercicio de repetición… Aquí también hay una diferencia con el cine. En el cine es momentáneo, para una escena concreta, en cambio, en el teatro tienes que repetir toda la función cada noche. Y cada noche tiene que estar viva, y cada noche tienes público allí. No puedes equivocarte. En cambio, en el cine, si algo no te ha salido, cortas y lo vuelves a hacer. En el teatro no. Empiezas y acabas, y si por el medio te enredas, ya te salvarás como puedas.

¿Crees que todos los actores y actrices están capacitados para hacer teatro?

Yo creo que no. Creo que el mundo audiovisual, y más con las plataformas, ha dado acceso a gente que quizá no es ni siquiera actor o actriz, que de repente ves a una influencer en una serie y sabes que esa persona está allí porque es influencer. Y tiene derecho, eh, pero el teatro demanda un oficio. Tú no puedes engañar en el teatro, y creo que con la cámara sí que puedes engañar. Y de repente puedes encajar para un papel en concreto… Y con el teatro sí que existen los perfiles, pero con el cine está mucho más marcado. En el teatro no puedes mentir, no puedes hacer ver que sabes [ríe]. Es mucho más expuesto.

Daniela Brown, actriu. Barcelona 14.11.2025 | Mireia Comas
Daniela Brown, actriu. Barcelona 14.11.2025 | Mireia Comas

¿Sientes que hay intrusismo laboral?

Es entrar en un debate complicado, porque si algún cantante o lo que sea tiene la intuición y el talento para hacer un papel, es apto para hacerlo. Lo que sí que es cierto es que, en contraposición, hay mucha gente que se está matando haciendo una carrera, haciendo cosas de pequeño formato. Gente que está intentando entrar y no se le abre ni la puerta. Ya no digo ni para hacer una producción o hacer un casting, sino porque de repente, como eres tal, ocupas un espacio. Eso es cuestionable si lo comparamos con todas las personas que han generado carrera, que hace tiempo que se dedican a ello, y que no tienen ni la oportunidad. En este sentido, sí que pienso que hay intrusismo laboral. De la misma manera que yo no me voy a poner a construir una mesa si no soy carpintera, o no me voy a poner a operar un corazón si no soy cirujana. De alguna manera creo que queda retratado cuando ves cuando una persona tiene oficio y sabe lo que está haciendo y cuando una persona está surfeando la ola.

El problema quizá es, pues, que se dan papeles a personas que no tienen ni la intuición ni el talento, sino que solo tienen la visibilidad.

Vivimos en un mundo muy superficial, en un mundo donde Instagram y todas las redes están tomando un protagonismo enorme. A mí, por suerte, no me ha pasado, porque me trastocaría mucho, pero hay gente a la que le dan un papel porque tienen ‘x’ seguidores en Instagram. Piensas, ‘¿qué estamos haciendo?’.

¿Se debe crear algún mecanismo para evitar que se produzcan estas prácticas?

El problema es que la industria, muchas veces, está más enfocada en una idea genuinamente capitalista que no en una perspectiva artística. Aquí está el problema. Se hacen obras de arte, aunque sean obras más pequeñas, y se hacen cosas preciosas, pero a mí me da la sensación de que, con el auge de las plataformas, ves muchísimo contenido que es mediocre. Muchísimo. Y eso es una industria apoyando la productividad, no la parte artística.

Es decir, crees que se ha desvirtuado la industria.

Se ha desvirtuado un poco, sí. De vez en cuando, una vez al año, dices ‘ostras esta peli, ostras esta obra de teatro’, pero creo que antes había menos producción pero más exigencia. Teníamos este tiempo, este dinero y estos medios, punto. Paralelamente, sin embargo, también todo esto nos da más oportunidades a los actores y las actrices. Es una dicotomía.

¿Te genera dudas éticas el hecho de tener que vivir en esta dicotomía constante?

Sí, muchas veces. Porque escuchas una entrevista de Patti Smith y ves que es una artista de pies a cabeza. Lo es y no necesita demostrarlo. Pero, claro, también son gente muy particular. Y también está el tema de que tienes que pagarte un alquiler de mil euros en Barcelona, y tienes que comer… A veces haces proyectos que no te llenan artísticamente, pero yo intento mirar la parte positiva e intentar sacar todo lo que pueda, de aprendizaje o de lo que sea.

Daniela Brown, actriu. Barcelona 14.11.2025 | Mireia Comas
Daniela Brown, actriu. Barcelona 14.11.2025 | Mireia Comas

¿Se puede vivir del teatro? ¿O se sobrevive?

Creo que las cifras oscilan entre el 8% que puede vivir medio-medio, o malvivir, del teatro, y solo un 2% o un 3% que puede vivir plenamente y bien, en buenas condiciones, de ser actor o actriz. Los números son malísimos. Yo tengo una suerte alucinante, y ya hace cinco años que me dedico exclusivamente, pero toco madera, porque soy muy consciente de que el año que viene puedo encontrarme en un desierto y tendré que transitarlo, igual que el oasis. Es así…

¿Cómo afrontas esta incertidumbre constante?

Bien, es un factor estresante porque yo sé cómo será mi vida laboral hasta julio. Más allá de julio no sé qué me puede pasar. Y eso ya es mucho, porque hay muchísima gente que no sabe qué le pasará el mes que viene. Hay una sensación de carpe diem, de vivir el presente. De saber que ahora tienes una cosa y tienes que ir a por todas. Una filosofía de vida. Y tienes que agarrarte al carro y tirar adelante.

Este 2025, Òmnium Cultural ha publicado un informe sobre los usos culturales de la juventud en los Países Catalanes. De las conclusiones que se extraen es que ir al teatro es la actividad cultural que menos escogen. De hecho, el 25% de las respuestas dicen que, como mucho, van una vez al año. Y las respuestas sobre ir al cine tampoco se alejan mucho. ¿Por qué crees que se está perdiendo la cultura de ir al teatro o al cine entre los jóvenes?

Creo que es por el acceso tan inmediato a la cultura desde casa, en parte por las plataformas también. Y también está ligado a la inmediatez. Somos una sociedad líquida, una cosa que dure más de diez segundos aburre. Sabes que ya estás en casa y que si quieres mirar cualquier cosa, lo tienes. En cambio, si quieres ir al teatro, está el pensamiento de ‘no me digas que tengo que comprar una entrada’, porque el teatro está caro. Hay la sensación de ‘ostras tengo que pagar 25 euros para ir a ver una obra de teatro, coger el metro y pasarme dos horas y media en el teatro e ir a casa’.

¿Crees que se debe bajar el precio de las entradas?

Es complicado. Los teatros privados son privados, y después los públicos sí que tienen tarifas y hacen cosas. Por ejemplo, con el carnet joven, puedes ir al teatro por doce o trece euros. Es viable. Ahora bien, también influye si entra dentro de tu triángulo de prioridades ir al teatro. Para mí es impensable no ir al teatro, pero porque a mí me plantaron la semilla dentro y ya me ha crecido el árbol [ríe]. Se me hace muy extraño alguien que no lo piense, porque mi vida gira en torno a eso.

Daniela Brown, actriu. Barcelona 14.11.2025 | Mireia Comas
Daniela Brown, actriu. Barcelona 14.11.2025 | Mireia Comas

Comentas que, en parte, se ha perdido la cultura de ir al teatro o al cine por la inmediatez de poder acceder al contenido desde el sofá de casa. ¿Crees que es solo por la inmediatez?

Bueno, también que, involuntariamente, el sistema está educando a la gente joven desde este punto. No desde el lugar contemplativo, paciente. No se nos está educando desde aquí. Hay gente que va al teatro, evidentemente, pero yo cuando estoy actuando y veo una platea, la mayoría de gente es de cuarenta años en adelante. A ver si esto se revierte de aquí a poco, porque tengo la sensación de que la gente joven se acabará cansando de lo que hace ahora. Yo conozco gente más joven que yo que ya ha vuelto al ‘móvil piedra’ [es decir, los predecesores a los smartphones], porque ve que solo tiene 25 años y tiene muchos ataques de ansiedad. Quiero pensar que hay esperanza de querer volver a lo analógico, porque la historia es cíclica, como las modas [ríe]. Es una comparación muy básica, pero volvemos a los pantalones acampanados, que cuando desaparecieron nadie pensó que volverían. Quiero pensar que la gente, o alguna gente, querrá volver a lo que es más humano, a las cosas manuales. Y evidentemente la tecnología avanza porque forma parte de la evolución, y con todo lo que vemos de la inteligencia artificial aún más, pero habrá gente que será la resistencia, y el teatro no puede desaparecer.

Dices que la historia es cíclica, y también lo estamos viendo con la tendencia de voto de las nuevas generaciones.

¡Cada vez más fachas, sí! Con todos estos vídeos de chicos de 16 años que dicen ‘Esto con Franco no pasava‘, y te quedas de piedra porque ves que eso no lo ha pensado él. Eso no es su opinión. Eso es que el chico ha oído esta frase y ha considerado oportuno decirlo, pero es imposible que esté fundamentado dentro de su cabeza, porque tiene 16 años y no sabe lo que dice. Es peligrosísimo cómo está subiendo la ultraderecha en todo el mundo, y en el sector de la cultura nos afecta, porque la cultura no interesa a la ultraderecha. Cualquier cosa que pueda hacer reflexionar al pueblo no interesa a la ultraderecha [ríe].

A pesar de este auge de los discursos de ultraderecha y más reaccionarios, sin embargo, confías en que la gente más joven vuelva a tener la voluntad de apostar por la cultura. ¿No tiene un punto contradictorio?

Es lo de siempre. Yo tengo esperanza porque mi círculo es de gente de izquierdas, y no entra todo el resto. Sé que existe porque veo los baremos y veo los números, pero digo, ‘¿pero dónde están?’ [ríe]. Pero sí, tengo esperanza. Y ves cuando alguien que no va nunca al teatro, pero va a ver un buen espectáculo y sale emocionado, tú lo ves. Y es precioso sentirte interpelado en una sala donde hay 500 personas observando con atención una misma cosa. Y eso solo pasa con el teatro. Si no quieres permitirte vivir una experiencia así, no lo conocerás.

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