El año 2009, el Hospital Vall de Hebrón, situado en Barcelona, empezó a usar el Da Vinci, un robot creado a partir de tecnología elaborada por la NASA, en algunas operaciones pediátricas. Este año, con más de 100 cirugías practicadas con éxito, el centro hospitalario ya se ha convertido en todo uno en lo referente a Cataluña, el Estado español y Europa. Una de las últimas operaciones ha sido la de Ian, un niño de diez años que sufrió un cólico mientras era a la selva argentina. Meses después de operarse por vía convencional en otro centro, tuvo que ser operado por segunda vez en la Vall de Hebrón con esta herramienta robótica que, gracias a su composición tecnológica, permite ser mucho más preciso, evita complicaciones durante la operación, y garantiza una mejor recuperación del paciente.
Entre las ventajas que ofrece este robot, los especialistas destacan que se trata de una herramienta más «precisa» en la hora de manipular el tejido y realizar suturas internas en espacios reducidos. También aseguran que el Da Vinci permite realizar cirugías de manera mucho menos invasiva, cosa que se ve reflejada en el periodo de recuperación de los pacientes. Es por este motivo que desde el Valle de Hebrón aseveran que esta herramienta se ha convertido en un aliado estrella del hospital, especialmente en operaciones en adultos, pero cada vez más en cirugías en niños. «Hemos superado el número simbólico del centenar de operaciones», destaca Marino Asensio, cabe de la sección de Urología Pediátrica y Trasplante Renal. Hoy en día, ya se han hecho 125 cirugías urológicas pediátricas asistidas por robot. Esta cifra acredita el equipo de Vall de Hebrón como centro de referencia y para formar profesionales otros centros que quieran incorporar el robot a sus quirófanos para operar malformaciones del sistema urinario de los niños.

Una herramienta complementaria que depende del cirujano
Este robot, pero, no tiene autonomía propia. Es decir, depende del cirujano. Concretamente, la cirugía robótica se realiza mediante una consola, situada fuera del campo estéril, que controla virtualmente tres brazos robóticos colocados al paciente: uno lleva una cámara y los otros dos manipulan el material quirúrgico. «El robot Da Vinci no tiene autonomía para hacer movimientos quirúrgicos, los cirujanos somos el seso de las intervenciones y los brazos del robot solo traducen el movimiento de las manos de los profesionales», explica Royo.