El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) ha anunciado su disolución después de cuatro décadas de lucha armada con Turquía. La histórica decisión ha sido adoptada pocos meses después de que el líder del grupo, Abdullah Öcalan, encarcelado en Estambul desde 1999, hiciera un llamado a deponer las armas para lograr un acuerdo de paz con el gobierno turco. Así, la estructura organizativa del grupo se ha disuelto, y ahora comienza un proceso de transición que, según han declarado sus propios miembros, será gestionado por Öcalan desde la prisión.
Pocos días después de que Öcalan pidiera el fin de las hostilidades, el PKK anunció un alto el fuego unilateral, mientras esperaba que se conformara un marco jurídico para llevar a cabo las negociaciones de paz. Finalmente, la organización celebró entre el 5 y el 7 de mayo un congreso para cesar sus actividades después de cuarenta años de conflicto con Estambul. “Hemos decidido poner fin a los actos llevados a cabo en nombre del PKK”, anunciaban los miembros de la organización, en un comunicado en el que se destacaba que “la lucha del PKK ha terminado con la política de negación y aniquilación contra nuestro pueblo, llevando el asunto kurdo a un punto en el que se puede resolver a través de la política democrática”. En este sentido, la organización considera que ha completado su “misión histórica”.

Una paz que llega después de muchos intentos fallidos
La cuestión kurda arrastra varios intentos de diálogo y negociación con el gobierno de Turquía, que nunca han llegado a buen puerto. Entre 2013 y 2015 ya se intentó alcanzar una solución pacífica, en un proceso en el que se abordaron problemáticas como el desarme, las reformas democráticas o la ampliación de derechos del pueblo kurdo. A pesar del papel clave de Öcalan como mediador, finalmente estalló una nueva ola de enfrentamientos en las zonas de mayoría kurda en el sureste y el este de Turquía. Recientemente, el líder encarcelado reconoció que las condiciones políticas que llevaron al surgimiento del PKK habían cambiado y que ahora se daba el contexto idóneo para iniciar un proceso de paz. “El colapso del socialismo en la década de los noventa debido a dinámicas internas, la disolución de la negación de la identidad kurda en el país y la mejora en la libertad de expresión han llevado a un debilitamiento del significado fundacional del PKK”, afirmaba en febrero de este año.
El PKK, fundado en 1978, es considerado una organización terrorista por la Unión Europea, los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Turquía y otros estados. A lo largo de sus 40 años de actividad armada, ha sido responsable de la muerte de 15.000 personas, según cifras oficiales. “El PKK fue delineado en unas condiciones dominadas por una estricta negación de lo kurdo y políticas de aniquilación, genocidas y de asimilación”, ha resaltado el grupo en su comunicado, manifestando que la lucha armada buscaba desde un principio “establecer la existencia kurda y ver el asunto kurdo como una realidad fundamental en Turquía”. También han destacado que, durante esta etapa, “la guerra se convirtió en la alternativa principal para ambas partes”. Con su disolución, el gobierno de Estambul pone fin a un proceso conocido como “Turquía sin terrorismo”.