Este sábado, el Palau de Fires de Girona, acoge un cónclave destacado del panorama político post-Proceso. Se celebra una asamblea general de uno de los partidos políticos protagonistas de la última década en Cataluña, la CUP. Un congreso donde también tendrán cabida representantes de movimientos, plataformas y entidades a la órbita de la izquierda independentista. Es el gran punto de inicio que los cupaires han bautizado como Proceso de Garbí, que traslada a la militancia la responsabilidad de repensar el partido, incluso a través de preguntas directas para centrar el debate.

El guion principal del acto es un documento de 27 páginas escritas por un «grupo motor», ajeno a las estructuras de poder interno de la CUP, que forman 17 personas de diferentes edades, sensibilidades y territorios. Un texto con una dura autocrítica que abre en canal la formación y que formula preguntas a la militancia para construir el futuro. Solo los cuatro pilares básicos –independencia, socialismo, feminismo y ecologismo– no entran en la discusión. El resto se ha destripado sin manías para poder debatirlo todo en puridad.

Algunos puntos fuertes de la proto-ponencia son afrontar los retos geo estratégicos, una lectura profunda de los errores del Primero de Octubre, la política de alianzas, revisar las estructuras territoriales e internas, evaluar el localismo, contrarrestar el fascismo y la extrema derecha, proponer soluciones para tener un pie a las instituciones y uno en la calle y como ofrecerse al mercado electoral como una “fuerza revolucionaria”. Todo está a debate, todo está en discusión. Los casi 700 inscritos en el cónclave podrán debatir en tres bloques el presente y el futuro de la CUP, con la mirada fijada al que ha vivido la formación desde que la asamblea de Molins de Rei de 2012 decidió dar el paso electoral en el Parlamento.

Maria José Lecha, Josep Garganté y Maria Rovira, los tres primero regidores de la CUP en Barcelona, en una rueda de prensa del año 2017/Patricia Mateos
Maria José Lecha, Josep Garganté y Maria Rovira, los tres primeros regidores de la CUP en Barcelona, en una rueda de prensa del año 2017/Patricia Mateos

El panorama electoral, un acicate

El proceso de debate interno, que el exdiputado Albert Botran bautizó como de refundación, coge impulso a la vista de los últimos resultados electorales. El batacazo a las urnas, tanto en las municipales como en las elecciones españolas, ha sido un frenazo al que hasta entonces había sido una tendencia electoral de crecimiento que el Proceso de Garbí define como “constando y sostenida”. La evolución ha estado evidente. El año 2003 se presentaron 12 candidaturas municipales, que obtuvieron 6 electos; el 2007 fueron 35, con 22 electos; el 2011 fueron 99, con 101; el 2015 fueron 156, con 385, con la entrada en el Ayuntamiento de Barcelona con tres regidores; y el 2019 la CUP hizo el récord con 196 candidaturas, pero se quedó con 334 electos. En cambio, en las municipales de este año se presentaron bajo los paraguas de Alternativa Municipalista de la CUP un total de 167 candidaturas, que consiguieron 313 regidores.

En cuanto a las elecciones en el Parlamento, en 2012 registró 126.219 votos, que supusieron tres escaños. El año 2015, en las elecciones cualificadas de plebiscitarias, la CUP obtuvo 11 escaños, representación por las cuatro circunscripciones y 336.375 votos. El 21 de diciembre del 2017, el grupo parlamentario se redujo a 4 escaños, con 195.246 votos. En los comicios del 14 de febrero del 2021, y con restricciones por la pandemia, la CUP sumó 9 escaños con 189.924 votos.

En paralelo, los cupaires decidieron en 2019 presentarse en el Congreso de los Diputados, donde obtuvieron dos escaños con 246.971 votos. Un resultado que desapareció el pasado 23 de julio, con 98.794 votos y cero escaños. La bajada electoral en los últimos comicios hizo espolear este debate interno que ya se puso sobre la mesa después de las municipales, pero quedó congelado por la convocatoria española. Ahora el debate de rebranding ha cogido ya velocidad de crucero.

Una imagen icónica de la décima legislatura, cuando la CUP entró por primera vez en el Parlamento, con David Fernàndez votando la composición de la Mesa del Parlamento/Parlamento
Una imagen icónica de la décima legislatura, cuando la CUP entró por primera vez en el Parlamento, con David Fernàndez votando la composición de la Mesa del Parlamento/Parlamento

Preguntas para responder

Con el documento de debate, los cupaires están convocados a hacer un “análisis de la coyuntura y balance global” de la formación. A partir de aquí, se establecen tres grandes bloques de discusión. Por un lado, el “proceso movilizador del 2011 al 2019” y una “lectura conjunta del ciclo del Primero de Octubre”. Un segundo grande bloque, un “análisis y debate sobre la lucha institucional”. Y, en tercer término, un análisis y evolución del modelo organizativo. Con todo este guion, el esfuerzo del grupo motor se ha centrado a formular las preguntas adecuadas para marcar los debates para que tengan cierta eficacia. Así presentan unas veinte preguntas que suponen una ITV del estado actual y una proyección de futuro.

En este marco, el grupo motor reclama respuestas a la militancia con preguntas que tampoco hacen muchos vaivenes. “La acción política de la CUP en todo el territorio ha estado difícilmente identificable por carencia de homogeneidad?”, es la primera cuestión del formulario que acompañan con la solicitud a los militantes de saber los “elementos comunes y los diferenciales” de la organización. Otra de las preguntas claves consiste en discernir los “límites encontrados” cuando se está a las instituciones, si estos límites son “internos o externos” y qué fórmulas se han encontrado para superarlos. Siguiendo este hilo plantean a los militantes si “la acción de política institucional fortalece o debilita el movimiento popular”.

También añaden al cuestionario las “diferentes estrategias” usadas por “hacer crecer la hegemonía” y qué es el balance. Y piden una valoración de las personas que han estado cargos electos, que «se espera», si después de dejar las instituciones han continuado vinculadas a la CUP y, si lo han hecho, con qué tipo de “rol”. En el mismo sentido, piden ideas para “marcar la agenda parlamentaria, a pesar de la opacidad informativa”. Y una cuestión que hasta ahora ha dejado entrever cierta incomodidad en el partido sobre “si hay que profundizar en la política de alianzas” que se pueden “trabar desde los grupos parlamentarios”.

Una urna del Primero de Octubre acompaña un discurso de Maria Rovira en un encuentro de l CUP/Cup
Una urna del Primero de Octubre acompaña un discurso de Maria Rovira en un encuentro de l CUP/Cup

El 1-O, objeto de debate

La resaca del Proceso y del Primero de Octubre y la lectura que se ha hecho no solo es motivo de reflexión, sino que el grupo motor también pide a la asamblea respuestas. De entrada, preguntan «si hace falta un programa político independentista para generar un nuevo ciclo movilizador». Siguiendo este argumento precisan saber «el objetivo, con qué agentes y qué manera». Así mismo, soliciten a los militantes que «identifiquen elementos que faltaron para tener una organización preparada para el momento revolucionario que supuso el Primero de Octubre».

En esta línea, se propone hacer un listado de «condiciones claves» para generar escenarios como el 1-O y qué mecanismos hay para construirlos. Pero la pregunta especialmente incisiva es la que explora las carencias del referéndum. El grupo motor reconoce, negro sobre blanco, que hubo «sectores de las clases populares que no se sintieron interpelados», y ruega a los militantes una lluvia de ideas por saber «cómo podemos llegar».

Una imagen de una manifestación convocada por la CUP/Cup
Una imagen de una manifestación convocada por la CUP/Cup

La organización, revisada

De entrada, el grupo motor hace una descripción bastante amplia de la situación sobre la organización y la estructura interna del partido. Pero, aun así, propone a la militancia que aporte «alguno otro elemento de análisis» para tener en cuenta, conscientes, quizás, que algo ha quedado al cajón. La pregunta principal es «¿qué tiene que ser el modelo de dirección política de la CUP?». Un primer interrogante que genera otros igualmente trascendentes para una formación como la de los cupaires. Así, sugieren «repensar la organización en el ámbito supramunicipal», mecanismos para integrar el asambleario en unos tiempos políticos movidos y rápidos o como organizarse más allá de las asambleas locales. También subraya el papel que tiene que tener el militante en una organización que quiere «subvertir el actual sistema».

En definitiva, el grupo motor quiere saber qué entienden las bases por «unidad popular» y qué papel hay de tener la CUP. A raíz de esta cuestión surge la reflexión sobre el papel de las instituciones y que van a hacer. En esta línea, emerge la pregunta del millón de dólares, que es la última del cuestionario: «En un contexto diverso y desigual, ¿cómo definimos una estrategia común con táctica cambiante?».

Varios liderazgos de la CUP en un acto unitario de campaña/CUP
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