Hay pueblos de Cataluña que han quedado grabados en la memoria cultural del país. Algunos por el impacto que supusieron en la vida del artista, como Horta de Sant Joan (Terra Alta), otros por su presencia en la literatura. Este es el caso de Alós d’Isil, un pequeñísimo pueblo del Pallars Sobirà donde solo viven veinticinco personas, según los últimos datos censales. Es una de las villas que retrató Josep Maria Espinàs en 1956 en A peu pel Pallars i la Vall d’Aran, una crónica que inmortaliza el paisaje del Pirineo catalán. Un paisaje que ha cambiado mucho con los años, pero que aún conserva la misma esencia. Alós d’Isil es una entidad singular de población agregada al municipio de Alt Àneu, situado en la comarca del Pallars Sobirà. En términos de veguería, forma parte del Alt Pirineu y Aran.
Como muchas villas del país, su origen se remonta a la época medieval. La primera vez que Alós aparece documentado es en el acta de consagración de la catedral de Urgell, que data del 839. En aquella época, sin embargo, el pequeño pueblo estaba dividido en dos: Alós Sobirà y Alós Jussà. De este segundo pueblo -es decir, Alós Jussà- es de donde nace la villa actual. Alós fue un municipio independiente durante muchos años, pero en 1846 se fusionó con Isil y el pueblo de Àneu. Después de fusionarse continuaban teniendo la categoría de municipio, ya que aún había un ayuntamiento propio, pero a partir de 1999 pasó a ser una entidad municipal descentralizada, la cual depende del gobierno de Alt Àneu. Alós d’Isil, tal como describía Espinàs en sus crónicas, es uno de los pueblos que permite conectar con el Pirineo más profundo, a menudo desconocido.
Francament impressionat per les obres de millora del camí d’Isil a Alós d’Isil per part @pnaltpirineu. Una ruta súper bonica que ens apropa al Pirineu profund. pic.twitter.com/88uHhq61UX
— Lo Xic de Feliciano ⭑X (@lionelpla) May 11, 2024
Un pueblo impregnado de románico
Es un pueblo pequeño con muy pocas casas, pero impregnado del arte románico característico del Pirineo catalán. Como en la mayoría de villas de la zona, la iglesia del pueblo, la de Sant Lliser, es de estilo románico, y data del 1090. Con los años, sin embargo, el edificio ha cambiado mucho. Actualmente, es un edificio moderno, pero aún conserva la portada románica decorada con arquivoltas y dos relieves incrustados en la fachada. En una escapada de fin de semana a la villa es recomendable ver el Puente de Alós, que también es de estilo románico. Se trata de un puente de piedra con un solo arco. Lo importante del pueblo, sin embargo, no se encuentra entre las casas con tejados de pizarra, sino que se encuentra en las afueras, donde hay una gran cantidad de caminos ideales para hacer rutas y descubrir los rincones del Pirineo menos conocido.

