Los bitcoins rusos y la financiación del Proceso, de Waterloo o, incluso, de la república catalana. Este es uno de los elementos que integran la trama rusa que el titular del juzgado de instrucción número 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, ha dado por buena, a pesar de que, durante los interrogatorios, admite que en el fondo todo es «falso». Pero este relato de la instrucción de l‘Operación Volhov llegó a la Audiencia Nacional, a través de la pieza separada que el mismo juez Aguirre remitió para que fuera incorporada a las diligencias de instrucción que Manuel Garcia Castellón dirigía sobre la causa del Tsunami Democrático.
De hecho, en una interpretación imaginativa de los dos magistrados con la ayuda de la Guardia Civil, los mismos investigados a Madrid y en Barcelona son el vínculo de los bitcoins de la trama rusa con la financiación de Tsunami Democrático y de Waterloo. Según los agentes de la Unidad Central Especial 3 de la Jefatura de Información de la Guardia Civil, el nombre de esta moneda era “Geneba”, y los investigadores la describen como “la moneda de la república catalana”. De hecho, aseguran que “pretendía impulsar un sistema financiero alternativo y lejos del control (represivo) de España”. Los investigadores también añaden al paquete lo “token”, es decir, una “unidad de valor” que emitiría la Generalitat de Cataluña para poder aislar Cataluña de España. Un relato elaborado a raíz de un documento tomado prestado, en una intervención con un programa espía, a uno de los investigados. Un documento sin membretes oficiales y sin jefe remitente relacionado con ningún dirigente político.
El nexo entre los bitcoins y Tsunami era, según Aguirre y García Castellón, el ingeniero Jaume Cabaní, que era el que gestionaba los supuestos «monederos» donde iban a parar las criptomonedas. La sorpresa, pero, es que en la causa de la Audiencia Nacional, los investigadores dejaron esta sospecha sin efecto e implicaron Cabaní para impulsar la entidad Catglobal y sus mensajes de apoyo a las redes en favor del derecho a la autodeterminación. La Guardia Civil cambió el delirio de los bitcoins rusos por el delirio de tildar de comportamiento «subversivo» el hecho de defender el referéndum en las redes.

Miles de millones de dólares… falsos
El punto de partida de todo son unos chats de WhatsApp que el juzgado de instrucción número 1 encuentra cuando el mayo de 2018 detienen a Víctor Terradellas y le confiscan todos sus aparatos de teléfonos móviles y anotaciones escritas a las sedes sociales de las fundaciones que dirigía. En estos chats hay conversaciones con Jordi Sardà Bonvehí, el vecino de Sant Vicenç de Castellet que se haría pasar por intermediario de los supuestos rusos. Chats del 12 y 16 de marzo del 2018, que el juez admite que no sabe a qué va dirigidos, sirven de base para la acusación. Chats a los cuales ha tenido acceso El Mundo y que denotan como Terradellas esperaba resultados y los supuestos financiadores le daban alargas o excusas de mal pagador. De hecho, Terradellas reconoce, con resignación, que «nunca pudieron cambiar ningún bitcoin». En conclusión, que fue un fiasco.
Terradellas, en su declaración ante el juez el 11 de mayo del 2022, explica que los

«Bitcoins para Puigdemont» y los «hackers holandeses»
El juez también pregunta y se muestra inquieto por un mensaje encontrado que habla de bitcoins para Puigdemont. Terradellas niega que se creara «ninguna estructura» de criptomonedas. Tarradellas llega a admitir que al final la ayuda que prometía Sardà «no llegó nunca». «Sardà no era nadie», reconoce con resignación. El juez insiste a hablar de un chat del 20 de abril del 2018, sobre bitcoins por 200 millones de euros que se descargan, que relacionan con Jaume Cabaní, imputado en la causa del Tsunami y que Aguirre también investiga en la Volhov. El juez, pero, erre, porque lo del chat es Jordi Sardà, que, de nuevo, le da alargas en el supuesto traspaso de bitcoins, que nunca llegarán. El mismo juez remarca que no ha podido acceder al supuesto monedero donde iban a parar estos bitcoins. En definitiva, una tomadura de pelo.

Por si no había basta, el magistrado blande un chat del 16 de marzo de unos «hackers holandeses» que también participarían en la trama de los bitcoins. El juez se confunde entre receptor y emisor. En síntesis, es Terradellas quien informa a Sardà de unos supuestos hackers holandeses que preparan bitcoins, y no al revés, como cree Aguirre. Sardà, pero, se saca de encima a Terradellas, alegante que está con el «búlgaro». El juez le pregunta por este chat a Terradellas, pero finalmente se da cuenta de que esto no va en ninguna parte y cambia de cuestión.

Jaume Cabaní, el nexo que no se pudo confirmar
Tanto Aguirre como García Castellón investigan a Oriol Soler, Josep Lluís Alay, Xavier Vendrell y Jaume Cabaní. Todo por la parte del sumario que el juez barcelonés remitió a la Audiencia Nacional. Ahora bien, si bien relacionaba a Soler o Alay con la organización de Tsunami, Aguirre infería que Cabaní era el responsable de la financiación a través de las criptomonedas que provenían de los rusos. García Castellón sometió Cabaní a una intensa vigilancia, incluso física, de sus movimientos. Controlaron viajes y quieres –incluso de sus vacaciones en Mallorca– y los agentes admitieron en su atestado 3078, del 12 de marzo de, 2020, que habían ido de bólido porque también viajaba con vehículo.
Todo y la intensa vigilancia y la intervención de las comunicaciones, los efectivos de la UCE 3 no le encontraron nada relativo a bitcoins rusos, pero sí que le cambiaron la imputación. Así, el instituto armado lo acusa de impulsar la entidad Catglobal, un lobby pensado para potenciar Cataluña en el ámbito internacional. Pero, para los investigadores Catglobal es una arma de «subversión». Todo ello por sus mensajes en la red en favor del derecho a la autodeterminación de Cataluña, que «parecen apoyar objetivos contrarios a los principios del estado de derecho y a la orden constitucional de un estado miembro de la Unión Europea». Los indicios eran «ilustraciones» que encuentran en la web y en las redes, nada relacionado con bitcoins rusos.
