El Maresme está lleno de rincones y pueblos que vale la pena descubrir. Más allá de grandes nombres de la comarca como Vilassar de Mar o Arenys, el Maresme también concentra otros destinos de costa ideales para escapar de la rutina y refugiarse de las altas temperaturas. Sin embargo, hay algunos pueblos que, a pesar del encanto que ganan durante la primavera y el verano, se pueden disfrutar perfectamente durante todo el año. Este es el caso, por ejemplo, de Caldes d’Estrac, conocido popularmente por sus aguas termales. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que este pueblo gana mucha vida durante el verano, ya que la mayoría de las casas construidas en el municipio son segundas residencias.
Los baños termales de Caldes d’Estrac han sido, desde siempre, el principal atractivo del municipio. Los orígenes de estos baños se remontan a la época romana, momento en que estas aguas se conocían como Aquae Calidae. Posteriormente, sin embargo, los árabes que se establecieron en la actual Maresme también las explotaron, lo que demuestra que el interés por estos puntos de agua caliente -canalizados por una galería subterránea a 38 grados de temperatura- que brota de debajo de la tierra ha estado presente en las diferentes etapas de la historia de Caldes. Los baños actuales están situados en el centro de la villa, cerca de la plaza de la Vila, y datan del siglo XIX. Una curiosidad que los diferencia del resto de baños termales de Cataluña es que son de titularidad pública. El resto de baños termales organizados del país son privados.

Las joyas arquitectónicas de Caldes
Los baños termales son el reclamo por excelencia de Caldes d’Estrac, pero no son lo único indispensable de descubrir durante una escapada de fin de semana o un largo período de vacaciones. Dos de los otros principales lugares de interés de la villa son el Passeig de Mar y el Passeig dels Anglesos, ya que son dos de las calles que concentran más casas modernistas y noucentistas del municipio del Maresme. Otro de los puntos de interés histórico de la villa es la Capilla del Carme, la cual fue promovida entre los años 1868 y 1882 por Elvira Gibert de Pi y financiada por su padre, Manuel Gibert, que entonces era el presidente de la compañía ferroviaria. El objetivo de crear esta capilla en Caldes d’Estrac era que los trabajadores del municipio tuvieran un espacio para poder ir a misa. Uno de los elementos que la ha convertido en un espacio que vale la pena visitar del municipio es su cúpula rojiza que sobresale por encima del resto de casas del municipio.
