El colectivo de médicos lleva años protestando contra la elevada presión asistencial con la que deben trabajar. Es decir, el elevado número de consultas que deben atender cada día. De hecho, es una de las principales quejas que esgrimen desde el sindicato Metges de Catalunya, que reclaman mejoras en sus condiciones laborales para atender mejor a los pacientes, ya que pueden dedicar menos tiempo del que sería adecuado a cada persona que visitan. Con el objetivo de aliviar la carga asistencial, algunos expertos buscan maneras de incorporar nuevas herramientas, como la inteligencia artificial, al sistema sanitario para agilizar la labor de los médicos. Así lo demuestra un estudio «pionero» del grupo de investigación Artificial Intelligence and Data for Society (AID4So) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que busca convertir la IA en «aliada de pacientes y profesionales sanitarios para evaluar de manera más profunda y ágil la experiencia del dolor crónico».

«La idea de este estudio es agilizar con inteligencia artificial algunos procesos porque los profesionales tienen mucha carga asistencial», relata en conversación con El Món Rubén Nieto, coautor del estudio, publicado en el Journal of Medical Internet Research. En concreto, este estudio, en el que han participado tres investigadores más de la UOC –Jacopo Amidei, Andreas Kaltenbrunner y Gregorio Ferreira– y varios investigadores del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, pone el foco en los tratamientos del dolor crónico, es decir, una tipología de dolor que persiste al menos tres meses y que puede prolongarse hasta el final de la vida. «Se trata de una experiencia muy subjetiva, muy propia de cada persona», recuerda Nieto. En concreto, dentro del paraguas del dolor crónico, el análisis de los investigadores de la UOC se ha centrado en el análisis de decenas de narrativas escritas por pacientes con fibromialgia, «un síndrome especialmente complejo por la dificultad de diagnóstico y la intensidad de su impacto».

Teniendo en cuenta que el dolor crónico presenta una sintomatología muy variada y que afecta a cada persona de una forma diferente, la investigación médica utiliza una serie de «cuestionarios estandarizados» que permiten establecer unas pautas generales de actuación. Estas pautas, sin embargo, son solo un primer paso: «No siempre estos cuestionarios reflejan la subjetividad de cada paciente», argumenta el especialista, quien defiende que es «muy importante» que la persona pueda expresar «con sus propias palabras» su situación. Teniendo en cuenta esta situación, los autores del estudio consideran que «las narrativas escritas también son una herramienta valiosa, ya que permiten que las personas relaten con sus propias palabras y en primera persona cómo evoluciona el dolor, cómo afecta la vida laboral, familiar y emocional, y qué tratamientos se han probado»: «Es un enfoque que, a pesar de haberse demostrado especialmente valioso, tiene un uso clínico muy limitado, porque los profesionales no tienen suficiente tiempo para analizarlas», reflexionan. Es precisamente aquí donde entra el uso de la inteligencia artificial.

Dos sanitarios caminando por uno de los pasillos del Hospital Clínic de Barcelona. Fecha de publicación: sábado 17 de diciembre de 2022, 06:00 Localización: Barcelona Autor: Laura Fíguls
Dos sanitarios caminando por uno de los pasillos del Hospital Clínic de Barcelona

La IA, un complemento para el médico

Los investigadores plantean que estas narraciones de los pacientes las analice directamente una inteligencia artificial, ya que de esta manera, según argumentan, «sin perder la riqueza clínica», se puede facilitar la vida a los médicos y a los pacientes. Tal como relata Rubén Nieto, los expertos evalúan el grado de dolor crónico en función de las conversaciones que han mantenido con el paciente y sus respuestas al cuestionario general. Esta evaluación se traduce en una escala de puntuaciones del 1 al 10, las cuales hacen referencia a la gravedad del dolor y el nivel de discapacidad que este provoca en los pacientes. El estudio, sin embargo, indica que la inteligencia artificial, en concreto los modelos de lenguaje extensos como GPT-4, ofrecen unos resultados prácticamente idénticos.

«El estudio ha demostrado que GPT-4 puede asignar puntuaciones sobre la gravedad del dolor y el nivel de discapacidad que este provoca en los pacientes, y que sus valoraciones son muy próximas a las que realizan los especialistas humanos. En concreto, y sobre una escala de 0 a 10, la diferencia media entre las puntuaciones de la IA y las de los expertos fue de apenas 1,2 puntos al valorar la gravedad del dolor y de 1,4 en cuanto a la discapacidad», argumentan los investigadores en el estudio. Teniendo en cuenta esta situación, pues, el coautor del análisis considera que es una herramienta que podría ayudar a «agilizar» el trabajo de los médicos si se comenzara a aplicar. Además, también destaca que la IA complementa las puntuaciones con «explicaciones comprensibles sobre por qué llega a esta conclusión, lo que facilita que el profesional humano pueda interpretarlas y contrastarlas».

Representación gráfica de la inteligencia artificial / Europa Press

El criterio médico como bandera

Rubén Nieto, en consonancia con las conclusiones reflejadas por todos los autores del estudio, remarca por activa y por pasiva que en ningún caso se pretende sustituir el criterio de los profesionales sanitarios por la inteligencia artificial, sino incorporarla como un elemento complementario. «La IA ayuda a que las narrativas sean viables en la práctica, pero nunca reemplaza el juicio humano», remarca. Los investigadores resaltan que la inteligencia artificial no solo permite hacer un análisis de las narraciones de los pacientes, sino que también puede ir un paso más allá y detectar a través de la expresión facial el grado de dolor: «Ya hay aplicaciones para detectar mediante el análisis de sus expresiones faciales el dolor en personas que tienen dificultades para expresarse verbalmente, como pacientes con deterioro cognitivo», argumentan.

Con todo, sin embargo, los investigadores dejan claro que esta herramienta aún tiene mucho que aprender, pero siempre se usará siguiendo el «juicio humano». De momento, consideran que la inteligencia artificial es una buena herramienta para aliviar la elevada presión asistencial de los médicos, aunque no descartan darle más peso en los próximos años. De hecho, según Nieto, ya trabajan para desarrollar un mecanismo que permita a los pacientes interactuar directamente con la IA para recoger sus relatos de dolor y que ofrezca un informe automatizado de evaluación personalizada, rápida y precisa para que el médico lo pueda analizar como paso previo a la consulta, lo que agilizaría aún más su trabajo. «En los próximos años, los modelos de lenguaje serán cada vez más precisos, multilingües y capaces de ofrecer explicaciones más auditables, lo que permitirá que los pacientes puedan expresarse en su lengua materna y que los médicos dispongan de análisis fiables y transparentes», auguran. Los pronósticos son buenos, desde su punto de vista, pero aún hay que esperar la opinión de los profesionales para valorar su efectividad.

Comparte

Icona de pantalla completa