Cataluña es un país lleno de joyas arquitectónicas escondidas que hay que visitar alguna vez en la vida. Mientras que buena parte de la atención internacional se centra en los grandes monumentos modernistas barceloneses -uno de los grandes reclamos del turismo-, otras edificaciones quedan en un segundo plan. Este es, por ejemplo, el caso del monasterio de Santes Creus, situado en la comarca del Alt Camp. La prestigiosa revista norteamericana ‘National Geographic’ considera que es un destino imprescindible porque refleja el esplendor arquitectónico de la Cataluña medieval.
En el interior del monasterio se encuentra el que es considerado como uno de los claustros más bonitos del territorio, especialmente por los detalles góticos -evidenciados en los capiteles de las columnas que enmarcan el jardín- que contrastan con el estilo del resto de la edificación eclesiástica. El origen del monasterio se remonta en el año 1150, pero desde entonces la ubicación ha cambiado. A pesar de que hoy en día está situado en el pueblo de Santes Creus, capital del municipio de Aiguamúrcia, cuando la orden de los Cister -una orden monástica de derecho papal- pusieron la primera piedra del monasterio, la ubicación era Valldaura, en la comarca del Vallès Occidental. Ahora bien, la carencia de recursos hídricos, la excesiva proximidad de Barcelona y del gran monasterio de Sant Cugat del Vallès, provocaron que la comunidad de monjes que regentaba el espacio se viera obligada a buscar un emplazamiento más adecuado dos años más tarde.

Periodos de expansión y consecución de estilos
Construir un monasterio no se hace de la noche a la mañana. El hecho que pasaran siglos desde que se puso la primera piedra hasta llegar a conseguir la edificación tal como la conocemos hoy en día, ha provocado que dentro del monasterio se vean reflejados diferentes estilos arquitectónicos. Por ejemplo, mientras que los detalles del claustro mayor son góticos, el rosetón situado a la fachada principal de la iglesia es románica. A banda, la consecución estilística no solo se ve representada por las diferentes corrientes, sino que también por los diferentes artistas que han dejado su marca, como Josep Tremulles, Bartomeu de Girona -el arquitecto principal del monasterio-, Guerau Enero o Lluís Borrassà.