La escalada del conflicto entre Israel y Hamas a la Franja de Gaza ha agitado la escena internacional y ha evidenciado una división entre los países: los que condenan los ataques contra el estado israelí y los que reivindican los derechos del pueblo palestino y reclaman una solución definitiva a un conflicto que se arrastra desde el 1948. «El punto donde somos hoy es fruto del abandono general de la comunidad internacional respecto de la resolución de este conflicto histórico» apunta el periodista Ofer Laszewicki, excorresponsal a Israel y analista de Oriente Mitjà. «Todo el que empieza en Jerusalén sacude todo el mundo», advierte.
Desde el ataque de Hamas, ya se han contabilizado más de 2.000 muertos y unos 5.000 heridos entre los dos bandos. Además, las Naciones Unidas estiman que 423.000 civiles palestinos han tenido que marchar de casa, una cifra un 25% superior a la registrada un día antes y que ya representa un 20% del total de los habitantes de Gaza, que supera los dos millones de personas. Por otro lado, se calcula que decenas de civiles israelíes son rehenes en manos de Hamas.
OTAN y G-7 contra BRICS
En este contexto, y con la guerra de Ucrania por el medio, las principales potencias mundiales se posicionan sobre este conflicto y se configuran dos bandos a escala mundial. Por un lado, encontramos el grupo formado por el OTAN y el G-7, que reivindican el derecho de Israel a defenderse, y de la otra hay los BRICS, acrónimo en inglés del bloque de economías emergentes formato por el Brasil, Rusia India, China y Suráfrica, que a partir del 1 de enero del 2024 sumará a la alianza países como Arabia Saudí, Egipto, la Emiratos Árabes Unidos e irán. «Vivimos un conflicto planetario que nace del mantenimiento o la impugnación de la orden internacional que surge de la Guerra Fría», hace notar el exdirector del Instituto Ramon Llull y colaborador del Mundo Vicenç Villatoro.

Para el ex consejero de Exteriores Alfred Bosch, también colaborador de El Món, este conflicto geoestratégico de alcance mundial, que se ha hecho evidente en menos de una semana de conflicto, «ya estaba emergiendo» y ya se pudo ver con la invasión rusa de Ucrania porque los países del bloque occidental que apoyan son también los que se han expresado con más contundencia contra el ataque de Hamas y en apoyo de Israel. Por otro lado, hay un grupo de países emergentes que «se sienten muy fuertes y empiezan a pensar que esto se tiene que decidir con ellos y según sus intereses». «Hemos vivido unas décadas donde todo el mundo consentía que hubiera una superpotencia y esto se ha acabado«, sentencia Bosch.
La OTAN y los Estados Unidos se vuelcan con Israel
La OTAN ha defendido desde un primer momento que Israel “tiene el derecho y la responsabilidad de defenderse” y cinco de los países miembros del G-7 (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania) han emitido una declaración conjunta expresando su «apoyo firme y unido en el estado de Israel”. La Casa Blanca, manteniendo la línea histórica de los EE. UU., ha sido contundente en la hora de posicionarse junto a Israel: ha anunciado que facilitará al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, todos los recursos necesarios para defenderse y ha condenado la «malvada» ofensiva de Hamás. De hecho, el jefe de la diplomacia norteamericana, Antony Blinken, ya se ha reunido con Netanyahu en Tel Aviv para hacer evidente el apoyo de los Estados Unidos. «Nos aseguraremos que tengan el que necesitan para cuidar sus ciudadanos y defenderse, para responder al ataque. No hay justificación para el terrorismo. No hay excusas. Hamas no defiende el derecho del pueblo palestino a la dignidad y a la autodeterminación», ha dicho el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden.
A pesar de esta contundencia, Ofer Laszewicki subraya que los Estados Unidos mantienen una «mala relación» con el actual gobierno israelí a pesar de que la alianza seguirá intacta. El analista considera que «es una mirada a corto plazo» porque, según él, «enviar armas a Israel no contribuye a mejorar la situación a futuro». En este sentido, Bosch expone que a pesar de que las relaciones entre el gobierno israelí y el de los EE. UU. no pasan por su mejor momento, «allá está el portaaviones», porque la defensa de Israel «es una cuestión de estado» para la Casa Blanca. Además, hay otros elementos, como por ejemplo «millones de votos judíos en los Estados Unidos», que pueden depender del apoyo de los EE. UU. a Israel, así como intereses económicos y la vinculación entre las comunidades judías de ambos países. Aun así, avisa que si Netanyahu cumple con sus amenazas contra Gaza, los gobernantes de los Estados Unidos tendrán muy complicado justificar su apoyo a Israel ante otras comunidades del mismo país, como la musulmana.

Vicenç Villatoro resalta que «es un conflicto en que las declaraciones son relevantes» y que los países del G-7 y la Unión Europea «han sido muy contundentes sabiendo que esto tiene efectos relevantes en política interna». Así mismo, destaca que «el Estado español, como es tradicional, no se ha situado plenamente en el bloque occidental», pero deja claro que «esto no se puede leer estrictamente en bloques de izquierdas y de derechas».
Rusia y, de rebote China, se posicionan
El investigador postdoctoral de la UPF y experto en política del Oriente Medio Gabriel Garroum señala que otro actor importante en este escenario es Vladímir Putin y la guerra que Rusia mantiene con Ucrania. Un factor que lo ha llevado a marcar distancias después de que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, condenara la acción de Hamas y mostrara un apoyo sin fisuras al derecho de Israel a defenderse. Villatoro indica que es «significativa la dureza» con que se expresa Zelensky y resalta que además «liga los dos conflictos como un conflicto entre el mundo Occidental y otro mundo en el cual participa Rusia». «Lo leen como una partida de carácter planetario».
A pesar de que Putin siempre se había proyectado como un aliado israelí, en esta ocasión ha optado para adoptar una posición más neutra y ha cargado contra el papel de los Estados Unidos en el conflicto porque, según el presidente ruso, la violencia entre israelíes y palestinos es un ejemplo del «fracaso» de la política norteamericana en el Oriente Medio. Putin argumenta que los norteamericanos han presionado a «banda y banda» sin tener en cuenta los intereses palestinos ni la necesidad de implementar una solución para la seguridad: la «creación de un estado palestino soberano independiente». En este sentido, Alfred Bosch apunta que «los rusos están muy incordiados» con el apoyo de Israel en Ucrania porque han dotado de armamento el ejército ucraniano. «Rusia está muy resentida y no sería extraño que los palestinos perdieran el apoyo histórico de los estados árabes y la defensa de los palestinos pasara a los BRICS», plantea.

El que los hermana es intentar debilitar al otro bloque mundial y, según el ex consejero, «los rusos están haciendo todo el que podan para incentivarlo». Por ejemplo, la China hace meses que incrementa sus esfuerzos por devenir una potencia diplomática y aumentar su influencia en el Próximo Oriente, pero de momento ha preferido adoptar un perfil bajo. En un comunicado, el ministerio de Asuntos exteriores chino ha hecho un llamamiento a los dos bandos a «cesar las hostilidades» y apunta que la solución «fundamental» para acabar con el conflicto es «implementar la solución de dos estados y establecer un estado independiente palestino». Pero la diplomacia china no hace ninguna mención al grupo fundamentalista Hamás. Sobre el posicionamiento chino, Villatoro cree que son los «grandes ausentes» en el conflicto porque están a la «expectativa» de cómo evoluciona el conflicto. Alfred Bosch enfatiza que los chinos «no son propalestinos, pero van derivando hacia aquí porque los interesa debilitar el bloque occidental».
Irán y su influencia geopolítica
El inicio del conflicto se ha producido en un momento en que se abría la posibilidad que Arabia Saudí normalizara sus relaciones con Israel. Esto, y el deseo de Riad de establecer una estrecha cooperación en materia de seguridad con Washington y de obtener su apoyo para su naciente programa nuclear con fines pacíficos, puede haber generado temor entre los palestinos, especialmente a Hamas, puesto que su causa podría ser ignorada en los nuevos acuerdos de seguridad y alianzas en la región. Además, Gabriel Garroum ve «evidente» que esta cuestión diplomática «preocupa profundamente» Irán. Segundos añade Laszewicki, una normalización de las relaciones entre ambos países podría «hacer cambiar las dinámicas regionales». «Es un acercamiento que triangula a la contra con Irán», apostilla Villatoro.

En efecto, Israel busca normalizar relaciones con Riad después de que en 2020 ya hiciera el mismo con los Emiratos Árabes Unidos y Baréin, y reforzara sus vínculos con Marruecos y Sudán, con el objetivo de intentar aislar Irán. Y el papel del régimen de Teherán se puede leer en este sentido, puesto que es un país que históricamente ha apoyado a la causa palestina, y Hezbolá, grupo que tiene el apoyo del régimen de Teherán, está participando activamente en el conflicto con ataques a posiciones de Israel desde la frontera con el Líbano. Según Laszewicki, el contexto de «masacre» actual hace que sea «muy difícil» que Arabia Saudí «acepte ahora una normalización de las relaciones con Israel».
A pesar de negar cualquier vinculación con la ofensiva y hablar de «rumores del régimen sionista», el ayatolá Ali Khamenei se siente orgulloso del ataque de Hamas y el presidente iraní, Ebrahim Raisi, también lo ha aplaudido y lo ha considerado una «gran victoria». Sobre el apoyo de Irán a Hamas, Bosch cree que esta república islámica puede tomar más protagonismo con el paso del tiempo y «intente juntar a Hezbolá y a Hamas para hacer una pinza».