El agitador de extrema derecha Vito Quiles ha provocado la confrontación en las puertas de varias universidades con una gira que comenzó en Cataluña. La escena se repite desde hace unas semanas y el modus operandi es siempre el mismo. El pseudoperiodista, que se refleja en comunicadores ultras estadounidenses como Ben Shapiro o el recientemente asesinado Charlie Kirk, anuncia su presencia en una universidad española, no pide permiso o se le niega, pero igualmente se presenta en el recinto para hacer agitación blandiendo una supuesta “censura” contra unas supuestas “charlas sobre la libertad y España”, que ni siquiera se llegan a realizar nunca. Y solo se dirige al público con un megáfono o un micrófono en mano para lanzar algunas proclamas y presentarse como una especie de mártir censurado. Además, las fechas de su gira ultra por las universidades se anuncian con suficiente antelación para provocar a sus opositores, a quienes él llama “nidos de ratas marxistas”, y obliga a la policía a desplegar un fuerte dispositivo para contener los eventuales enfrentamientos entre seguidores y detractores. Su presencia en la UAB, la Universitat de València, la de Granada o la UNAV de Navarra, entre otras, ha dejado un rastro de tensión y disturbios.

Expertos consultados por El Món dejan claro que el objetivo del agitador con esta gira, que él mismo detuvo el viernes de la semana pasada tras los disturbios que hubo en Pamplona, no es discutir ideas, sino provocar los movimientos de izquierda, victimizarse y ganar visibilidad. De hecho, el mismo agitador, que en verano fue reconocido por la entidad ultra Hazte Oír, anunció la suspensión del tour en la red social X y culpó a movimientos de izquierda, a los cuales acusa de causar “escenas de terror” en la capital navarra. Pero el agitador no quiere dejarlo estar y el objetivo, según ha manifestado él mismo, es volver después de “coordinar con las autoridades un escenario que garantice la seguridad de la gente» y su «derecho constitucional a la libertad de expresión”. «Yo no quiero violencia, quiero poder hablar en mi país”, expresó Quiles, a pesar de que, como los expertos remarcan, centra su discurso en lanzar mensajes falsos y provocativos para persuadir a la gente joven que consume contenido en las redes sociales.

El politólogo y profesor de la Universidad Pompeu Fabra Toni Rodon apunta que estos agitadores de ultraderecha tienen dos objetivos. Por un lado, quieren que «se extienda aún más su discurso victimista de que la gente va en contra de su libertad de expresión«. Según expone, esto lo pueden decir fácilmente en el caso de que estudiantes bloqueen el acceso a la universidad. En segundo término, estas convocatorias no las hacen pensando en convencer de nada a los estudiantes de la universidad, que «mayoritariamente no son gente proclive a sus mensajes, sino para ampliar sus zonas de frontera fuera de la universidad«.

Xavier Tomàs, consultor de comunicación política y redes sociales, señala que las diez convocatorias que ha hecho el agitador son «diez intentos de acto que, en el fondo, han sido convocatorias para ir a enredar». «No quiere hacer una conferencia más o menos buena o mala, lo que busca es ese punto de agitación en las puertas de los recintos universitarios», sentencia.

Concentración en la plaza Cívica de la UAB en la protesta contra Vito Quiles / ACN

¿Es un error confrontarlo?

El periodista Xavier Rius Sant, especialista en movimientos de extrema derecha, ve evidente que todos estos actos en las universidades están convocados para provocar, y cree que los movimientos contrarios caen en la trampa del agitador. «Si él hubiera ido a la Autónoma y hubiera hecho un acto con un megáfono y hubieran ido 70 personas, lo habría colgado en YouTube, pero no habría salido en TV3, ni en todas partes», expone, y señala que Quiles aprovecha estos vídeos para victimizarse ante el público. «Confrontarlo es un error total porque es lo que él quiere conseguir», dice, porque obtiene vídeos con la policía y disturbios que «lo petan en las redes».

Juan Carlos Monedero, profesor de Ciencia Política de la Complutense de Madrid y uno de los fundadores de Podemos, subraya, por su parte, que la historia dice que personajes como Quiles «acaban siendo violentos y desembocando siempre en la confrontación». «La provocación es constante», dice sobre la actitud del agitador, pero, en parte, comparte el argumento de Rius Sant y ve un error que estas convocatorias desemboquen en formas de violencia: «Creo que esto no soluciona nada. Al fascismo hay que confrontarlo, sin duda, pero no con violencia porque eso es revolcarse en el fango con un cerdo». «Él está en su lugar ideal y tú acabas enfangado y lleno de mierda», sentencia Monedero que, por otro lado, denuncia la «connivencia» de la policía con este tipo de personajes. «Hemos visto cómo la policía se comporta cuando tiene que disolver manifestaciones de izquierdas y, en cambio, con la derecha se ve una connivencia que es inquietante», manifiesta.

Una estrategia similar a la de Vox en Cataluña

La presencia de Quiles en la Autónoma fue organizada por S’ha Acabat, organización que fue liderada por la actual diputada y coordinadora de juventud de Vox, Júlia Calvet. De hecho, Xavier Tomàs equipara las actuaciones de Quiles con convocatorias de prensa que organiza Vox en Cataluña. «Como que, aparte de los periodistas, convoca militantes y simpatizantes y lo publica en redes, acaba convirtiendo un canutazo [el término del argot periodístico para referirse a unas declaraciones breves a pie de calle en las que el personaje habla rodeado de periodistas con el micrófono en mano] en un mitin», defiende, e indica que «si además tiene un punto de agitación, de ambiente crispado y de polémica, amplía más el efecto». «Primero, en medios, porque algo que sea más o menos polémico puede tener un punto más de cobertura, y segundo, en redes, porque si hay vídeos donde lo que se ve no es un simple canutazo, aún amplifica más el efecto», defiende.

Varios concentrados de los dos grupos opuestos lanzando objetos e increpándose / ACN

Sobre esto, Rodon apunta que en todas las universidades hay grupúsculos «afines tradicionalmente al PP», como el que organizó el acto en Valencia, y «también a Vox», como, por ejemplo, S’ha Acabat. Aunque son, «muy pequeños y muy minoritarios, sí que están alineados, con estas formaciones», pero estos grupos de extrema derecha «sobreviven muy bien con la tensión y con el hecho de que se hable de ellos, sobre todo si es algo que después pueden decir que va en contra de sus ideales y que, por lo tanto, están perseguidos». Con todo, Rius Sant cree que el objetivo que hay detrás de esta operación es conseguir un rédito político: «Creo que él quiere proyectarse políticamente negociando con Vox o ocupando el espacio de Alvise Pérez».

Tomàs, de hecho, ve en esta operación una actuación similar a la de Alvise Pérez con las concentraciones en Ferraz, que le comportó un rédito político con tres eurodiputados por Se Acabó La Fiesta, su partido. «En el caso de Alvise Pérez, la agitación era una previa muy vinculada a un proyecto político, porque, en el fondo, ya tenía el CIF registrado», pero advierte que «estas dinámicas de agitación, con presencia de gente y una buena cobertura a través de vídeos para redes, es igual o más efectivo que lo que hace décadas años podíamos llamar un mitin clásico o una manifestación clásica».

El riesgo de los pseudomedios que parecen medios

Finalmente, el consultor de comunicación política y redes sociales considera que hay que estar atento a los pseudomedios que, según dice, es uno de los fenómenos que «aún nos choca más en comunicación política», porque «no estamos acostumbrados al hecho de que alguien pueda hacer de la mentira de forma voluntaria un negocio». Así, Xavier Tomàs cree que hay que ser consciente de que hay empresas que «parecen un medio, pero que no lo son», una práctica que ocurre «mucho en Madrid», pero que hay que estar atento porque «también ocurre en Cataluña». «El negocio de estos pseudomedios no es contar la verdad, sino buscar mentiras, de forma intencionada», defiende, y opina que a Vito Quiles le ha servido de trampolín para crecer: «Este mundo de crear contenidos, aunque sean muy radicales, también es una vía de crecimiento y carrera profesional».

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