Ante la muerte de una persona querida, se inicia un proceso de duelo. Se puede realizar de diferentes maneras: en solitario, con la ayuda de otros familiares o amigos, con el apoyo de un psicólogo y, entre otras opciones, con la terapia de un grupo de duelo. Son sesiones grupales a las que se unen varias personas que han perdido a un ser querido y comparten sus vivencias. A partir de hablar y escuchar, se lleva a cabo un proceso terapéutico que puede ser muy beneficioso para las personas que están pasando por este duelo. En Cataluña hay varias asociaciones privadas y entidades públicas que promueven estas iniciativas. Algunas personas, sin embargo, se han encontrado con una situación lingüística muy dura: el catalán ha sido un problema a la hora de participar en un grupo de duelo.
«¿Incluso aquí llega la imposición del castellano?»
Es el caso, por ejemplo, de Joana Bertran, que a finales del pasado mes de octubre publicaba este tuit que enseguida se volvió viral: “Hoy ha sido mi primer día en un grupo de apoyo al duelo por pérdidas de familiares. Llega mi turno y hablo en catalán, una chica argentina me pide que cambie al castellano. ¿Incluso aquí llega la imposición del castellano? Es increíble”. Bertran ha hablado con El Món sobre este caso que vivió en una asociación de Barcelona formada por voluntarios: “Era mi primer día en el grupo de duelo. Explicaron las normas: no se puede interrumpir, no se puede juzgar y cada uno se expresa con el idioma que quiere”. El resto de participantes hablaron en castellano, pero cuando llegó su turno, Bertran lo hizo en catalán: “Cuando empecé, una persona me interrumpió y me pidió que hablara en castellano de manera irrespetuosa. Me interrumpió mientras estaba llorando y hablando de la muerte de mi padre”. Ella se negó y, entonces, la persona hispanohablante se fue de la sala.
Òbviament he mantingut el català. Però de debò, que una desconeguda d’un grup de 12 persones em demani que deixi de parlar la meva llengua mentre ploro i parlo de la mort del meu pare em sembla el súmmum. Quina mala hòstia
— Joana (@JoanaBertran) October 24, 2024
Bertran explica que esta experiencia le supuso mucha incomodidad. Aunque pudo terminar su turno en catalán, lo pasó muy mal: “Tenía muy malas sensaciones, no quería continuar”. “El catalán es el idioma con el que hablo, lloro y siento. También es el idioma que hablaba con mi padre. Todos los catalanohablantes cambiaron al castellano, pero yo tenía claro que hablaría en catalán”, lamenta. Los facilitadores del grupo intentaron reconducir la situación al final de la sesión y fueron a hablar con ella. “Me dijeron que era la primera vez que pasaba y que les había parecido muy feo”, relata. Bertran ha continuado asistiendo al grupo, pero la persona que le pidió que cambiara de idioma no se ha disculpado. Ella, eso sí, no ha dejado de hablar nunca en catalán: “Los facilitadores se dirigen a mí en catalán y luego lo traducen al castellano”. En cualquier caso, fue una situación muy incómoda y violenta y Bertran quiere “visibilizar que esto también ocurre en espacios muy íntimos”.
Obligada a hablar en castellano en un grupo de duelo de un CAP
Un caso muy similar es el que vivió Rosa Maria R. Capdevila, con el agravante de que su caso tuvo lugar en un Centro de Atención Primaria (CAP) y que fue el facilitador del grupo, un psicólogo, quien pidió el cambio de idioma. «El primer día nos preguntaron si teníamos problemas para expresarnos en catalán. Dos personas dijeron que hablarían en castellano, pero que entendían el catalán perfectamente», explica. Esto, sin embargo, fue cambiando: «A partir de la tercera o cuarta semana, todos acabaron hablando en castellano, porque el psicólogo, de alguna manera, nos conducía a hablar en este idioma, pero yo no lo hice». Y esto no se quedó aquí: «En la sexta sesión, nos pidió que habláramos directamente en castellano, para facilitar la comprensión de las otras personas hispanohablantes».
«Yo no me sentí a gusto», relata Rosa Maria R. Capdevila, «no sentía que mi lenguaje fluyera de una manera sincera». De hecho, se sintió profundamente violentada e incómoda a causa de esta situación: «Yo no me sentía libre. Creo que las otras personas tampoco. Los catalanohablantes nos atascábamos a la hora de expresar nuestras emociones en castellano». Después de un par de sesiones, tuvo que hacer de tripas corazón para defender sus derechos lingüísticos: «Pedí que, en el momento de expresar mis sentimientos y mis sensaciones, me dejaran hacerlo en catalán». Afortunadamente, se le concedió este derecho, y esto hizo que pudiera continuar con el grupo de duelo hasta la última sesión y sin que volviera a haber un problema similar, pero fue una situación muy incómoda y violenta para ella.
Coartar la libertad lingüística en un grupo de duelo puede ser muy violento
La violencia lingüística en el duelo es una realidad y hasta que no se vive una situación como esta no se percibe la gravedad de los hechos. Montse Vila, psicóloga experta en el duelo, explica que en estos casos se debe tener mucha sensibilidad. “Si una persona está expresando una emoción y la interrumpen y le hacen cambiar la manera de expresarse, puede ser muy violento”, constata. Vila deja muy claro que en los grupos de duelo debe primar el “respeto” y la “libertad”. Considera que es muy importante poder expresarse con la lengua materna, ya que “hay experiencias ligadas a los primeros años de vida, que es un momento muy importante para el desarrollo de una persona, que están ligadas a la lengua materna”. Así pues, hacer cambiar el idioma en una situación como esta puede ser muy grave: “Te invalidan lo que estás diciendo, te están diciendo que lo que estás expresando no está bien”.
De esta manera, Vila insiste en la idea de que los facilitadores del grupo de duelo deben tener mucho cuidado al enfrentarse a estas situaciones: “Se debe ser especialmente cuidadoso, sobre todo con cómo se dicen las cosas. En los grupos de duelo debe haber permeabilidad y flexibilidad. Los facilitadores deben saber leer las situaciones e intervenir para evitar que se genere fricción, porque puede ocurrir con mucha facilidad”. Por todo esto, asegura que es básico que se respete el idioma con el que cada persona quiere expresarse: “Hay una diferencia al expresarse en un idioma u otro. Cuando se cambia el idioma, se sacrifican cosas. Hay frases que a los catalanohablantes solo nos salen en catalán. Aquellas relacionadas con las memorias, por ejemplo”. Por lo tanto, impedir que una persona se exprese en catalán en un grupo de duelo es quitarle todo el sentido: “Los grupos de duelo son terapéuticos si podemos abrirnos. Tienes que sentirte libre. Si los grupos de duelo no son libres, no tienen sentido”.