Una de las conclusiones que se sacaron de las elecciones municipales del pasado 28 de mayo fue el aumento de la abstención en comparación del 2019. Solo Esquerra Republicana perdió hasta 300.000 votos, e incluso el PSC, el vencedor de las municipales en número de papeletas –no en número de regidores, que sería ERC–, perdió 55.000. Los herederos del espacio convergente seguramente fue la excepción de la noche, puesto que la suma de los votos de Juntos y PDeCAT superan con creces los 558.000 votos que la coalición de los dos partidos obtuvieron el 2019. En Cataluña hubo un 55,5% de participación. Se trata de un 9,26% menos que el 2019.

Teniendo en cuenta que grande parte de la abstención fue independentista, especialmente de ERC, se podría considerar un no-voto de castigo que podría continuar en las próximas elecciones españolas, convocadas el día siguiente, precipitadamente, por Pedro Sánchez. Una pequeña parte del independentismo está haciendo campaña a favor de la abstención. De hecho, se podría añadir la ANC.

La CUP desestima apostar por la abstención el 23-J

La CUP ha debatido esta opción y su militancia lo ha descartado, sin entusiasmo, en una votación en que el 61% se ha posicionado a favor de presentar candidatura. Las razones de la decisión, expuestas por la diputada Mireia Vehí, son de dificultad metodológica más que de discrepancia política. Según su punto de vista, si no se organiza muy bien para garantizar una gran movilización explicitada en este sentido, la abstención no sirve nada. Es «regalar el partido» a las otras formaciones, en esta ocasión a la derecha y la extrema derecha españolas, en palabras de Vehí.

Relativizar el abstencionismo del 28-M

Por otro lado, algunos analistas apuntan que puede haber otra lectura del 28-M: si se comparan los datos de participación en las municipales 2011, el 2015 y los 2023 encontramos que son bastante similares, teniendo en cuenta que el 2019 fue un año excepcional por la polarización política a raíz del Proceso y la coincidencia con los comicios europeos. Si el 2023 ha habido un 55,5% de participación, el 2015 fue el 58,52%, mientras que el 2011 –en un contexto de máxima desafección política por la crisis económica del 2008– fue del 55,01%. De hecho, el 2007 todavía fue más baja, con un 53,80& de participación. Estos datos denotan que no han sido las elecciones en las cuales más abstención ha habido.

Datos de participación a las elecciones municipales
200361,47%
200753,8%
201155,01%
201558,52%
201964,81%
202355,5%

El exvicepresidente primero del Parlamento Josep Costa considera que las elecciones municipales han entrado en un «ciclo abstencionista» y considera que ya se podía predecir que «la abstención subiría». «Cuando menos, porque las últimas habían coincidido con las europeas», asegura Costa. Aun así, el profesor asociado de teoría política a la UPF opina que se tienen que diferenciar las elecciones municipales y las españolas. «El ciclo político de las españolas no va sincronizado con el de las municipales, porque el noviembre del 2019 ya hubo una bajada en comparación a las primeras del mismo 2019, las de abril. No preveo que estas del 23J tengan que ser especialmente abstencionistas«, explica Costa, quien cruz si hubiera un aumento de la abstención sería «muy significativo». «Pero es una cosa que los modelos de análisis no prevén», insiste.

Participación a las elecciones españolas en Cataluña
200064,0%
200477,0 %
200870.3%
201166,82%
201570.98%
201665,61%
Abril del 201977,58%
Noviembre del 201972,17%

Comicios en pleno verano: posible causa de una abstención no política

Con los datos en la mano, se puede ver como la participación de las elecciones españolas en Cataluña oscila entre el 60% y el 80%, con un récord de participación de los últimos 20 años del 77,58% el abril del 2019. Aun así, el historiador Joan B. Culla alerta de un elemento que lo puede cambiar todo. Las elecciones son en verano. «Nunca se han convocado unas elecciones en pleno verano. Muchos ciudadanos pueden estar de vacaciones. No sé qué impacto tendrá esto», dice Culla, quien difiere de Josep Costa y cree que estos comicios no tendrán una participación «muy alta». Así mismo, considera que puede haber molidos motivos por los cuales la ciudadanía se abstiene. «Hay gente que no va por pereza«, explica Culla, quien cree que hay una parte del independentismo que se intentará «apropiar» de la abstención. Además, el profesor de historia alerta de los riesgos que puede tener una campaña de éxito a favor de la abstención, puesto que «la única lectura que harán a Madrid es que el independentismo quedaría definitivamente aplastado«.

Culla también considera que si el independentismo se abstiene querrá decir que en el Congreso no tendrá voz y lo equipara con la candidatura de los escaños en blanco. «Esto no tiene ninguna eficacia», opina el historiador. De hecho, denomina este tipo de abstención intencionada como «retraimiento» y recuerda como defendió que el independentismo se presentara a las elecciones del 155 de diciembre del 2017. «Me gustaría que alguien me explicara qué sacará el independentismo del hecho que haya un 45% de abstención a las elecciones españolas. El único que se me acut es una victoria agobiante del PSC en Cataluña», afirma Culla.

El pleno del Congreso de los Diputados, durante el debate de la reforma laboral | ACN (Congreso de los Diputados)
El pleno del Congreso de los Diputados, durante el debate de la reforma laboral | ACN (Congreso de los Diputados)

Voto útil para el PSC

Por su parte, Josep Costa asegura que estas elecciones le recuerdan las del 2008, en un contexto en el cual el independentismo/catalanismo tenía el objetivo de evitar que el voto útil se fuera hacia el PSC. Costa recuerda como, el 2008, el PSC barrió ERC e iCV. «Tal como sucede ahora, habían sido socios durante toda aquella legislatura. CiU no fue barrida porque no habían sido socios», explica Costa, quien recuerda como después CiU votó a favor de la investidura de Zapatero y ERC votó en contra. De hecho, considera que, por primera vez desde el 2015, una parte del votando independentista irá hacia el PSC como una forma de lucha contra un posible gobierno de PP y Vox.

Sobre la abstención, explica que restan al voto útil. «Si no votas, perjudicas a quién, en teoría, tendrías que haber ido a votar. La abstención no favorece electoralmente nadie. Es un no-voto de castigo contra las estrategias del partido», explica el abogado, quien también considera que el voto de castigo también puede ir hacia otro partido.

El votante españolista, movilizado para el 23-J

En cambio, el politólogo de la UPF Toni Rodon pose sobre la mesa otro elemento: que en las elecciones españolas el voto más movilizado sea el voto españolista. Con esto, coincide con Joan B. Culla, y opina que «si la abstención de las municipales sigue, sí que puede perjudicar los partidos independentistas«. «El que acostumbra a hacer reflexionar los partidos es lo traspaso de votante hacia otro partido«, explica Rodon, quien considera que la abstención tiene poco efecto en los resultados. Así mismo, diferencia el voto en blanco, del voto nulo y la abstención. «El voto en blanco hace más difícil que determinados partidos lleguen a la barrera del 3% para entrar en el Congreso», dice.

Se trata de una línea similar al del profesor de ciencias políticas de la UOC Marc Guinjoan. «Si una preferencia política no vota, el votante mediano del espectro político bascula en favor de quien vota«, explica el politólogo. Así mismo, considera que «la acción de fomentar el voto nulo o abstención si no hay una vulneración flagrante de derechos está condenada al fracaso». Además, pose en contexto la bajada de ERC y recuerda que venía de un ciclo electoral «muy potente«. «Después de una subida muy fuerte viene una bajada. Los partidos no pueden estar constantemente subiendo», opina Guinjoan.

Imagen de archivo de una urna de votaciones / Víctor Fernández - Europa Press
Imagen de archivo de una urna de votaciones / Víctor Fernández – Europa Press

Campañas a favor de la abstención en la historia reciente

Las campañas sobre la abstención han sido excepcionales a lo largo de la historia. El profesor Culla menciona una de finales del siglo XIX, cuando los republicanos optaban por el retraimiento con el argumento que eran los resultados serían «prefabricados». «Decían que era un fraude y que ganarían las elecciones antes de celebrarse. Esto tampoco tenía cabe eficacia«, asegura el historiador.

Otro ejemplo es de la Alianza Popular fomentando la abstención para el referéndum de el OTAN el 1986, que tuvo una participación del 59,42%. Esto no evitó la entrada del Estado español a la Alianza Atlántica. El 2011, la CUP también pidió la abstención en las elecciones espanyoles, con poco éxito. De hecho, los anticapitalistas también optan por esta opción en las elecciones europeas.

En cuanto al País Vasco, ha habido varios casos de campaña de abstención. Un ejemplo son las primeras elecciones democráticas del 1977 en el Estado español. Las organitzacions EHAS, LAIA y KASA propugnaron la abstención con poco éxito, puesto que hubo una participación del 78% de la ciudadanía. Otro caso en el País Vasco fue la de la formación Euskal Herritarrok (EH), quién pidió la abstención en las elecciones españolas el 2000, pero con poco éxito, porque hubo el 64% de la participación.

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