Tengo la convicción intensa y profunda de que los libros que llegan como regalos bienintencionados del día de Sant Jordi siempre se quedan solteros en la estantería. Visita obligada de ácaros y alimento de pececillos de plata. No los leerá ningún humano. Ni ganas, dadas las listas anuales de los más vendidos. Si alguien los leyera, al año siguiente no se repetirían los mismos autores. Sé también por experiencia propia que todos los ejemplares que podréis encontrar en librerías de viejo de la colección Bernat Metge están sin desbarbar; es decir, con las páginas pegadas, como salieron de la imprenta, según las costumbres y los gustos de la época. Algunos han cumplido un siglo, pero, en su vida maltrecha de lector a lector pasando por el Mercat de Sant Antoni, nadie se ha dignado a leer un párrafo. Y ese nadie se lo pierde, porque están bien traducidos del latín o del griego. Seguro que estas recomendaciones, pues, caerán en el mismo saco. En todo caso, ahí van. Diez perlas literarias que me han hecho gracia. Si dais el paso inaudito y leéis aunque sea una, ya me lo diréis.
‘Un cor furtiu. Vida de Josep Pla’, de Xavier Pla
Enfrentarse a Josep Pla con solvencia y rigor era un reto complicado. Hasta ahora los intentos que ha habido o se han quedado cortos o se han limitado a estudiar una parte limitada e incompleta. Xavier Pla lo ha conseguido. Y lo ha hecho con nota. Es, sin duda, el paseo por la vida del gruñón del Empordà con más destreza y sabiduría que se podría hacer. 1533 páginas impresas en papel de Biblia que se leen como un sorbo. El libro ya tiene un tiempo, pero ahora Destino ha hecho una nueva edición –la tercera– con un cofre que lo convierte en un regalo magnífico para estos días. En la faja que lo envuelve Narcís Comadira sentencia: “Una obra maestra de la biografía”. Roma locuta, causa finita.

‘Abisme’, de Francesc Viadel
La mayoría de las novelas catalanas actuales que se extienden por las librerías pretenden denunciar desigualdades, salvar el mundo o cantar las excelencias de la pluralidad. Son candorosas. Algunas, sin embargo, van un poco más allá y explican el heroísmo de la protagonista que se ha salvado de una enfermedad abominable. O indagan en algún crimen ficticio que no llega a la suela del zapato de los reales. Abisme, sin embargo, es otra cosa. La excepción la salva. Francesc Viadel explica la caída catastrófica de un hombre de nuestro tiempo, que podría ser usted, él mismo o yo. Con un ritmo desenfrenado, un lenguaje turbulento y una mala leche que tira de espaldas. En el caso incierto de que haya futuro –Viadel no lo cree–, esa gente sabrá qué pasaba en nuestro tiempo leyendo Abisme. Y no cualquier otra mandanga.

‘El jueu errant ha arribat’, d’Albert Londres
La atrocidad que ha perpetrado el gobierno de Benjamin Netanyahu en la Franja de Gaza ha propiciado un ambiente antisemita en todo el mundo. La maniobra no puede ser más injusta ni más macabra. La historia de los judíos se ha escrito con sangre desde que hay cristianos y musulmanes. Conviene ahora –sí, ahora– recordarla y mirar de qué hablamos cuando hablamos de lo que sucede en un lapso de tiempo demasiado breve. Albert Londres fundó alrededor de los años veinte del siglo pasado eso que ahora se ha convertido en un oxímoron: periodismo de investigación. El jueu errant ha arribat, publicado por la portentosa editorial Afers, repasa las penalidades que sufrieron los judíos en una historia llena de altibajos y que llevó al autor a recorrer media Europa. El libro recoge veintisiete artículos que se publicaron en Le Petit Parisien desde 1929. Periodismo en mayúsculas y negrita que recuerda que la palabra pogromo no es una broma.

‘Sala Augusta seguit de Llengua materna’, de Sebastià Alzamora
Quien más quien menos conoce a Sebastià Alzamora como articulista –salfumán diario benefactor– y como novelista –otra santa excepción en nuestra narrativa mediocre de cada día. No tantos, sin embargo, le han seguido los pasos como poeta. Ellos se lo pierden. De Sala Agusta i Llengua materna, dos libros por el precio de uno, solo se puede decir que hay que leerlos. El primero aborda la extensión de sangre y sufrimiento que hicieron los rebeldes franquistas en el año 36 en Mallorca. Con nombres y apellidos. Estremece. El segundo homenajea a la madre del poeta en unas páginas que golpean y deslumbran. Las librerías no son muy amables con la poesía. La poesía de Alzamora es generosa con la humanidad porque le da agarraderos donde recuperar el aliento.

‘Del naixement del teatre modern al neoclassicisme (segles XVI-XVIII)’, d’Albert Rossich
Entramos en terrenos más duros, quizás más ásperos según para quién. En los Países Catalanes se hace buen teatro. De todo tipo y condición. Hay serio, hay trascendente, hay dramático y hay divertido. Incluso hay aburrido. A menudo, la pretensión de trascender genera monstruos insoportables. Ahora también hay salvador. Algunos nos quieren salvar de nosotros mismos denunciando las maldades de nuestro tiempo a golpe de dramaturgia. ¡Enhorabuena! No hay tantos libros, sin embargo, que nos expliquen la historia. Esta es una obra densa que lo hace. Del teatro en la época del Renacimiento hasta el del Barroco tardío. Albert Rossich lleva años estudiándolo y ha desplegado una pequeña enciclopedia de la sabiduría escénica. ¿Se estima usted el teatro? ¿Quiere saber de dónde venimos escénicamente? Después de ver L’amor venia en taxi, ¡dé un paso más intenso!

‘La bruixa del Castell dels Cards’, de John Tarachine
“La Marie, que regenta una modesta empresa de encargos que se encuentra en la cuerda floja, es una bruja auténtica y domina la magia, que es el arte de negociar con los espíritus que conforman el mundo”. Este es el comienzo del argumento de un manga. Y he aquí que un boomer recomienda mangas. Porque la obra es una perla y porque es uno de los primeros volúmenes que ha editado CatWay, un nuevo sello editorial en el que participa este boomer. Más vale saberlo y decirlo. Y porque la autora, John Tarachine, vale la pena entre la selva gráfica nipona. A la venta el primer volumen. Serán cuatro. Un buen regalo estos días para gente de todas las edades. Incluso para los que piensan que eso del manga es una moda pasajera. Pasarán ellos antes…

‘La carretera’, de Manu Lercenet
Las distopías son necesarias para entender que todo puede ir a peor. ¿Aún más? Aún más. No es necesario ser moralista ni puritano para reivindicarlas como el ácido necesario que mejor nos puede explicar qué estamos a punto de conseguir. ¿El ser humano destruirá el planeta? ¡No! El ser humano destruirá la vida humana. El planeta hará, más húmedo o más seco. Y seguirá girando sin una de las especies más abrasivas. Una de las mejores distopías que podéis leer estos días tan amorosos es La carretera. En novela, de Cormac McCarthy, o en cómic, en la fascinante versión ilustrada de Manu Lercenet. Hay noveno arte y Lercenet es la prueba. Cada página fascina. Normal Editorial trabaja siempre con conocimiento y destreza. Ha hecho unas cuantas versiones de La Carretera, para honrar un trabajo que merece lectura y gratitud.

‘Hiroshima’, de John Hersey
Cuando estalló la gran bomba sobre Hiroshima la información que recibió el mundo fue de parte. De la parte que la lanzó. Una información, en tiempos de guerra, escasa e interesada. De la misma manera, la que recibieron los japoneses también sufrió el filtro rapaz de su gobierno. Así fue después de la explosión de la segunda gran bomba sobre Nagasaki y durante un cierto tiempo. El silencio espeso y adulterado, controlado por la nueva administración norteamericana que había ocupado Japón, se rompió cuando un periodista de este país, John Hersey, supo cómo engañarla, visitó la primera ciudad devastada y publicó Hiroshima en The New Yorker, un reportaje que conmovió las conciencias de sus paisanos. Hiroshima se publicó en libro meses después para dejar constancia de una de las decisiones más terribles de la historia de la humanidad, con unos efectos que devastaron dos ciudades, dejaron miles de víctimas y afectados con secuelas horribles y cambiaron la historia. Hersey encontró seis testigos afectados por la radiación, que le detallaron su vivencia y supervivencia. Cuarenta años después el reportero volvió a Hiroshima y, recuperando el hilo, cerró el trabajo. Un libro que ahora ha sido traducido al catalán y que hay que leer para saber que estamos donde estamos porque venimos de donde venimos.

‘Un cavaller a Moscou’, Amor Towles
Dice la solapa: “Rusia, 1922. El conde Aleksandr Ilitx Rostov ha sido condenado por un tribunal bolchevique a vivir recluido en el Metropol, el gran hotel que hay junto al Kremlin y el Bolshói. Hombre encantador y de una erudición inabarcable, no se le ha conocido nunca ninguna ocupación, aparte del placer por la lectura y el exquisito gusto por la buena mesa y los buenos vinos. Ahora, obligado a vivir en una habitación minúscula, privado de los lujos de su vida pasada, el conde, con la ayuda de los excéntricos y entrañables habitantes del hotel, tendrá que aprender a vivir de nuevo”. Este es el argumento y después está la maestría del autor, Amor Towles, amoroso en el detalle y narrador impecable de una época, de unos cambios y de unos personajes. Poca broma con los grandes textos. Este trozo de novela de 500 páginas nos devuelve a los grandes clásicos y nos demuestra que los grandes maestros de la narración moderna no se acabaron a comienzos del siglo XX. Todavía hay. Hay que saber descubrirlos, aprovecharlos y disfrutarlos.

‘Peter i Wendi’, de James Barrie
Ha sido uno de los textos más difundidos y, a menudo, más poco entendidos. Peter Pan no es un cuento para niños, aunque Walt Disney se empeñara. Peter Pan, también, es un drama impertinente dirigido a los adultos. El texto de James Barrie ha disfrutado de mil reediciones y ha sufrido versiones bienintencionadas, pero también simplificadoras o distorsionadoras. Poca gente en el mundo no ha leído alguna o no ha oído hablar de ella, con la ayuda del cine y la televisión. Por encima de toda esta niebla está la narración y la edición originales, que tuvieron una magnífica réplica en catalán en 1932 de la mano siempre sabia de Marià Manent. Aquella edición, publicada por Destino, ofrecía las ilustraciones originales inglesas de Mabel Lucie Attwell. Si la encuentras en un mercado de segunda mano a un precio que puedas soportar, ¡hazla tuya! Pero los clásicos traducidos piden actualizaciones, porque la gente y los idiomas cambian. Ahora tenéis la oportunidad de valorar la última, la de Joana Castells Savall, que recupera también las ilustraciones de la primera edición inglesa. ¿Quién quiere hacerse mayor? Quizás nadie. ¡Buen viaje al país de Nunca Jamás! Esta es la décima recomendación. Y si queréis más, ¡abrid el cabás!


