«Todo empieza y mira como acaba, dando vueltas a las cosas como no me esperaba». Con este verso arranca
La banda nacida en 2003 en Argentona (Maresme) llevó el folk-punk en catalán, con letras penetrantes y reivindicativas, a todos los escenarios de Cataluña. «El gran impacto que tuvo Ebri Knight en el Maresme y en Cataluña en general fijó las primeras raíces de la nueva oleada de músicos», argumenta en conversación con El Món Miguel Zamarripa, productor de conciertos en directo, organizador de festivales y mánager de bandas musicales, como 31 FAM, que fue «testigo directo» de las primeras pasas de esta nueva escena catalana. Después de la explosión de este grupo de Argentona nació El Veïnat a mediados de la década de los 2000, una banda originario de Vilassar de Mar que revolucionó la escena marismeña al ritmo de sonidos jamaicanos -desde el reggae hasta el ska. La «segunda semilla» que plantó El Veïnat empezó a crear «raíz» e inspiro a otros grupos, como A trenc d’alba o Skapada, de los cuales han bebido los artistas de la nueva hornada: desde Andén, pasando por Boom Boom Fighters, hasta llegar a The Tyets, que se consolidaron a la escena musical catalana en 2019 con la canción
De la cultura ‘sound’ y las fiestas mayores a los grandes escenarios
Todos estos grupos de música empezaron su carrera musical en pequeños escenarios, llenando las salas de los casales jóvenes y centros cívicos, como el casal de barrio de las Esmandies de Mataró -donde Ebri Knight hizo su primer espectáculo en directo-, y jugando con los sonidos en
Según relatan, el ambiente que se crea en los

Esta pequeña escena, que se forjó en las plazas y las calles marismeñas, también se ha acabado trasladando a los grandes escenarios del territorio, especialmente por las «fiestas mayores». Escenarios como el de la Garrinada -conocida como la «fiesta más cerda del Maresme» que se celebra en Argentona del 4 al 6 de agosto- o el de Las Santas, la fiesta mayor de Mataró que se celebra la última semana de julio en honor a Santa Juliana y Santa Semproniana, patronas de la ciudad, y considerada una de las más importantes de Cataluña: «El Maresme es el que es, y con una mínima exposición ya podías llegar a tocar a Las Santas. Esto nos ha ayudado mucho a ganar peso dentro de la escena», argumenta Yung Robellón. En este sentido, Miguel Zamarripa asegura que uno de los factores que ha catapultado la nueva hornada marismeña es la «buena calidad» técnica y de infraestructuras que dispone el Maresme como territorio, puesto que esto permite a los artistas «ganar experiencia» más deprisa que en otras ciudades o comarcas, como por ejemplo Barcelona: «Las fiestas mayores del Maresme tienen mejores condiciones técnicas que las fiestas de barrio de Barcelona», argumenta.
Ahora bien, los mismos artistas consultados por este diario también aseguran que no siempre ha estado fácil poder llegar a grandes escenarios dentro del Maresme: «Los ayuntamientos son bastante ariscos en la hora de apostar por la cultura, y esto hace perder mucho talento», lamenta Àlex Garcia. De hecho, es por este motivo que muchos grupos marismeños, como Andana, se han acabado desplazando hasta Girona -en la hora de hacer conciertos- para hacer crecer todavía más su proyecto musical: «La proximidad con Girona y su tradición musical lo ha convertido en uno de los ejes principales de la música en Cataluña», apunta Yung Rovelló.
El Maresme, un territorio con identidad musical y política propia
Otro de los factores que ha construido la escena musical marismeña es la fuerte «identidad política» del territorio: «El Maresme es una entidad en sí», asevera Miguel Zamarripa. Para el productor y organizador de acontecimientos, la presencia de un «tejido político y asociativo» ha generado el auge de una nueva hornada de artistas que, en estos momentos, ya se han convertido en «nuevos referentes» para los futuros músicos del territorio. De hecho, Yung Rovelló asegura que gran parte de sus ‘bolos’ han sido en escenarios de ayuntamientos «independentistas» que coinciden con el discurso de sus canciones -un mensaje reivindicativo y con una línea política muy marcada.
Las canciones, pero, no solo reflejan ideología, sino que también plasman el espíritu del Maresme. En este sentido, el rapero de Calella defiende que «hay diferencias» internas dentro del territorio: «No es el mismo ser del Baix Maresme que del alto. La proximidad con Barcelona o Girona crea dos corrientes sociales diferentes. No es lo mismo criarse en Vilassar que en Sant Pol de Mar», asevera. Ahora bien, independientemente del pueblo o ciudad natal de cada artista, muchas de las canciones plasman sentimientos muy similares, como las noches a la discoteca Clap -uno de los locales de referencia de Mataró.
Más allá de artistas como Yung Rovelló o Andana, en los últimos años también han aparecido ejemplos como Baya Baye -un rapero de Montgat que irrumpió a la escena hace poco más de dos años- que relata su vida como campesino y viticultor. Estos artistas todavía no han llegado a los grandes festivales como el Cruce, donde este año sí que actúan The Tyets, pero sí que se han afianzado dentro del circuito marismeño. «Es muy bonito ver todos estos grupos que empezaron hace unos años y ahora se han consolidado al circuito catalán», celebra Zamarripa, que considera que «continuarán saliendo» nuevas hornadas de músicos. El Maresme, pues, ha sido la cuna de una nueva generación de artistas, algunos de los cuales ya se han convertido en auténticos referentes de la música en catalán.