El independentismo ha vivido este sábado en Girona una investidura con eco de cambio de régimen. El primer alcalde de la CUP de una ciudad de más de 100.000 habitantes, Lluc Salellas, ha sido escogido con los votos de Guanyem —su candidatura de la izquierda independentista de amplio espectro, con sectores que en otras circunstancias podrían haber estado bajo el paraguas de los comunes—, Junts y ERC. Las tres formaciones integrarán un gobierno inequívocamente independentista mal recibido por la jefa de lista del PSC, Sílvia Paneque, que ganó las elecciones por 650 votos y empató a 8 regidores con Guanyem. Para Paneque —que ha obviado que su compañero de partido Jaume Collboni hace dos semanas que pide con ansia apoyos para ser alcalde de Barcelona a pesar de tener un regidor menos que la lista más votada, la de Xavier Trias—, el pacto de Girona «obedece solo al independentismo de los tres partidos» y «será muy difícil de explicar» en la ciudad.

Pero, a pesar de que los tres portavoces de las formaciones del acuerdo –Gemma Geis, de Junts, Joaquim Ayats, de ERC, y Salellas– han reivindicado el objetivo de la independencia de Cataluña, lo que flotaba en el ambiente de la sala de plenos de la plaza del Vi iba mucho más allá. Si el equipo de gobierno que se formará ahora se sostiene –hay cautela en este sentido–, que el cupaire candidato de Guanyem haya acabado recibiendo la vara de alcalde que tuvo durante más de 20 años Joaquim Nadal es un tumbo en la historia política de la ciudad. Y el hecho que el hijo del abogado rebelde Sebastià Salellas –y hermano del exdiputado de la CUP Benet Salellas– sea ahora alcalde y el exjefe de la Policía Municipal de la era Nadal, Josep Paluzié, sea regidor de la oposición en las filas del PSC es una imagen que explica el giro. A pesar de no explicitarlo, el mismo Salellas se ha referido a ello, y determinadas presencias lo confirmaban.

Gemma Geis, Lluc Salellas i Quim Ayats serán las caras visibles del nuevo gobierno de Girona / ACN

El PSC vigilará de cerca a Salellas

«Quiero recordar la trayectoria que hace que alguien como yo hoy sea alcalde de Girona», ha dicho. Y ha repasado su activismo de juventud en varios espacios clave de su generación. Como por ejemplo el casal independentista El Forn –por donde había pasado también su hermano y el ahora diputado de la CUP y exalcalde de Celrà, Daniel Cornellà– y el que ha denominado «centro social los Químicos», que fue una antigua casa ocupada y desalojada por la policía a finales de los años 90, cuando las ocupaciones políticas todavía tenían mucha presencia en Cataluña. Era la época de gran tensión entre la familia Salellas y el Ayuntamiento de Nadal –teniendo en cuenta que Sebastià Salellas había sido regidor en el primer equipo de gobierno del PSC–, con Paluzié como jefe de la policía local.

La cuestión de la seguridad ha sido, por lo tanto, una de las palancas que Paneque ya ha dejado caer que activará. Sabiendo que pide una cosa que está muy lejos de los planteamientos ideológicos del nuevo alcalde, y teniendo al lado al Paluzié regidor, la socialista ya ha advertido que espera que se amplíe la plantilla del cuerpo policial. Será, por lo tanto, el punto por donde intentará empezar a buscar la erosión del nuevo gobierno municipal. Asistentes al pleno como público, conocedores de la ciudad a fondo, vaticinaban que la socialista buscará la moción de censura.

Otras admitían que el ambiente que se ha vivido, con gritos de independencia y palabras de recuerdo explícitas para Carles Puigdemont –el primer alcalde que rompió la hegemonía del PSC– como «exalcalde y presidente exiliado», es, ahora mismo, «una isla». «La cuestión es si esto será el principio de una cosa o el final de otra», reflexionaba otro asistente –este, del entorno de Guanyem– con cautela, ante la euforia que se vivía en el patio del edificio del Ayuntamiento.

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