Daniel Sancho ha pasado cuatro noches en la prisión tailandesa de Koh Samui, en el sur del país, donde espera conocer la fecha del juicio por haber asesinado y descuartizado a Edwin Arrieta. El joven cocinero de 29 años ha confesado el crimen y parte del cadáver del cirujano colombiano fue hallado en un vertedero. La policía cree que con todas las pruebas recogidas puede acusarle de asesinato, un crimen que en Tailandia puede comportar la pena de muerte. Pero hasta que llegue el día del juicio, Sancho tendrá que pasar muchos meses en prisión.
El centro penitenciario de Koh Samui tiene capacidad para medio millar de reclusos y, según ha explicado el director, Watcharapong Boonsaior, solo hay cinco extranjeros. Sancho está en una celda de aislamiento por el protocolo Covid que comparte con cuatro reclusos más. Su aterrizaje en la prisión ha sido “tranquilo” y el joven tiene un “buen estado de ánimo”. El bloque de aislamiento tiene unas condiciones ligeramente mejores que el resto de la prisión y tiene dos funcionarios que lo vigilan y hablan con él para “aligerar cualquier estrés potencial” que pudiera llevarlo a autolesionarse.

Condiciones precarias en la prisión de Tailandia
Sancho duerme en un colchón en el suelo, le han cortado el pelo y lleva el uniforme marrón de la prisión, según explica el programa
Y, entre otras cosas, la vida en la prisión quiere decir que no hay excepciones. Una de las primeras cosas que pidió cuándo entró fue llamar a su familia. La petición le fue denegada. No está permitido contactar con el exterior mientras dura el aislamiento por Covid, que acabará a mediados de semana que viene. Mientras tanto, ha podido hablar con su abogado, que ya le ha explicado cómo funciona la vida en las prisiones tailandesas y asegura que el joven cocinero se prepara para “vivir aquí dentro”.