Toni Soler ha acudido a El búnquer de Catalunya Ràdio por primera vez y el resultado no ha defraudado. El presentador ha entrado pisando fuerte, ya que desde el principio ha dejado claro que le gusta mucho sentirse querido: «Los aplausos me sacan el lado fascista. Me encanta la aclamación popular y ser aplaudido«, dijo haciendo gala de su particular sentido del humor.
¿Entre los titulares que ha lanzado en esta conversación divertida con los compañeros? Por ejemplo, cuál es una de sus fobias más extrañas. ¿Qué es lo que no soporta? Sorprendentemente, los pendientes: «Los pendientes, en general, me cuestan… y si se mueven, ya me horrorizo. Esos típicos de pija del Círculo Ecuestre que llevan perlas y brillantito no los soporto, de verdad. Pasaría de largo si viera a una chica que esté muy bien desnuda en mi cama si veo que lleva eso en las orejas».
Y esta no es una manía reciente, sino que viene de lejos: «Cuando trabajaba en el Avui hace bastantes décadas, no había un ordenador por persona. Lo tenía que compartir con una compañera que llevaba unos pendientes siempre grandes y espectaculares. Y cuando ella iba al baño, los dejaba sobre el teclado como si fuera un talismán para que yo no le cogiera el teclado. Ella sabía que no los cogería porque me dan asco«.
No le gusta que su hijo también lleve uno, claro: «Lleva un pendiente brillante de esos como los futbolistas de Leganés. Así que aprovecho desde aquí para decirle que su herencia peligra por culpa de este punto quillo». ¿Y cómo justifica esta manía? Cree que el problema es que se los imagina siempre «rodeados de la grasa que hay en las orejas». La cosa llega a un punto en que si ve que alguien se los quita, siempre piensa que deben desinfectarlos.
Toni Soler revela cuál es el título académico más extraño que tiene
Por otro lado, Toni Soler también ha confesado que en casa tiene un diploma un poco estrambótico. Cuando era joven, nadie decía que quería dedicarse a escribir guiones de humor porque no se sabía que podías ganarte la vida así. ¿Qué hizo? Pensar que podía trabajar como dibujante de cómics o tiras de humor: «El título especifica que soy dibujante de chistes y me acredita con un notable«.
«Mis padres no sé qué debían pensar sobre mí… Yo era lector de cómics y me gustaba, pero siempre he sido muy torpe. Mis cómics no me aportaban mucho trabajo porque no eran gran cosa, pero me gustaba el humor y hacía lo que buenamente podía», ha explicado.

La vida le ha ido muy bien, teniendo en cuenta que asegura que nunca le ha faltado el trabajo. Hubo un momento en que pensó que le gustaría ser presidente de un club deportivo como el Barça o La Penya, pero ahora lo descarta totalmente: «El problema es que cuando pierden, me pongo de muy mal humor. Soy demasiado forofo y no puedo guardar suficiente distancia para vivir con eso». Además, pensar que de vez en cuando tendría que comer con las directivas de otros equipos como El Getafe dice que le daría mucha pereza.