Tamara Falcó e Íñigo Onieva no ocultan que el suyo no es un matrimonio perfecto, puesto que son diversas las veces que han comentado públicamente que discuten con bastante frecuencia. Se casaron el verano pasado después de que la cosa no empezara muy bien entre ellos, con una infidelidad que no pudieron evitar que se filtrara a los medios de comunicación. Ahora, la marquesa de Griñón ha confesado que no soporta un rasgo de la personalidad de su marido: que habla sin parar.
Le han invitado a
Tamara revela que tiene una nueva obsesión
Ella también tiene sus cosas y lo reconoce sin problema. Por ejemplo, confiesa que adopta diferentes obsesiones de vez en cuando. ¿La última? Cambiar los elementos decorativos de casa siempre que puede: «Todo el rato siento que tengo que cambiar las cosas de lugar. En un principio, me gustaba todo tal como estaba. Ahora, me pregunto qué pasaría si cambio un candelabro a otra banda». A Íñigo esto le parece «fenomenal», dice, y parece que se fija en las modificaciones que hace su mujer: «Me va diciendo que me ha quedado mejor».


Tamara Falcó y el empresario organizaron una boda espectacular que les costó muchísimo dinero. ¿Qué les regalaron los invitados? Sorprendentemente, dice que la gran mayoría de ellos no tuvieron ni siquiera un detalle: «El 60% de los invitados no nos hicieron regalo», afirma ahora. Han de ser bastante tacaños, teniendo en cuenta que a la lista había personalidades famosas y muy ricas. Lo peor es que aquellos que sí que quisieron tener un gesto, tampoco habrían estado muy originales: «A la gente le gusta regalar vajillas», ha lamentado. Parece que para el nuevo ático no habrán comprado vasos ni platos, si tanta gente les obsequió con este tipo de presente.