El padre de Albert Rivera murió de forma repentina este pasado fin de semana a causa de un infarto. La muerte fue totalmente inesperada y hundió su hijo y toda la familia. El expolítico está pasando unos días muy duros a pesar del apoyo que le han dado sus amigos, familiares e incluso su expareja y madre de su hija, la cantante Malú. Este apoyo que le ha dado demuestra que a pesar de que han roto, los dos mantienen una buena relación y se tienen respeto por el tiempo que estuvieron unidos y por su hija. Unos días después de la muerte del padre, Albert Rivera ha decidido compartir en Instagram una carta muy emotiva en la cual deja claro que siempre será su máximo referente.

La carta de Albert Rivera a su padre deja a sus seguidores emocionados
«La vida es maravillosa, hay que disfrutarla cada minuto. Esto creía mi padre y así me lo inculcó siempre. Pero la vida a veces hace daño, mucho, muchísimo… Y este domingo a mí me cambió por siempre jamás, al recibir esta llamada de mi madre que nunca estás preparado para recibir. Rabia, incredulidad e impotencia fue lo único que pude sentir en estos primeros instantes, y la sensación que la vida de la cual hablabas en realidad era profundamente injusta y cruel.
Hoy, dos días después, después de despedirnos físicamente, de incluso derrumbarme en tu ataúd antes de incinerarte, con la sensación que al irte me estaban arrancando parte del coro sin anestesia, empiezo a ver las cosas de otro modo. Empieza a cobrar sentido tu legado de valores, instantes y aprendizajes de estas décadas. Echaré de menos esta manera incondicional de estimarme, con pocos “te estimos” pero con este derroche de amor en tus acciones cada día de mi vida. Nos conocíamos tanto, éramos tan parecidos en algunas cosas, que sin habla durante días éramos capaces de comunicarnos, nos intuíamos como nadie. Éramos un gran tándem.
Soy afortunado, porque de todas tus facetas de la vida he disfrutado en exclusiva de tu mejor versión, la de padre. Me enseñaste a crecer en la libertad y en la responsabilidad (que son dos caras de la misma moneda), siempre tratabas que acertara, pero también me dejabas equivocarme para que aprendiera a levantarme. Eres irreemplazable para mí, papa. Así que tengo que llevarte conmigo, me acompañarás en mis decisiones, y serás presente en los valores que los inculque a mis hijas. Te has ido de nuestro lado, me faltas, me muero de dolor al pensarlo. Pero te prometo que desde hoy llenaré este vacío con tu esencia y tu legado. Y cuidaré de la mama, tu compañera de viaje desde hace más de cincuenta años.
Viviremos tu muerte como nos pediste: celebrando la vida. Cómo decía Gabriel García Márquez: “No llores porque se ha acabado, sonríe porque sucedió». Es cierto que se acabó, pero sucedió, “sucediste”. Buen viaje, papa, te estimo».