La historia de las infiltraciones policiales no sería la misma sin la figura del infiltrador. Es decir, el mando policial que prepara e introduce a los agentes que deben encubrirse en las organizaciones que la policía quiere espiar. Ha habido grandes nombres de policías encargados de esta tarea, pero algunos destacan como el del comisario Roberto Conesa. Este año, la película La infiltrada –que ha ganado el Goya a la mejor película ex aequo con El 47 y narra una historia parcial sobre una agente del Cuerpo Nacional de Policía que se infiltró en la organización ETA– ha hecho emerger un nombre que dormía el sueño de los justos, es el caso de Fernando Sainz Merino, alias El Inhumano, que antes de ir al País Vasco dejó un rastro de torturas en la comisaría de Vía Laietana, en Barcelona.

Aunque en la película, interpretado por Luis Tosar, se presenta como una especie de héroe de la lucha contra el independentismo armado y en abierta competencia con la Guardia Civil, la historia es muy diferente. Sobre todo por sus actividades en Cataluña, donde dejó huella durante los primeros pasos de la transición y, por supuesto, en Euskal Herria. Un policía que hizo una carrera policial fulgurante gracias a la lucha contra ETA y que ahora disfruta de una jubilación en la que participa en entrevistas adornado con un sombrero panameño y utilizando nombres falsos.

Fernando Sainz Merino, en un acto oficial/USOZ
Fernando Sainz Merino, en un acto oficial/USOZ

Una carrera en Información que comienza en Barcelona

Nacido en Logroño (1952), Sainz Merino ingresó en la policía todavía con Franco en el lecho, en 1974. Su carrera represiva, sin embargo, comenzó muy pronto en Barcelona, como miembro de la Brigada Regional de Información de Barcelona. Es decir, la reciclada y sin depuración Brigada Político-Social que había creado una trágica escuela en Cataluña en la comisaría de Vía Laietana, sede policial que aún está operativa y que el Estado considera un símbolo de su poder en el país. Sainz Merino no tardó en dejar de pasar desapercibido.

Según detallan Pau Juvillà y Ferran Dalmau, en su libro Época, el ejército en la sombra (Edicions El Jonc, 2010), sobre el Ejército Popular Catalán, El inhumano protagonizó las denuncias por torturas de tres miembros de esta organización independentista de acción armada que la policía relacionaba con el asesinato del empresario Álvaro Bultó. El caso se remonta a octubre de 1980. Una redada de la policía en L’Hospitalet, Barcelona y Montgat acaba con ocho detenciones. Los arrestados son conducidos a Vía Laietana, donde se les aplican diez días de incomunicación con el correspondiente paquete de torturas. Era lo que se denominó como «nuevo caso Batista i Roca», en referencia al histórico independentista catalán impulsor de organizaciones como Palestra, Organización Militar Catalana o la Sociedad de Estudios Militares.

La comisaría de la policía española en la Vía Laietana de Barcelona | ACN
La comisaría de la policía española en la Vía Laietana de Barcelona | ACN

Un caso de torturas en Vía Laietana

Según los testimonios que recoge el libro, aplicaron a los detenidos «la barra democrática» -colgarlos-, «el estrenyadits«, la «manta», «caminar en cuclillas», simulacros de fusilamiento, palizas y la ley de fugas. Todo el catálogo de torturas y vejaciones que se han denunciado repetidamente en Vía Laietana y que Antoni Batista describió y enumeró en su libro Memoria de la resistencia antifranquista (Pagès Editors, 2021). Tres de los detenidos denunciaron a Sainz Merino, pero también a algunos policías más, como Domiciano Martínez, Alfonso Simón, David Juan León y José Andrés Hernández.

Todos ellos identificados, en ruedas de reconocimiento, por los detenidos -Antoni Massaguer, Ferran Jabardo, Xavier Barberà y Dolors Tubau- que continuaron las denuncias por torturas. Unos procesos que llegaron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que obligó a España por primera vez a dar explicaciones sobre posibles torturas y tormentos. De hecho, en el juicio en Estrasburgo, España envió como representante a Cándido Conde-Pumpido, entonces primer teniente fiscal de la Fiscalía española -el número uno de carrera en el escalafón del ministerio público, justo por debajo del fiscal general, que es un cargo político- y actualmente, presidente del Tribunal Constitucional. El TEDH no condenó a España por torturas, pero sí por no garantizar un juicio justo, con el entendimiento de que la condena se había basado en autoinculpaciones extraídas bajo tortura. Fue la primera sentencia condenatoria a España por vulneración de derechos.

Hacia Euskadi después del paso por Cataluña

Una vez formado en Cataluña, Sainz Merino, en 1992 es ascendido dentro de la Comisaría General de Información y destinado como jefe del CNP en Guipúzcoa. Es una época en la que, según detalla en un estudio sobre la tortura de 1960 a 2014 del Instituto Vasco de Criminología, difundido por el diario Gara, la mayoría de denuncias por torturas se registran en esta provincia de Euskal Herria. De hecho, compartió mando con otro viejo conocido de los represores, el entonces coronel de la Guardia Civil Enrique López Galindo, el amo y señor del tenebroso cuartel de Intxaurrondo. Durante seis años, Sainz Merino dirigió la policía en Guipúzcoa, hasta que compatibilizó el cargo con el de asesor especial antiterrorista del entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja.

Índice de torturas en Gipuzkoa, del IVC, donde se constata el liderazgo de la época de Sainz Merino
Índice de torturas en Gipuzkoa, del IVC, donde se constata el liderazgo de la época de Sainz Merino

Posteriormente, fue nombrado jefe de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE), dedicada especialmente a la lucha contra el terrorismo yihadista. Pero Sainz Merino, en octubre de 2011, abrió una crisis dentro de la Comisaría General de Información, enfrentándose a su jefe, el comisario Miguel Valverde, hasta el punto de que Sainz Merino decidió, como protesta, trabajar desde casa –teletrabajo policial– para no encontrárselo. Tuvo que ser el comisario Enrique García Castaño -uno de los miembros destacados de la policía patriótica- quien hizo de puente para calmar las aguas del malestar dentro de una de las comisarías más importantes del CNP. De hecho, era una batalla política a la vista de que las elecciones al Congreso se debían celebrar el 20 de noviembre de 2011 y todos daban por hecho que ganaría el PP: Sanz Merino quería destacar.

Le fue bien, porque en 2012 fue nombrado jefe de la Prefectura del Cuerpo Nacional de Policía en el País Vasco porque la Audiencia Nacional destituyó a Fernando Amo por falta de titulación para el cargo. Ahora ya está jubilado y, según asegura en diferentes entrevistas, el apodo de El Inhumano se lo pusieron sus compañeros porque «los hacía trabajar cada día, a todas horas, daba igual que fuera Navidad, Semana Santa o vacaciones». Curiosamente, después de ver la película La Infiltrada en Movistar, la plataforma propone ver Anacleto Agente Secreto, una mala metáfora.

«Anacleto, agente Secreto», La recomendación de Movistar después de ver La Infiltrada/QS

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