Ana Peleteiro anunció, hace solo unas semanas, que había sufrido el aborto de quien habría sido su segundo hijo. La premiada atleta confirmó la mala noticia muy poco después de decir públicamente que se había quedado embarazada, una gestación que no esperaba pero que les había hecho muy felices. Cuando la doctora les advirtió que no había latido, el mundo se derrumbó. Aún hay mucho tabú alrededor de los abortos y, por este motivo, este mediodía ha querido sincerarse en un video de 16 minutos en el que da detalles muy dolorosos de lo que pasó y cómo lo ha vivido.
Con el objetivo de acompañar a otras mujeres que estén atravesando un duelo similar, Ana Peleteiro relata una experiencia durísima que no debería vivir ninguna madre. En primer lugar, deja claro que llevar los controles del embarazo por la sanidad pública y privada al mismo tiempo la ayudó a gestionar la situación mejor: «Si no llego a ir a la consulta de mi ginecóloga, no me habría enterado de que el corazón había dejado de latir hasta la semana doce».
El bebé murió a las nueve semanas y cuatro días, pero ella no se había dado cuenta de nada porque no tuvo sangrado ni ningún otro síntoma. Sí que notó cambios en su día a día, pero nada que le hiciera imaginar que habría habido un desenlace así: «Dejé de tener aversión al café, ya no sentía la necesidad de tomar jugo por las mañanas y comencé a tener un fuerte dolor de cabeza. Creía que ahora sería porque estaba acabando el primer trimestre y comenzaba a encontrarme mejor, pero no… era porque mi bebé había muerto«.
La doctora le habría comunicado la noticia con mucha delicadeza y empatía, pero eso no impide que el golpe sea enorme: «Nos dijeron que lo sentían mucho, pero que no teníamos latido aunque llevaba un crecimiento normal. Mi reacción no fue llorar, sino quedarme en shock». Le presentaron todas las opciones médicas que tenía para gestionar el aborto y escogió la medicación en casa: «Fue una decisión difícil, pero me ayudó a cerrar el proceso más rápidamente».

Ana Peleteiro da detalles de los pasos que siguió cuando le dijeron que había sufrido un aborto
Y aquí comienza la parte horrible, cuando tienen que parir la placenta: «Mis padres se quedaron con mi hija y mi marido y yo nos preparamos para vivir lo que sería el peor día de nuestra vida hasta el momento. Poco después de tomarme la medicación comencé a notar los primeros efectos y expulsar lo que sería la placenta, pero pensaba que era el bebé y ahí comencé mi duelo. Al día siguiente, tras unas contracciones muy fuertes y mucha sangre, lo expulsé. Lo pudimos recoger, estuve hablando mucho con él y dos horas más tarde tuvimos la suerte de poder enterrarlo con mis padres. Eso me ayudó muchísimo para cerrar el ciclo, pero fue un duelo horrible».
Hablar con la terapeuta la ayudó mucho, sobre todo a no sentir la culpa que muchas veces experimentan las mujeres que viven una experiencia así: «Mi cuerpo actuó bien, mi bebé no venía sano y todo pasa por algo». Ahora está sana y bien, un momento que ha querido aprovechar para romper un poco más este tabú.
Una pesadilla horrible que espera poder superar gracias a la ayuda de la terapia y la familia.


